Cede la estafeta a "El Potrillo"

18 abril 2016
Fue su última vez encima de un escenario, pero Vicente Fernández volvió a hacer su habitual promesa al público: “Mientras que ustedes no dejen de aplaudir, yo no dejo de cantar”.
Las gradas del Estadio Azteca se llenaron para dar su adiós al intérprete. En su aparición en el escenario, “Chente”, como se refieren a él cariñosamente, agradeció a sus seguidores eso que le han dado que “no se compra con todo el dinero”,
su “presencia, cariño y respeto”, dijo casi sin poder terminar la frase por la emoción.
Bajo la figura de una enorme águila con alas extendidas que coronaba el escenario, el cantante de 76 años abrió el repertorio con “Que te vaya bonito”, al que siguieron “Me voy a quitar de en medio”, “Mujeres divinas”, “Hermoso cariño” y “Lástima que seas ajena”.
Una y otra vez, Vicente Fernández interrumpía las canciones con el mismo gesto; alzando el micrófono para ceder el turno al público, siempre cerrando los ojos como si quisiera que los otros sentidos no le distrajeran al oír el coro unánime que nacía de las gradas.
“¡Mientras más aplaudan, más canto, y mientras más griten, peor!”, exclamó con humor el cantante, enfundado en un traje de charro negro y a quien le bastaba acercarse la mano a la oreja para desencadenar el griterío de sus seguidores.
El jalisciense levantó de su asiento al público con “Para siempre” y “Estos celos”, demostró su inalterable potencia vocal con “Acá entre nos” y despertó el entusiasmo cuando anunció la llegada al escenario de su hijo Alejandro Fernández, el más pequeño de sus “potrillos”.
“Gracias por este legado que nos has dejado. Te prometo, te juro, que no voy a dejar morir la música mexicana”, aseguró Alejandro antes de interpretar un par de dúos con su padre.
Vicente Fernández aprovechó un momento en el que “El Potrillo” se quedó a solas en el escenario para cambiarse de traje y tomarse un pequeño respiro.
Y es que las casi cuatro horas que duró el concierto hicieron que el cantante decidiera interpretar algunos de los temas sentado, sin perder de vista el vaso de aguardiente que le esperaba entre canción y canción.
“Mis hijos están preocupados, me dicen ‘ya no estés tomando’”, bromeó, defendiendo que esas “copitas” le ayudaban a recordar “tantos años de amor” que el público le ha dado. Pese a los momentos de melancolía, mantuvo el buen humor durante todo el espectáculo. Un recurso que le sirvió para esquivar la incómoda situación que se le presentó cuando empezó a notar que, en plena actuación, se le estaba cayendo el pantalón.
Con “tantas enfermedades estos años”, estaba “tan gordo” que “los mandé arreglar, y ahora me quedan grandes”, bromeó el artista, quien desde que anunció su retirada de los escenarios en 2012 ha tenido que ir aplazando su cita final con el público por motivos de salud.
El momento se hizo esperar, y fue hasta el tramo final cuando “Chente” cantó “El rey”, que estuvo precedido por un pequeño homenaje: Un vídeo en el que Thalía, Plácido Domingo, David Bisbal y Marco Antonio Solís interpretaron esa misma canción.
El confeti con los tres colores de México explotó bañando al público y, entre trago y trago, Fernández cantó “A mi manera”, que siguió con “Volver, volver”, pieza con la que cierra los conciertos.
Pero aún quedaba una más y, finalmente, “México lindo y querido”, que interpretó con una bandera mexicana a los hombros, fue el tema elegido para cerrar.
Sombrero en mano, Vicente Fernández recorrió el escenario de un lado a otro, con la mirada empañada. Se dio la vuelta para retirarse pero antes, una vez más, se llevó la mano a la oreja.
De un vistazo
Un gran equipo
Vicente Fernández estuvo acompañado de 50 músicos en el escenario, una orquesta y una veintena de mariachis, encabezado por el mariachi Vargas de Tecalitlán.
Un sueño cumplido
El artista se fue contento, cumplió su sueño, con lágrimas y emocionado se retiró como él quería, como un grande y en un lugar grande.

compartir en facebook compartir en twitter compartir en google+

Visitas

Opinión

Elecciones

Nota Destacada