Los misterios del saco de Pancho Villa, a 95 años de su asesinato

17 noviembre 2018
Noticias de Yucatán. Noticias de Hoy
A 108 años del inicio de la Revolución Mexicana, aún se busca explicación para los misterios que rodean a una de sus grandes figuras: Francisco Villa, quien lideró la lucha armada en el norte del país.

La Revolución estalló el 20 de noviembre de 1910. La actuación del jefe revolucionario de la División del Norte fue determinante para la derrota del régimen que gobernaba al país en aquellos años. Los seguidores de Villa se apoderaron de las tierras de los hacendados para repartirlas entre los campesinos y soldados. Llegó a tener a su cargo 30.000 hombres

Sobre él existen muchas historias, desde las que lo retratan como un verdadero héroe revolucionario hasta las que aseguran que se trataba de un bandolero, mujeriego y entregado a los excesos. Sin embargo, en el libro "Pancho Villa", una de las biografías más representativas del caudillo, el escritor mexicano Paco Ignacio Taibo II publicó que en realidad se trataba de un hombre abstemio que condenó a muerte a sus seguidores que caían en la adicción y destruyó cientos de litros de alcohol.

Se le atribuyen relaciones con al menos 27 mujeres. Pero fue la famosa vedette de la época, María Conesa, la que no pudo conquistar. Habría tenido 26 hijos.

Todo el tiempo se sentía incómodo con la cabeza descubierta, por eso siempre usaba un sombrero que nunca se quitaba en público. De 207 fotografías que fueron analizadas sobre él, únicamente en 20 tenía la cabeza descubierta.
El 20 de julio de 1923, José Doroteo Arango Arámbula, su nombre real, fue acribillado en Parral, en el estado de Chihuahua, junto con otras personas que lo acompañaban.

De los seis hombres que viajaban en el auto sólo una sobrevivió al ataque que fue perpetrado al grito de ¡Viva México Cabrones! Ahí murieron Villa, su secretario, su chófer y asistente y dos de los tres guardaespaldas que lo acompañaban. Unos meses atrás, el también conocido como el "Centauro del Norte" había anunciado su regreso a la política luego de años de retiro.

Uno de los hombres que participaron en el ataque fue José Sáenz Pardo, quien en una entrevista concedida a la televisión mexicana en los años ochenta explicó que la decisión de realizar la emboscada se tomó después de que gente de Villa asesinara a algunos de sus familiares. A Jesús Barraza, otro de los complotistas, le habían ofrecido 2 millones de pesos para revelar el móvil del crimen, pero se negó.
El grupo estaba integrado por ocho personas y estuvo vigilando los movimientos de Villa y su gente durante semanas. La seña para el comando fue un pañuelo blanco que indicaba que iba en el auto. Un intento anterior de asesinarlo fue cancelado porque el lugar del ataque se encontraba cerca de una escuela.

Pero ese día de julio "la idea era matarlo a él", aseguró Sáenz. Al ver la señal del pañuelo blanco, el comando salió al paso del auto que recibió al menos 40 tiros. Aunque el "Centauro del Norte" iba acompañado de su equipo de seguridad, el ataque los tomó por sorpresa y su respuesta fue tardía.

Villa murió instantáneamente de 13 disparos: 12 en el cuerpo y uno en la cabeza. De los atacantes, sólo uno resultó lesionado. Las fotografías del cuerpo de uno de sus acompañantes colgando de la ventana delantera del auto llenaron los diarios del país.

"El auto se quedó sin control, nada más alcanzó a tocar el claxon, pero no pudo ni frenar", señaló Sáenz Pardo.
Aunque los integrantes del comando fueron detenidos, algunos objetos que eran importantes para la investigación estuvieron perdidos durante décadas, uno de estos fue el saco que el general revolucionario llevaba puesto el día del crimen.

Versiones de la época señalan que poco después del asesinato los objetos personales de Villa, incluido el saco, fueron entregados inmediatamente a su segunda esposa, Austreberta Rentería. El sacó reapareció en los años sesenta cuando la mujer donó a la Nación algunas de las pertenencias del revolucionario.

Los misterios del saco
El saco, en color crema y confeccionado en lino, fue uno de los testigos de la emboscada. Durante décadas permaneció en el Museo Nacional Castillo de Chapultepec en Ciudad de México, pero en 2016, ante el deterioro que presentaba, fue enviado a la Escuela Nacional de Conservación, Restauración y Museografía. Ahí, un diagnóstico realizado por estudiantes determinó que la prenda en su momento hubiera sido una prueba primaria de la investigación que se realizó sobre la muerte de Villa.

A pesar de estar rasgado y roto por los impactos de las balas, también se determinó que las labores que se debían realizar eran sólo para evitar un deterioro mayor y no para tratar de reconstruirlo. Durante la revisión surgió una interrogante: el "Centauro del Norte" había recibido 12 disparos en el cuerpo, pero el saco sólo mostraba 11 orificios. Además, sorprendió que las manchas de sangre eran muy tenues.
"Tiene todas las evidencias físicas del momento de su asesinato, por eso es considerado una fuente primaria. Se sabe que la ropa fue extraída del cuerpo después de muerto y creemos que fue completamente entregada a su segunda esposa, Austreberta, debido a que después ya no se sabe nada hasta mediados de los sesenta, que fue cuando ella la donó al Museo Nacional de Historia", dijo en 2016 al Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), el encargado del cuidado del patrimonio histórico del país, Mónica Pinillos, estudiante del grupo que tenía a su cargo la restauración de la prenda.

Entre los trabajos realizados se identificó la materia prima y cómo estaba confeccionado (para determinar en qué áreas se podía restaurar) y así evitar que continuará el deterioro.

"El material estaba estable, pero había deshilachado y eso representaba un riesgo de que se perdiera. En la manga izquierda muestra un corte que se debió hacer para retirarlo del cuerpo y es una pieza que no se puede tocar porque es evidencia de la historia", explicó Minillos, pero el misterio más grande era que no presentaba el orificio de la bala que recibió en el corazón.

Ante la falta de un peritaje judicial sobre la prenda, Pinillos y su grupo llegaron a la conclusión de que una de las posibles explicaciones sobre la falta del orificio era que en el momento de la emboscada, Villa traía el saco abierto y así se encontró una explicación lógica al misterio que rodeaba a la prenda.
Fuente Infobae
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