Raymunda Dzul Cob (adelante), María Angélica Chuc Dzul (al fondo), y sus cuatro nietos viven hacinados y sin servicios básicos en esta vivienda
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Hace varios años Raymunda Dzul Cob enviudó y dejó su natal Tahdzibichén, en Yaxcabá, para buscar un mejor tipo de vida en Mérida, como hace mucha gente del interior del Estado.
Sin embargo, al establecerse en esta capital su condición de vida no mejoró. Es más, empeoró: sigue con sus carencias y no tiene esperanza de que cambie pronto esa situación.
La marginación económica y social que sufre se extiende a sus descendientes, quienes parecen estar marcados con el mismo destino que ella. Su pobreza material también la sufren su hija, María Angélica Chuc Dzul, y sus cuatro nietos.
Uno de esos niños tiene apenas dos meses de nacido. Los otros ya cumplieron cuatro, siete y nueve años de edad.
Esa familia vive en una habitación construida en medio del monte próximo a la colonia El Roble Agrícola, en el sur de la ciudad. No tienen electricidad, beben agua de un pozo cercano y caminan por una vereda para llegar a la zona habitada y tener acceso a la tienda, la tortillería, el transporte, etcétera.
Doña Raymunda dijo que el único ingreso que tienen proviene de su hijo político, quien es obrero cuyos ingresos son bajos.
A pesar de su edad, ella se encarga de llevar al colegio a sus nietos más grandes y desyerbar predios a cambio de unas monedas. Su hija se queda en la "casa" al cuidado de los más pequeños y de la tarea de preparar los alimentos y acarrear agua.
Hace poco se comenzó a construir un fraccionamiento junto al terreno que habitan, lo cual les podría facilitar el acceso a servicios públicos o propiciar un desalojo que empeore aún más su triste situación.
