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Japoneses prefieren relaciones con muñecas sexuales y estas son las consecuencias económicas y poblacionales que podría tener esta nueva moda.
Entre los ancianos de Japón, un fenómeno se ha vuelto cada vez más recurrente: adquirir muñecas sexuales hiperrealistas, para hacerlas “sus esposas”.
Un documental realizado por la agencia noticiosa RT, explora las historias de algunas de las personas que han comprado estas muñecas, así como las consecuencias que este tipo de conducta podría traer a la cada vez más envejecida población japonesa.
Es un hecho que la población en Japón se ha vuelto más vieja y que los jóvenes se sienten menos atraídos por la idea de conseguir una pareja.
Kanako Amano, del Instituto de Investigación NLI, indica ante las cámaras que el mayor problema de la nación del Sol Naciente, es el descenso de la tasa de la natalidad y la disminución de la población.
Además, a decir de una joven japonesa que a sus 34 años de edad vive sola, los hombres japoneses se sienten cada vez más presionados por conseguir pareja, ya que las mujeres “solo quieren estar con alguien que gane lo suficientemente bien como para mantenerlas”.
Por otro lado, Senji Nakajima, de 62 años de edad, asegura que los valores de los hombres han ido de mal en peor en los últimos años y más porque las mujeres han ido perdiendo la confianza de vivir con un hombre que les garantice un futuro próspero.
Nakajima tiene dos hijos y, de hecho, está casado, aunque con alguien que vive lejos de él.
Por ello, este hombre de la tercera edad vive con su muñeca sexual, a la que suele llevar al karaoke o incluso de excursión al campo.
Por otro lado, Moru es un hombre mayor que también vive con muñecas sexuales, a las que trata como si estuvieran vivas, vistiéndolas y aseándolas cada que puede.
El caso de Moru es diferente, ya que hace cuatro años su esposa murió, dejándolo completamente solo y con la necesidad de llenar el vacío emocional con el que se quedó.
Por ello adquirió primero una muñeca y luego a otras dos, a las que sienta en su sala, listas siempre a “recibir” a sus visitantes.
En el documental también se cuenta la historia de una persona que vende estas muñecas y las envía a todos los rincones de Japón donde, tanto hombres como mujeres, están dispuestos a pagar hasta cuatro mil dólares por una sola muñeca.
Sin embargo, para Kanako Amano, la situación es preocupante, ya que, según sus cifras, en tan solo tres décadas, la población de Japón disminuirá en un tercio.
Ella teme que si la sexualidad continúa a la baja entre los nipones y la tasa de natalidad no crece, la población japonesa podría extinguirse.
Japoneses prefieren relaciones con muñecas sexuales y estas son las consecuencias económicas y poblacionales que podría tener esta nueva moda.
Entre los ancianos de Japón, un fenómeno se ha vuelto cada vez más recurrente: adquirir muñecas sexuales hiperrealistas, para hacerlas “sus esposas”.
Un documental realizado por la agencia noticiosa RT, explora las historias de algunas de las personas que han comprado estas muñecas, así como las consecuencias que este tipo de conducta podría traer a la cada vez más envejecida población japonesa.
Es un hecho que la población en Japón se ha vuelto más vieja y que los jóvenes se sienten menos atraídos por la idea de conseguir una pareja.
Kanako Amano, del Instituto de Investigación NLI, indica ante las cámaras que el mayor problema de la nación del Sol Naciente, es el descenso de la tasa de la natalidad y la disminución de la población.
Además, a decir de una joven japonesa que a sus 34 años de edad vive sola, los hombres japoneses se sienten cada vez más presionados por conseguir pareja, ya que las mujeres “solo quieren estar con alguien que gane lo suficientemente bien como para mantenerlas”.
Por otro lado, Senji Nakajima, de 62 años de edad, asegura que los valores de los hombres han ido de mal en peor en los últimos años y más porque las mujeres han ido perdiendo la confianza de vivir con un hombre que les garantice un futuro próspero.
Nakajima tiene dos hijos y, de hecho, está casado, aunque con alguien que vive lejos de él.
Por ello, este hombre de la tercera edad vive con su muñeca sexual, a la que suele llevar al karaoke o incluso de excursión al campo.
Por otro lado, Moru es un hombre mayor que también vive con muñecas sexuales, a las que trata como si estuvieran vivas, vistiéndolas y aseándolas cada que puede.
El caso de Moru es diferente, ya que hace cuatro años su esposa murió, dejándolo completamente solo y con la necesidad de llenar el vacío emocional con el que se quedó.
Por ello adquirió primero una muñeca y luego a otras dos, a las que sienta en su sala, listas siempre a “recibir” a sus visitantes.
En el documental también se cuenta la historia de una persona que vende estas muñecas y las envía a todos los rincones de Japón donde, tanto hombres como mujeres, están dispuestos a pagar hasta cuatro mil dólares por una sola muñeca.
Sin embargo, para Kanako Amano, la situación es preocupante, ya que, según sus cifras, en tan solo tres décadas, la población de Japón disminuirá en un tercio.
Ella teme que si la sexualidad continúa a la baja entre los nipones y la tasa de natalidad no crece, la población japonesa podría extinguirse.