Noticias de Yucatán.
Layda Sansores se desenvuelve con soltura frente a las cámaras. Parece una Laura Bozzo de la política mexicana en su mañanera particular, Martes del Jaguar. Con la boca siempre pintada de un carmín intenso a juego con el color de su pelo, la morenista no se traba, hace partícipe al público, entrevista con gracia a los invitados. El programa, que emite cada martes por la noche, arranca con una cumbia pegajosa con una letra inspirada en las máximas de la Cuarta Transformación: “Acá ya se acabó la robadera”, dice el coro al ritmo del cencerro. “Estamos hartos de los saqueos, pero esto se acabó”. Se interrumpe la canción con el sonido de un rugido de felino y continúa: “¡Sabor! Campeche ya trabaja, queremos ver el tren, y de la robadera, ya no será el Edén”. Después, un pase de lista a los “traidores a la patria”. El primer nombre: Alejandro Moreno.
El espacio televisivo se ha convertido en la plataforma perfecta de la gobernadora de Campeche para lanzar los ataques contra el presidente del Partido Revolucionario Institucional (PRI). Desde allí, Sansores ha aireado los audios en los que su acérrimo rival supuestamente se ve implicado en un sinfín de delitos, desde enriquecimiento ilícito y desvío de recursos hasta abuso de poder y extorsiones. A cada oportunidad que se le presenta, la gobernadora de 76 años lanza un dardo envenenado contra ‘Alito’. “Hoy es el día del abogado, espero que no hayan necesitado ninguno. ‘Alito’ sí va a necesitar hartos. ¿Por qué no van a ofrecer sus servicios muchachos? Van a tener trabajo”, decía el pasado martes. Minutos después, disparaba: “Cuando dicen: ‘¿qué hizo ‘Alito’ en su Gobierno?’ Presentó maquetas. Lo único que logró acabar fue su casa. Que nos la done para el museo de la corrupción”.
La gobernadora invita recurrentemente al programa al fiscal del Estado, Renato Sales Heredia. El otrora hombre fuerte del presidente Enrique Peña Nieto, que se desempeñó como su Comisionado Nacional de Seguridad, encabezó el pasado 4 de julio un polémico registro a la mansión de Alejandro Moreno como parte del caso por enriquecimiento ilícito en su contra. “Lo que hicimos fue exponer que el cateo se hizo conforme a derecho. Que se había tocado previamente”, justifica Sales Heredia sobre las imágenes del operativo, en las que se ve a un policía destruir la puerta para entrar. Y, tras semanas de difundir abiertamente las grabaciones del dirigente del PRI, la gobernadora le dice al fiscal que a lo mejor ha sido suficiente. “Yo pienso que deberíamos de pararle un poco con los audios para no lastimar esta carpeta de investigación”. Para ese entonces, sabía que ya tenía a su rival moribundo: a raíz del ‘audiogate’, grandes figuras del partido han exigido su renuncia.
El dirigente nacional del PRI, Alejandro Moreno, y la gobernadora de Campeche, Layda Sansores.
El dirigente nacional del PRI, Alejandro Moreno, y la gobernadora de Campeche, Layda Sansores.
Alejandro Moreno, nacido en Campeche al igual que la gobernadora, representa a un partido al que ella misma perteneció durante tres décadas. “Para mí, el PRI era una religión. Lo tenías hasta el tuétano. Cada navidad cantábamos la marcha del PRI: por el PRI, por el PRI”, reconoce en su biografía autorizada, “Insurrecta: historias de Layda Sansores”. Con ese partido fue diputada, senadora y candidata a la gubernatura de Campeche, cargo que no consiguió hasta el cuarto intento, ya de la mano de Morena. Viene de una estirpe de poderosos políticos entre los que destaca su padre, Carlos Sansores, quien fue gobernador de Campeche y presidente nacional del partido tricolor durante el sexenio de José López Portillo. El ‘Negro Sansores’, como se le conocía, era además muy cercano a históricos dirigentes priistas como Luis Echeverría o Carlos Salinas de Gortari.
Layda Sansores fue la única de cuatro hermanos en seguir los pasos del patriarca. Este auguró que un día su hija tomaría las riendas de Campeche, aunque no se imaginaba que lo haría con otra camiseta que no fuese la del PRI. En el prólogo de su biografía, la regidora presume de sus “rebeldías” frente a su padre y el partido, particularmente del día en que votó en contra de la iniciativa del entonces presidente Ernesto Zedillo de aumentar el IVA, en 1995. “Un voto en contra era muy grave, pero decir tus argumentos en tribuna era un hara kiri”, asegura. Entonces comenzó el principio del fin para ella en el PRI. Dos años después, conoció a quien se convertiría en su nueva religión, Andrés Manuel López Obrador - por aquel entonces presidente del PRD -, quien la postuló como candidata al gobierno de Campeche. Perdió, como lo haría dos veces más.
Una de esas veces se midió precisamente contra Alejandro Moreno. Corría 2015 y él se presentaba por el PRI; ella por Morena. ‘Alito’ ganó con un 40,4% de los votos, mientras que ella se llevó un 17,8%. Puede que en aquella campaña empezase la animadversión contra el priista.
El currículum de Layda Sansores es tan extenso y variopinto como las pulseras que se amontonan en su muñeca. La gobernadora estudió en la Escuela Normal de Maestros, se licenció en psicología por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) e hizo una maestría en la Universidad de Buenos Aires. Puede presumir haber ganado un premio Emmy como productora ejecutiva del documental Presunto culpable, en el que su hija también participó como productora. Y en su largo historial también cabe una década en las filas de Convergencia, hoy Movimiento Ciudadano, y haber encabezado la alcaldía de Álvaro Obregón, en la Ciudad de México.
Igual de extenso es el patrimonio que ha ido amasando a lo largo de los años. En la última declaración como gobernadora de Campeche, presentada el 26 de mayo, reconoce tener 16 propiedades, entre ellas departamentos, casas y terrenos por más de 17 millones de pesos, así como cinco automóviles, entre los que se encuentra un Audi Q5 que le costó más de medio millón de pesos. También tiene joyas y obras de arte valoradas en casi dos millones de pesos. En marzo pasado, la publicación Emeequis reveló que entre su abultado patrimonio inmobiliario había un palacete en Jardines del Pedregal, en la Ciudad de México, una finca cafetalera en Chiapas y una hacienda de 100 hectáreas con dos kilómetros de playa privada en Campeche.
Ahora se afana en cada Martes del Jaguar en exhibir la riqueza de su archienemigo. En uno de esos programas, mostró imágenes de dron de las lujosas propiedades de Alejandro Moreno. “No es de un jeque árabe”, comentan los invitados mientras se ven alargadas albercas, inmensas terrazas, amplios jardines con palmeras. En su ofensiva para tumbar al dirigente del PRI, el mismo puesto que algún día ocupó su padre, Sansores ha llegado incluso a desvelar que cuenta con fotografías íntimas que diputadas de ese partido le enviaron al dirigente. “Es nada más una advertencia, nosotros hemos sido muy cuidadosos de que esas fotos no salgan a la luz, pero yo creo que sí hay que tener mucho cuidado”, dijo en su programa.
Como era de esperar, el contraataque no tardó en llegar. Las diputadas han presentado una denuncia ante la Fiscalía contra Sansores y la guerra de audios ha tomado una nueva dimensión: se han filtrado grabaciones en las que supuestamente la gobernadora critica a su jefe máximo, el presidente López Obrador, y otros en los que su sobrino, Gerardo Sánchez Sansores - subsecretario de Gobierno en Campeche -, pide “mordidas” para otorgar permisos de construcción. Aunque no está claro cuánto pueden herir estas supuestas revelaciones a Sansores, lo que parece seguro es que la gobernadora no va a parar hasta ver rodar la cabeza del presidente del partido que alguna vez la aupó hasta lo más alto de la esfera política del país.
EL PAÍS