Recuerdan por qué el beso del marinero no fue un acto de amor

22 febrero 2019
Noticias de Yucatán. 

El pasado 17 de febrero, murió a los 95 años de edad, George Mendonsa, el marinero al que en aquel entonces (corría el año 1945) le pareció fácil celebrar la felicidad que sentía por el fin de la Segunda Guerra Mundial, besando a la fuerza a una mujer desconocida que caminaba por la calle con un uniforme de enfermera. 

Durante años, el momento que fue inmortalizado por el fotógrafo Alfred Eisenstaedt en una postal que es reconocida como una de las postales más icónicas del mundo, se vio como un momento romántico que rebozaba felicidad, sin embargo, cuando la identidad de los protagonistas se reveló y Greta Friedman, la mujer en la escena relató que no conocía para nada a George y que ni siquiera lo vio acercarse para besarla, cambiaron la perspectiva. 

"No lo vi cuando se aproximó y antes de darme cuenta estaba agarrada muy firme", declaró Greta para CBS y en una entrevista para Veterans History Project ahondó en los sentimientos que le provocó el arrebato: “Sentí que él era muy fuerte. Me apretaba. No estoy segura del beso. Solo era alguien que celebraba. No fue algo romántico” 

Hoy reconocemos que aquel acontecimiento que ocurrió hace más de 70 años, fue un abuso y para corroborarlo no hace falta más que observar un poco más la fotografía. Greta no está cómoda, su rostro está tenso, en una de las dos instantáneas tiene los brazos sobre el pecho en un ademán de protección o rechazo, y en la otra el brazo izquierdo está extendido con el puño apretado. Por su parte, él, tiene ambos brazos rígidos aprisionando con fuerza a la mujer para evitar que se zafe. 

#MeToo, Greta

Con el fallecimiento de Mendonsa, el mundo recordó el episodio que es simplemente inevitable ignorar bajo el contexto actual. 

Así, el martes la policía de Sarasota, Florida, encontró que la estatua "Entrega Incondicional", inspirada en el beso forzado, había sido modificada por alguien que escribió "#MeToo" con aerosol en una de las piernas de la mujer.  

La frase y el acto en sí, obviamente recuerda al movimiento surgido en 2018 que alentó a las mujeres a alzar la voz para terminar con la violencia sexual. 

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