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Ellos miran el teatro como un camino hacia la transformación: transmutar lo malo para convertirlo en oro. De ahí el nombre de Alquimia, compañía teatral del Centro de Ejecución y Sanciones Penales Varonil Oriente (CESPVO) que desde hace cinco años permite a las personas privadas de su libertad externar sus emociones y adquirir herramientas para destejer su regreso a la sociedad.
“Este tipo de actividades los lleva a reflexionar sobre el porqué vinieron y el error que han cometido; les permite visualizarse de manera diferente para resignificar esa etapa a razón de las actividades y el tratamiento que se les da aquí”, comenta Adhemar Martínez, coordinador de Cultura, Deporte y Recreación del CESPVO.
Este año, más de 50 actores en escena participaron en el Concurso Interreclusorios de Pastorelas Penitenciarias con la representación “Rap, ida y curiosa”, una divertida adaptación musical de la tradicional historia del nacimiento de Jesucristo, al ritmo y estilo del rap, que para su creador es una ventana por donde se pueden ver de manera cómica distintos temas sociales, incluida la vida en reclusión.
La apuesta es por un tratamiento integral que funcione como un proceso de conversión, a través de 24 diferentes cursos, talleres y actividades lúdicas que ofrecen a estos hombres próximos a salir, para lograr una reinserción paulatina a la vida en libertad.
Con una tendencia de entre 50 y 60 participantes por año, el grupo teatral Alquimia forma parte de estas actividades que certifica a la institución como uno de los mejores centros de atención integral y de apoyo a los internos.
La Virgen María
Cada vez que Beto caracteriza a la Virgen María, se acuerda de su mamá: cohibida, risueña y contenta. “Cuando era chico y ya no quise ir a la escuela, mi mamá me llevaba a trabajar con ella. Siempre veía sus comedias, por eso me cayó bien este papel”, dice el hombre de 42 años, de los cuales ha pasado dos en reclusión.
A ocho meses de salir, Beto cree que este papel le ha dado disciplina y ayudado a entender cómo hacer bien las cosas. También a salir de lo cotidiano y olvidarse un poco de la cárcel.
Para representarlo aprendió a leer y a escribir, y en su tiempo libre practicaba para lograr la voz dulce y tierna de María. “Si mi madre viviera se lo dedicaría, pero como ella ya no vive se lo dedico a mi familia, aunque estoy sentido con ellos porque no me vienen a ver”.
Director y guionista
De pequeño, Nacho coleccionaba monedas viejas e ideas de escenas cinematográficas que escribía en servilletas.
Ésta es la tercera vez que este hombre de 35 años está en reclusión; fue hasta que llegó a uno de estos centros cuando descubrió el valor del teatro, que lo llevó a tomar un curso de creación literaria y después a escribir el guión de esta obra.
A tres meses de salir, después de seis años de reclusión, Nacho afirma que si él hubiera tenido la oportunidad de ir al teatro cuando estaba en libertad, a lo mejor su vida hubiera tomado un rumbo distinto.
Como guionista y director de la pastorela, considera que el teatro ayuda a la reinserción, porque te enseña a respirar, lo cual sirve para tomar una pausa en la vida diaria, crear conciencia para tomar mejores decisiones.
Lucifer
Para Mario, hacer el papel de Lucifer le hizo entrar en razón. “Mi personaje empieza siendo el malo, el terror, el más maldito, y acaba doblegándose. La vida es así, no me importó nada antes de llegar aquí, fui desobligado, me valía gorro todo, y ahora veo que le importo a mi familia y me estoy doblegando por ellos”.
A nueves meses de salir, y a tres años y medio de permanecer en reclusión, Mario reconoce que hacer reír a la gente es un desafío cuando se es callado y poco sociable. La representación del mal le ha ayudado a desenvolverse y platicar con la gente, porque afirma que ahora es muy diferente a como era antes.
“Ahora digo que sí la regué. Al final la cárcel no la estoy viviendo solo yo, también la están viviendo ellos. Y qué culpa tienen, si esto me lo gané yo”.
El Tonayo
Cuando “El Paleta” le contó a su familia que este año participaría en una pastorela, nadie le creyó.
“Nunca imaginé que pudiera llegar a hacer algo bueno. La sociedad nos tiene catalogados como delincuentes y aquí nos damos cuenta de que sabemos hacer algo más que ese tipo de cosas“, comenta el hombre de 32 años.
A un año y medio de salir, y después de casi cuatro de estar en reclusión, “El Paleta” se prepara para la libertad, porque no tiene la intención de regresar. Para él, su actuación como “El Tonayo” —un pastor alcohólico, gruñón y dicharachero que se comunica en idioma “canero”—, lo ha regresado a su familia y le ha permitido que ellos vuelvan a creer en él.