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(SinEmbargo).- En 1950, la tercera parte de la población mexicana fallecía a consecuencia de enfermedades infecciosas y parasitarias, y el promedio de vida no llegaba ni a 50 años, de acuerdo con el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi). Hoy, los habitantes de la República Mexicana mueren principalmente por enfermedades crónicas.
De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS), las enfermedades crónicas se caracterizan por ser de larga duración y generalmente de progresión lenta. Los padecimientos respiratorios, cardíacos, infartos, cáncer y diabetes, expone en su página oficial, son las causas principales de mortalidad en el planeta.
En 2017, el Inegi reportó como las primeras causas de muerte en el país a la diabetes mellitus, las enfermedades isquémicas del corazón, las del hígado, las cerebrovasculares, las crónicas de las vías respiratorias inferiores y las hipertensivas, además de las agresiones.
El titular de la Secretaría de Salud, José Narro Robles, dijo en marzo pasado que las enfermedades crónico-degenerativas son la causa del 50 por ciento de las muertes en el país.
Sin embargo, el sistema de salud pública en México está limitado, es altamente desigual y se encuentra “desbordado”. Además, los pacientes y sus familias son propensos a los problemas económicos, pues se ven en la necesidad de pagar por medicamentos o servicios en el sector privado, ante la incapacidad del Estado mexicano de cumplir con lo que dicta el Artículo 4 de la Constitución:
“Toda persona tiene derecho a la protección de la salud. La ley definirá las bases y modalidades para el acceso a los servicios de salud y establecerá la concurrencia de la Federación y las entidades federativas en materia de salubridad general, conforme a lo que dispone la fracción XVI del artículo 73 de esta Constitución”.
En este escenario, plantean centros de investigación, es urgente dar pasos hacia la transformación y universalización del sistema de salud, lo cual requiere compromiso pero, sobre todo, presupuesto suficiente.
La Encuesta Nacional de Salud y Nutrición 2016 (ENSANUT) arrojó que la prevalencia de diabetes en el país llegó a 10.3 por ciento en mujeres y a 8.4 por ciento en varones. Además, cifras del INEGI revelan que en ese año fallecieron 105 mil 574 personas a consecuencia de dicha enfermedad no transmisible, mientras en 1990 las muertes llegaban a 25 mil 782.
Datos del Gobierno de México señalan que a partir de 2006, el cáncer de mama desplazó al cáncer cérvico uterino como la primera causa de muerte por cáncer en el sexo femenino. En 2013, por ejemplo, se registraron 5 mil 405 defunciones y las entidades con mayor mortalidad por dicha causa son Coahuila, Sonora y Nuevo León.
En el país, existen pocos datos estadísticos sobre la leucemia, sin embargo, el médico Alberto Olaya Vargas, de la Facultad de Medicina de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), informó que se diagnostican aproximadamente 7 mil casos nuevos de leucemia en la población mexicana por año y de ellos, aproximadamente la mitad corresponden a leucemia mielógena crónica.
De acuerdo con datos de la Fundación Mexicana del Riñón, en el país existen alrededor de 140 mil pacientes con Insuficiencia Renal Crónica y de ellos, sólo la mitad es atendida en el Sector Salud. El Seguro Popular, por ejemplo, no cubre los tratamientos para esa enfermedad.
A pesar de la situación, el país invierte sólo el 3.1 por ciento del Producto Interno Bruto (PIB) en el sector; es decir, apenas una tercera parte de lo que destinan, por ejemplo, Suiza y Francia: 9.1 y 9.2 por ciento, respectivamente.
Aunado a ello, durante el sexenio de Enrique Peña Nieto el presupuesto del Ramo 12 Salud ha sido trasquilado. Los recursos destinados al sector con los que arrancó el Gobierno federal su administración están prácticamente igual que al cierre, en números cerrados, 122 mil millones de pesos.
“México está en un problemón, se han hecho esfuerzos, pero relativamente escasos. El presupuesto en salud ante el contexto tan complicado en finanzas públicas se ha reducido en términos reales y no hay compromiso real para que este presupuesto se mantenga, por lo menos que no se reduzca. [El sistema mexicano de salud] está llegando a un límite, está desbordado”, dijo Fatima Masse, consultora en el Instituto Mexicano para la Competitividad (IMCO), en entrevista para SinEmbargo.
La investigadora explicó que al descontar el efecto de la inflación, es posible observar que entre 2012 y 2018 el presupuesto cayó en 20 por ciento, es decir, lo que se podía comprar con lo que recibió la Secretaría de Salud a principios del sexenio, a finales del mismo resulta menor.
“Es preocupante porque se traduce en menores acciones y es una señal que indica que el sector salud está rebasado”, comentó.
El Presupuesto de Egresos de la Federación para el Ramo 12 revela que en 2012 se destinaron 113 mil 480 millones de pesos, mientras que al final del sexenio, en 2018, bajó a 90 mil 558 mdp.
Actualmente, 21 millones 424 mil 924 de personas no tienen afiliación a alguna institución de salud, y únicamente el 42 por ciento de los mexicanos cuenta con cobertura con amplio paquete de atención, dice un estudio del Centro de Investigación Económica y Presupuestaria (CIEP).
El número de afiliados a los distintos servicios de salud públicos varía. En su último análisis “Sistema Universal de Salud. Retos de cobertura y Financiamiento”, el CIEP apunta que el Seguro Popular cuenta con 55.6 millones, el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) con 43.4, el Instituto de Seguridad y Servicios Sociales de los Trabajadores del Estado (ISSSTE) con 6.8, los hospitales de Petróleos Mexicanos (Pemex) con uno y el programa IMSS Prospera con 1.3.
Pero, ¿a quiénes atiende cada servicio?
El Seguro Popular brinda servicio a quienes no se encuentran inscritos en alguna institución, no tiene costo para la población con menos recursos económicos, pero puede llegar a cobrar cuotas anuales que rondan los 11 mil pesos. El IMSS atiende a los trabajadores del sector formal, el ISSSTE acoge a los trabajadores del Estado. Los hospitales de Pemex benefician a los empleados de la paraestatal, quienes no están obligados a aportar cuota alguna. El programa IMSS Prospera se dirige a quienes cuentan con escasos recursos, viven en comunidades rurales o urbanas marginadas y no son derechohabientes de ningún otro organismo.
La brecha de desigualdad en los servicios de salud es amplia: quienes están afiliados al Seguro Popular –que depende del presupuesto de la Secretaría de Salud– tienen acceso a un catálogo de mil 603 intervenciones médicas entre las que se cuentan diagnósticos, vacunas, cirugías y tratamientos, sin embargo, no cuentan, por ejemplo, con el tratamiento para la insuficiencia renal, cuando el resto de las instituciones mencionadas sí brindan ese servicio.
En contraste, el servicio médico de Pemex, cuyo presupuesto proviene de la paraestatal, incluye más de 8 mil intervenciones médicas e incluso sus derechohabientes cuentan con acceso a cirugías estéticas y cosméticas, según el CIEP.
Además, dicho centro de investigación reveló que los recursos destinados por paciente anualmente, es también desigual entre organismos. Una muestra: Pemex invierte cerca de 9 mil pesos por derechohabiente, mientras IMSS Prospera apenas un 10 por ciento de esa cantidad.
La afiliación no implica forzosamente el acceso a los servicios necesarios para cada paciente, dijo a este medio digital Judith Senyacen Méndez, coordinadora de Salud y Finanzas Públicas del CIEP: “Por un lado tenemos sistemas que resultan muy generosos, como es el caso de Pemex, y sistemas que están muy limitados, como el caso de IMSS Prospera o el Seguro Popular. Empezando por ahí, el hecho de ser derechohabiente de alguna de las instituciones, no te garantiza que tengas acceso a la atención de un gran catálogo de enfermedades”.
En el mismo sentido, Masse declaró que el sistema mexicano de salud “está llegando a un límite”, pues, por un lado tiene cobertura insuficiente y a pesar de que se han dado pasos hacia la universalización de la cobertura, por ejemplo, con la implementación del Seguro Popular, hay desabasto de medicamentos: en 2016, sólo el 61 por ciento de las personas que acudieron a consulta en los servicios estatales de salud salieron con todos sus medicamentos, o sea que el 39 por ciento restante tuvo que comprar.
EXCESIVO EL GASTO DE BOLSILLO
El IMCO define el gasto de bolsillo como el desembolso directo de las familias para solventar requerimientos de la atención de la salud. En el caso de las enfermedades crónicas, las cuotas pueden llegar a provocar que una familia entre en condición de pobreza.
“Es usar dinero de la cartera de las familias para solventar gastos de salud para diversas enfermedades. Eso no implica dinero para comprar un seguro de gastos médicos mayores, sino es para comprar una consulta médica, medicamentos, hospitalizaciones. Cuando se destina el gasto de bolsillo para cubrir el gasto de enfermedades crónicas, incluso en proporciones relativamente pequeñas del 20 ó 30 por ciento, puede condicionar a que las familias caigan en pobreza. Estamos hablando de familias de clase media y clase media alta”, comentó Masse.
México es el segundo país dentro de los miembros de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) con el mayor porcentaje de gasto de bolsillo dirigido al rubro: 41 por ciento; mientras el promedio se encuentra en 21 por ciento.
En un México ideal, la creación de un Sistema Universal de Salud tendría cabida, es decir, que se garantice el acceso a servicios de salud oportunos y de calidad a todos los habitantes del país.
Para lograrlo, el CIEP toma en cuenta tres aspectos: afiliación, gasto que se destina y servicios de atención.
Además, el IMCO propone:
–Crear métricas de calidad en los servicios de salud.
–Fortalecer a la Cofepris para que sea más transparente y tenga mayor alcance.
–Implementar acciones para centrar los servicios de salud en el paciente.
–Implementar acciones para centrar los servicios de salud en el paciente.
–Fortalecer el primer nivel de atención.
–Mejorar la capacitación del personal de salud.
(SinEmbargo).- En 1950, la tercera parte de la población mexicana fallecía a consecuencia de enfermedades infecciosas y parasitarias, y el promedio de vida no llegaba ni a 50 años, de acuerdo con el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi). Hoy, los habitantes de la República Mexicana mueren principalmente por enfermedades crónicas.
De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS), las enfermedades crónicas se caracterizan por ser de larga duración y generalmente de progresión lenta. Los padecimientos respiratorios, cardíacos, infartos, cáncer y diabetes, expone en su página oficial, son las causas principales de mortalidad en el planeta.
En 2017, el Inegi reportó como las primeras causas de muerte en el país a la diabetes mellitus, las enfermedades isquémicas del corazón, las del hígado, las cerebrovasculares, las crónicas de las vías respiratorias inferiores y las hipertensivas, además de las agresiones.
El titular de la Secretaría de Salud, José Narro Robles, dijo en marzo pasado que las enfermedades crónico-degenerativas son la causa del 50 por ciento de las muertes en el país.
Sin embargo, el sistema de salud pública en México está limitado, es altamente desigual y se encuentra “desbordado”. Además, los pacientes y sus familias son propensos a los problemas económicos, pues se ven en la necesidad de pagar por medicamentos o servicios en el sector privado, ante la incapacidad del Estado mexicano de cumplir con lo que dicta el Artículo 4 de la Constitución:
“Toda persona tiene derecho a la protección de la salud. La ley definirá las bases y modalidades para el acceso a los servicios de salud y establecerá la concurrencia de la Federación y las entidades federativas en materia de salubridad general, conforme a lo que dispone la fracción XVI del artículo 73 de esta Constitución”.
En este escenario, plantean centros de investigación, es urgente dar pasos hacia la transformación y universalización del sistema de salud, lo cual requiere compromiso pero, sobre todo, presupuesto suficiente.
La Encuesta Nacional de Salud y Nutrición 2016 (ENSANUT) arrojó que la prevalencia de diabetes en el país llegó a 10.3 por ciento en mujeres y a 8.4 por ciento en varones. Además, cifras del INEGI revelan que en ese año fallecieron 105 mil 574 personas a consecuencia de dicha enfermedad no transmisible, mientras en 1990 las muertes llegaban a 25 mil 782.
Datos del Gobierno de México señalan que a partir de 2006, el cáncer de mama desplazó al cáncer cérvico uterino como la primera causa de muerte por cáncer en el sexo femenino. En 2013, por ejemplo, se registraron 5 mil 405 defunciones y las entidades con mayor mortalidad por dicha causa son Coahuila, Sonora y Nuevo León.
En el país, existen pocos datos estadísticos sobre la leucemia, sin embargo, el médico Alberto Olaya Vargas, de la Facultad de Medicina de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), informó que se diagnostican aproximadamente 7 mil casos nuevos de leucemia en la población mexicana por año y de ellos, aproximadamente la mitad corresponden a leucemia mielógena crónica.
De acuerdo con datos de la Fundación Mexicana del Riñón, en el país existen alrededor de 140 mil pacientes con Insuficiencia Renal Crónica y de ellos, sólo la mitad es atendida en el Sector Salud. El Seguro Popular, por ejemplo, no cubre los tratamientos para esa enfermedad.
A pesar de la situación, el país invierte sólo el 3.1 por ciento del Producto Interno Bruto (PIB) en el sector; es decir, apenas una tercera parte de lo que destinan, por ejemplo, Suiza y Francia: 9.1 y 9.2 por ciento, respectivamente.
Aunado a ello, durante el sexenio de Enrique Peña Nieto el presupuesto del Ramo 12 Salud ha sido trasquilado. Los recursos destinados al sector con los que arrancó el Gobierno federal su administración están prácticamente igual que al cierre, en números cerrados, 122 mil millones de pesos.
“México está en un problemón, se han hecho esfuerzos, pero relativamente escasos. El presupuesto en salud ante el contexto tan complicado en finanzas públicas se ha reducido en términos reales y no hay compromiso real para que este presupuesto se mantenga, por lo menos que no se reduzca. [El sistema mexicano de salud] está llegando a un límite, está desbordado”, dijo Fatima Masse, consultora en el Instituto Mexicano para la Competitividad (IMCO), en entrevista para SinEmbargo.
La investigadora explicó que al descontar el efecto de la inflación, es posible observar que entre 2012 y 2018 el presupuesto cayó en 20 por ciento, es decir, lo que se podía comprar con lo que recibió la Secretaría de Salud a principios del sexenio, a finales del mismo resulta menor.
“Es preocupante porque se traduce en menores acciones y es una señal que indica que el sector salud está rebasado”, comentó.
El Presupuesto de Egresos de la Federación para el Ramo 12 revela que en 2012 se destinaron 113 mil 480 millones de pesos, mientras que al final del sexenio, en 2018, bajó a 90 mil 558 mdp.
Actualmente, 21 millones 424 mil 924 de personas no tienen afiliación a alguna institución de salud, y únicamente el 42 por ciento de los mexicanos cuenta con cobertura con amplio paquete de atención, dice un estudio del Centro de Investigación Económica y Presupuestaria (CIEP).
El número de afiliados a los distintos servicios de salud públicos varía. En su último análisis “Sistema Universal de Salud. Retos de cobertura y Financiamiento”, el CIEP apunta que el Seguro Popular cuenta con 55.6 millones, el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) con 43.4, el Instituto de Seguridad y Servicios Sociales de los Trabajadores del Estado (ISSSTE) con 6.8, los hospitales de Petróleos Mexicanos (Pemex) con uno y el programa IMSS Prospera con 1.3.
Pero, ¿a quiénes atiende cada servicio?
El Seguro Popular brinda servicio a quienes no se encuentran inscritos en alguna institución, no tiene costo para la población con menos recursos económicos, pero puede llegar a cobrar cuotas anuales que rondan los 11 mil pesos. El IMSS atiende a los trabajadores del sector formal, el ISSSTE acoge a los trabajadores del Estado. Los hospitales de Pemex benefician a los empleados de la paraestatal, quienes no están obligados a aportar cuota alguna. El programa IMSS Prospera se dirige a quienes cuentan con escasos recursos, viven en comunidades rurales o urbanas marginadas y no son derechohabientes de ningún otro organismo.
La brecha de desigualdad en los servicios de salud es amplia: quienes están afiliados al Seguro Popular –que depende del presupuesto de la Secretaría de Salud– tienen acceso a un catálogo de mil 603 intervenciones médicas entre las que se cuentan diagnósticos, vacunas, cirugías y tratamientos, sin embargo, no cuentan, por ejemplo, con el tratamiento para la insuficiencia renal, cuando el resto de las instituciones mencionadas sí brindan ese servicio.
En contraste, el servicio médico de Pemex, cuyo presupuesto proviene de la paraestatal, incluye más de 8 mil intervenciones médicas e incluso sus derechohabientes cuentan con acceso a cirugías estéticas y cosméticas, según el CIEP.
Además, dicho centro de investigación reveló que los recursos destinados por paciente anualmente, es también desigual entre organismos. Una muestra: Pemex invierte cerca de 9 mil pesos por derechohabiente, mientras IMSS Prospera apenas un 10 por ciento de esa cantidad.
La afiliación no implica forzosamente el acceso a los servicios necesarios para cada paciente, dijo a este medio digital Judith Senyacen Méndez, coordinadora de Salud y Finanzas Públicas del CIEP: “Por un lado tenemos sistemas que resultan muy generosos, como es el caso de Pemex, y sistemas que están muy limitados, como el caso de IMSS Prospera o el Seguro Popular. Empezando por ahí, el hecho de ser derechohabiente de alguna de las instituciones, no te garantiza que tengas acceso a la atención de un gran catálogo de enfermedades”.
En el mismo sentido, Masse declaró que el sistema mexicano de salud “está llegando a un límite”, pues, por un lado tiene cobertura insuficiente y a pesar de que se han dado pasos hacia la universalización de la cobertura, por ejemplo, con la implementación del Seguro Popular, hay desabasto de medicamentos: en 2016, sólo el 61 por ciento de las personas que acudieron a consulta en los servicios estatales de salud salieron con todos sus medicamentos, o sea que el 39 por ciento restante tuvo que comprar.
EXCESIVO EL GASTO DE BOLSILLO
El IMCO define el gasto de bolsillo como el desembolso directo de las familias para solventar requerimientos de la atención de la salud. En el caso de las enfermedades crónicas, las cuotas pueden llegar a provocar que una familia entre en condición de pobreza.
“Es usar dinero de la cartera de las familias para solventar gastos de salud para diversas enfermedades. Eso no implica dinero para comprar un seguro de gastos médicos mayores, sino es para comprar una consulta médica, medicamentos, hospitalizaciones. Cuando se destina el gasto de bolsillo para cubrir el gasto de enfermedades crónicas, incluso en proporciones relativamente pequeñas del 20 ó 30 por ciento, puede condicionar a que las familias caigan en pobreza. Estamos hablando de familias de clase media y clase media alta”, comentó Masse.
México es el segundo país dentro de los miembros de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) con el mayor porcentaje de gasto de bolsillo dirigido al rubro: 41 por ciento; mientras el promedio se encuentra en 21 por ciento.
En un México ideal, la creación de un Sistema Universal de Salud tendría cabida, es decir, que se garantice el acceso a servicios de salud oportunos y de calidad a todos los habitantes del país.
Para lograrlo, el CIEP toma en cuenta tres aspectos: afiliación, gasto que se destina y servicios de atención.
Además, el IMCO propone:
–Crear métricas de calidad en los servicios de salud.
–Fortalecer a la Cofepris para que sea más transparente y tenga mayor alcance.
–Implementar acciones para centrar los servicios de salud en el paciente.
–Implementar acciones para centrar los servicios de salud en el paciente.
–Fortalecer el primer nivel de atención.
–Mejorar la capacitación del personal de salud.