Un ingenioso enfoque logra medir la evolución de la tecnología por primera vez

18 abril 2016
La evolución es un proceso extraordinario. Resulta difícil subestimar su papel en la generación de diversidad de vida en la Tierra. Pero el estudio de este proceso ha obligado a los científicos a concluir que la evolución no es un fenómeno exclusivamente biológico. De hecho, la biología sólo representa un caso especial.
La evolución es un proceso general que juega un papel en cualquier sistema en el que se produzcan la reproducción, la variación, las pruebas físicas y las iteraciones durante muchas generaciones. El proceso de la evolución se puede reproducir con facilidad con el silicio, dando paso a la vida artificial y los algoritmos evolutivos que pueden resolver una amplia variedad de problemas.
Los modelos informáticos también han captado el comportamiento de la evolución y han permitido a los investigadores predecir su futuro, como la diversidad que genera. Esos modelos equivalen a potentes microscopios para estudiar y entender la evolución dentro del mundo real.
Pero, mientras que hace ya mucho tiempo que los investigadores estudian el papel de la evolución en la biología y que los informáticos analizan la evolución en el silicio, los científicos sociales y los antropólogos aún no han llegado a comprender el papel de la evolución en el desarrollo tecnológico. Esta es la manera en la que los objetos culturales evolucionan con el tiempo, cosas como las herramientas de piedra, las armas de metal y los objetos más modernos como las cámaras, los ordenadores, los televisores, y así sucesivamente.
El problema es que nadie se pone de acuerdo en cómo medir los cambios dentro de estos sistemas en los que no existe ninguna analogía obvia con las ideas familiares de la genética y la reproducción sexual. De hecho, varios intentos de describir la evolución tecnológica se han empantanado en las maneras de describir la diversidad. ¿Cómo se pueden categorizar objetivamente las diferencias entre una generación de televisores y la siguiente? Todo esto significa que es difícil entender cómo evolucionan las tecnologías.
Hoy parece que esto cambiará, gracias al trabajo del investigador de la Universidad de California en Los Ángeles (UCLA, EEUU) Erik Gjesfjeld y unos compañeros. El equipo ha elaborado un método para analizar la evolución de los automóviles estadounidenses desde su invención en el siglo XIX hasta hoy. Su método proporciona unas ideas sin precedentes y el equipo asegura que se podrá aplicar con facilidad a otras tecnologías.
Su método esquiva muchos de los problemas clásicos del análisis de la evolución tecnológica. Uno de los más difíciles es medir los cambios en la diversidad con el paso del tiempo. Muchos investigadores consideran que la diversidad es una propiedad basada en la variedad de objetos u organismos, el equilibrio entre ellos y su disparidad.
Pero medir estas propiedades dentro del mundo tecnológico resulta complicado. Entender el equilibrio entre tecnologías, por ejemplo, requiere un detallado entendimiento de la abundancia de productos tecnológicos en el tiempo. Y cualquier cálculo de disparidad requiere conocimientos de las características de un producto y de cómo se puede distinguir entre las clases de un producto.
Todos estos datos tampoco son fáciles de conseguir, especialmente para productos complejos basados en muchas líneas distintas de desarrollo tecnológico. Los automóviles, por ejemplo, son el resultado de avances de las tecnologías de fabricación, de diseño, de combustible, de lubricación, de la aerodinámica, de la ergonomía, de la computación, y así sucesivamente. Conseguir una apreciación global de todos estos representa una tarea imposible.
Así que Gjesfjeld y su equipo han elaborado un enfoque alternativo. Han ignorado todos los detalles acerca de exactamente qué es lo que las tecnologías aportan a cada generación de vehículo. En lugar de esto, sólo consideran el ritmo al que aparecen y se retiran nuevos modelos, tratando cada modelo como una nueva especie.
Entonces, dan por hecho que la evolución es responsable de estos cambios y emplean un análisis computacional para introducir los datos en un modelo de evolución concreto y bien comprendido. Habiendo fijado los parámetros dentro de este modelo, lo pueden utilizar para inferir las fuerzas ambientales que provocaron cambios en los modelos automovilísticos y realizar predicciones acerca de la evolución futura del sector.
Los detalles que representan son interesantes.Los datos del equipo provienen de eBay Motors, que dispone de una amplia base de datos de la marca, el modelo y el año de fabricación de los coches y camiones producidos en Estados Unidos entre 1896 y 2014. En total, recopilaron datos sobre 3.575 diferentes modelos de coche producidos por 172 fabricantes. Esto equivaldría al "registro fósil".
Señalan en particular el primer y último año de producción de cada modelo. Esto representa la fecha de origen y de extinción de cada especie. Hacer un gráfico con estos datos produce una curva que demuestra el ritmo al que se originan especies nuevas y se extinguen con el paso del tiempo.
El avance clave de los investigadores, sin embargo, consiste en la forma de analizar esta curva mediante un proceso llamado "algoritmo de Montecarlo cadena de Markov de nacimiento-extinción" que simula el proceso de la evolución entre individuos para generar una curva que demuestre el ritmo de origen y extinción de las especies.
El truco, claro está, reside en generar una curva que concuerde con la historia de la producción automovilística. Y el equipo lo logra al introducir 10 millones de generaciones de individuos en el modelo. Hecho esto, pueden observar los importantes cambios ambientales que debe haber provocado que la evolución automovilística siguiera la misma curva.
Una pregunta interesante sería: ¿a qué corresponden los cambios ambientales simulados dentro del mundo real? Gjesfjeld dice que su análisis sugiere que se han producido dos importantes cambios en el ritmo al que aparecen nuevos modelos automovilísticos, uno en 1933 y otro en 1984. "En 1933, durante la Gran Depresión, y en 1984, cuanto tuvo lugar la reingeniería de los coches para cumplir con los estándares de eficiencia del combustible", describe la investigación.
Igualmente, han identificado dos cambios en el ritmo de extinción. "1935, que de nuevo corresponde con la Gran Depresión, y 1960, que marca el auge del dominio de los "Tres Grandes" [General Motors, Ford Motor Company y Chrysler] dentro del mercado automovilístico estadounidense", continúa el texto.
Los datos también revelan una curiosa característica del desarrollo automovilístico a partir de la década de 1980. Resulta que desde entonces, la tasa de extinción de los modelos de coche estadounidenses ha sido mayor que la de nacimiento. "Esto indica que durante los últimos 30 años se han perdido más modelos estadounidenses de coche de los que se han creado nuevos", escriben.
Al mismo tiempo, también ha disminuido la diversidad. "Esto significa que aunque se han introducido menos modelos nuevos de coche hacia el presente, la vida útil de estos modelos ha tendido a prolongarse", explican.
Eso proporciona unas importantes pruebas a favor de determinadas teorías de evolución tecnológica. Gjesfjeld afirma: "Nuestra investigación concuerda con la idea de que después de establecerse unos modelos de coche 'dominantes' después de la Segunda Guerra Mundial, los efímeros modelos "experimentales" se volvieron menos comunes debido al aumento de costes asociados a su fabricación en comparación con los diseños establecidos, dando paso a un descenso generalizado en la diversidad global", dicen.
Pero esto sólo es aplicable a los coches de gasolina. En años recientes, la industria automovilística ha observado la emergencia de vehículos híbridos y eléctricos, y están siguiendo otro patrón distinto de evolución. El equipo prevé "que los coches eléctricos e híbridos puedan estar experimentando las fases tempranas de un evento de radiación, y se espera una dramática diversificación durante los próximos tres o cuatro décadas", afirman.
Es un trabajo interesante con mucho potencial. Al centrarse sólo en las fechas en las que se originan y se extiguen nuevos modelos, el equipo de Gjesfjeld puede crear un detallado entendimiento de su evolución y las fuerzas que han influido en ella.
Y puesto que esta información resulta relativamente fácil de recopilar para otras tecnologías modernas, sólo debería ser cuestión de tiempo antes de que empecemos a observar tratamientos similares de otras tecnologías como los móviles, las cámaras, los microondas y tal vez los textiles, los muebles y así sucesivamente.
Todo esto puede juntarse para proporcionarnos una imagen de la evolución cultural nunca antes vista.
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