Durante el día parece un pueblo fantasma, hace 7 años que no hay ninguna fiesta, y si alguien muere, lo entierranen una comunidad vecina.
Kikteil es un pueblito de Mérida donde reina la tranquilidad, no hay cantinas ni agencias de cerveza ni mercado donde las familias compren carnes, verduras o frutas.
Con menos de 250 habitantes y con 45 casas habitación, las familias de la subcomisaría de Kikteil tienen lo básico en servicios públicos para su sobrevivencia.
El pueblito meridano se ubica a 26 kilómetros de la capital yucateca y se llega por un camino de terracería de Cosgaya y angostas carreteras de Dzidzilché y Komchén.
Tiene una capilla donde veneran cada 19 de marzo al patrono San Antonio de Padua, la escuela primaria "Benito Juárez García", que es unitaria, cuenta con 21 alumnos de todos los grados y el kínder de Conafe "Mis primeras letras" tiene 7 niños. El instructor comunitario del Conafe asiste en forma irregular.
No hay consultorio médico y cuando hay algún fallecimiento la autoridad municipal pasa por problemas si ocurre en fin de semana o puentes vacacionales, porque dependen de los funcionarios del Ayuntamiento de Mérida para los trámites de la sepultura.
"No tenemos cementerio, informó José Martín Salazar Sosa, auxiliar de la Comisaría Municipal.
"Cuando muere una persona del pueblo hablamos al Ayuntamiento para que nos mande su funeraria, dijo en una entrevista. Los enterramos en el cementerio de Cosgaya, que está a cinco kilómetros de Kikteil, o en Komchén.
Pero la mayoría prefiere el entierro en Cosgaya, de modo que el cortejo debe recorrer un tramo de terracería de 3 kilómetros entre el monte y un tramo de 2 kilómetros de carretera que pavimentaron dos desarrolladores inmobiliarios que promueven los fraccionamientos residenciales Los Colibríes y Haciendas.
"No nos hemos quedado con algún difunto muchos días por falta de funeraria", reiteró. Es el tiempo normal de velación.
La tranquilidad de Kikteil es porque no hay diversión ni promoción del vicio. Hace 7 años que no hay algún baile popular en la subcomisaría. La última y única fiesta en las últimas décadas la realizó Pablo Cituk, el único molinero del pueblito, pero quebró y no arriesgó más su dinero.
El 19 de marzo pasado fueron los gremios del Santo Patrono y concurrieron vecinos de Dzidzilché, Sierra Papacal, Komchén y Cosgaya, quienes departieron las viandas y rezaron en la capilla.
El jueves 24 pasado hubo otra especie de fiesta con el pago del programa federal Oportunidades, que atrajo a vendedores ambulantes que ofertaron ropas, zapatos, juguetes y frutas.
"Los días en que hay movimiento en Kikteil son cuando pagan los programas Oportunidades o 70 y Más", dijo el subcomisario. Cada dos meses vemos que llegan los vendedores y la gente sale a comprar.
Aunque no hay agencias ni cantinas, los varones o las familias que festejan algún acontecimiento compran sus cervezas o licores en la comunidad de Komchén.
Tienen servicio de autobús urbano por medio de la empresa Milenio. No llegan taxis ni mototaxis.
El autobús de Milenio cubre la ruta Dzidzilché, Kikteil, Komchén y centro de Mérida a las 6, 7 y 8 de la mañana. Regresa a las comisarías a las 12, 14 y 16 horas y da sus últimos viajes a las 19 y 21 horas. Cobra $8 el boleto.
Kikteil fue una próspera hacienda henequenera en la "época de oro verde" y era propiedad del señor Gustavo Reyes Bolio, propietario de la desaparecida casa comercial Philco de Yucatán. Ahora sólo quedan ruinas y terrenos con montes altos donde florecieron los planteles henequeneros y, hasta donde sabe el subcomisario, es propiedad de la familia Loret de Mola.
En los terrenos de Kikteil se desarrollaron proyectos porcícolas, cría de peces por medio de la acuacultura y una granja de Bachoco, pero los dos últimos fueron abandonados. Sólo sobrevive la granja porcícola que da empleo a una docena de habitantes del lugar.
"Hay desempleo entre jóvenes, viejitos y señoras", dijo el subcomisario Salazar Sosa. Tenemos que salir a trabajar, buscar el sustento y durante el día Kikteil es un pueblito fantasma.
Dice que las familias comen carne de cerdo o de res los sábados o domingos cuando llega un carnicero de Komchén a pregonar su venta. Sin embargo, la mayoría de las familias crían gallinas, pollos y pavos y cuando desean comer ese tipo de carne pescan un animalito y lo cocinan.
Tienen poco acceso a frutas y verduras y por ello la ventera de mangos con chile que llegó en el pago de Oportunidades hizo su agosto, pues en unas dos horas vendió un huacal de la fruta.
"Nos fue regular. Sacamos para la papa", resumió Luis Enrique Juárez Ceh, vendedor de ropa que viaja de pueblo en pueblo donde el gobierno federal paga los apoyos de Oportunidades o 70 y Más.
La subcomisaría de Kikteil carece de letreros que identifiquen al pueblito meridano, pero ya figura como referencia de lujosos desarrollos inmobiliarios que están en proceso de construcción.
"No nos conocen", dijo el subcomisario municipal, José Martín Salazar Sosa.
"Me negaron tarjetas de crédito en dos tiendas (departamentales de Mérida)", dijo. Buscaron en internet al pueblito y que no aparece y, además, me dijeron que no podría pagar las deudas.
Kikteil es un pequeño pueblo de Mérida de menos de 250 habitantes y 45 casas modernas y amplias gracias a las ganancias que arrojaron la venta de las tierras ejidales.
Sin embargo, está rodeado de mucha riqueza porque en sus inmediaciones se promueven zonas residenciales de alta plusvalía que rebasarán por mucho el número de viviendas y habitantes en un futuro.
A la entrada de Kikteil, por la carretera de Komchén, se construyen las zonas residenciales Gran Royal Gardens Yucatán, en un terreno de 80 hectáreas y el Santuario Colibríes, que proyecta la construcción de un campo de golf, áreas comerciales, casa club y un gran parque con lagos artificiales.
El promotor del Gran Royal Gardens es Luis Cavazos Almaraz, el mismo desarrollador inmobiliario que vende el proyecto "Punta Chichén Itzá Yucatán", un conjunto de villas ecológicas que requiere una inversión mínima de 10,000 dólares en terrenos cercanos a la famosa zona arqueológica.
En el tramo de la carretera Kikteil-Cosgaya, a 2 kilómetros de la carretera principal que lleva al Parque Científico y Tecnológico, se promueven otras dos zonas residenciales: Colibríes y Haciendas, que incluyen la construcción masiva de casas de más de 250 residencias en cada fraccionamiento privado. Según el vigilante, el dueño de los dos proyectos inmobiliarios es Banorte.
También en ese mismo sector se desarrolla el fraccionamiento Gran Pakal, con otra gran oferta de residencias de alta plusvalía.
El instructor alemán construyó el Club de Polo en las inmediaciones de Kikteil atraído por la tranquilidad, cultura, comida y clima de Mérida y en especial de esa zona del norte de la capital yucateca.
Con los cinco nuevos desarrollos residenciales que en conjunto edificarán más de 1,000 residencias, hasta ahora, peligra la tranquilidad de Kikteil donde ahora son contados los vehículos que transitan en sus cuatro calles pavimentadas.
No tienen cementerio propio (los entierran en Cosgaya o Komchén) ni consultorio médico. Desde hace años no hay bailes.
Pero no hace mucho, Kikteil fue una próspera hacienda henequenera en la "época de oro verde" y era propiedad de Gustavo Reyes Bolio, propietario de la desaparecida casa comercial Philco de Yucatán. Según José Martín Salazar Sosa, subcomisario, ahora pertenece a la familia Loret de Mola.
Hoy día sólo hay construcciones derruidas y terrenos con montes altos.
Los habitantes tienen que salir todos los días para ganar el sustento diario, por lo que en las mañanas es como un pueblo "fantasma".