Realizar las labores domésticas no es sencillo y
para hacerlo hay que destinar horas y esfuerzo que no toda la gente está
dispuesta a invertir, por lo tanto la opción es contratar a alguien que lo
haga; sin embargo, ¿cuál es la cantidad ‘justa’ que se debe pagar por este
servicio?
Por una jornada de 4 horas, suficientes para limpiar un
departamento de 90 metros cuadrados, una trabajadora del hogar debe percibir un
salario de 365 pesos, mientras que, si la jornada es tiempo completo (8 horas),
el pago debe ser de 668 pesos al día, publica la revista Forbes, en su versión
digital.
El tabulador generado por la organización Parvada considera
principalmente los gastos de transporte, comida y vivienda. El cálculo se
deriva de un estudio que tomó en consideración las necesidades de un grupo de
trabajadoras del hogar en Zapopan, Jalisco.
“La remuneración por un trabajo debe tomar en cuenta las
necesidades de quien lo realiza. Si bien existe un salario mínimo, éste
difícilmente alcanza para cubrir las necesidades de las trabajadoras, por lo
que existe un imperativo ético de brindar una remuneración que les permita
vivir en condiciones dignas, independientemente que sea un trabajo que
mayoritariamente se practica desde la informalidad”.
Es decir, cuando una persona accede a pagarle a una
trabajadora (o trabajador) por ayudar en la limpieza de la casa debe considerar
no sólo la tarifa que puede conseguir, sino las necesidades que tiene la
persona que realiza.
En México existen 2.3 millones de trabajadoras domésticas,
de ellas, 97% no tiene seguridad social, 60% no tienen vacaciones y 76.5%
gana entre uno y dos salarios mínimos al día.
De acuerdo con el Consejo Nacional para Prevenir la
Discriminación (Conapred), una de cada 7 trabajadoras en el país ha sido
víctima de maltrato verbal o físico dentro de su trabajo.
La organización Parvada señala además que otras actividades
como el planchado, cuidado de personas dependientes, mensajería o compra de
supermercado deben ser considerados servicios adicionales con costo extra, pues
el cuidado de una persona dependiente puede tasarse en incluso más de 100 pesos
la hora, cuando muchas empleadas del hogar lo hacen sin percibir ingreso
adicional alguno.
Condiciones precarias y discriminación a quienes hacen
limpieza
Diversas organizaciones se han aliado para generar un
programa piloto que ayude a empadronar a las empleadas domésticas de manera
obligatoria en el Seguro Social para poder recibir atención en el IMSS.
En el marco de este logro, Parvada realizó un ejercicio para
saber qué tanto la sociedad seguía dispuesta a contratar trabajadoras bajo
esquemas de explotación laboral.
Como parte del ejercicio, en febrero y marzo se difundió
publicidad de una supuesta agencia de contratación en Guadalajara y Zapopan,
que ofrecía servicios de limpieza por 150 pesos diarios sin pagos extra y
ofreciendo el “beneficio” de que no era necesario alimentar a la trabajadora.
97% de las llamadas recibidas para pedir informes provenían
de colonias de clase media o alta. En las llamadas les explicaban que la agencia
se quedaba con 60% del salario, lo cual no generaba conflictos en los
interesados, incluso si eso suponía que sus empleadas ganaran sólo 60 pesos
diarios. Sólo 4% reconoció que se trataba de explotación laboral.
“Resulta fácil pensar que la explotación laboral sucede
siempre en otro lado y no entre quienes consideramos cercanos. La realidad es
que las personas a nuestro alrededor -amigos, familiares, colegas- pueden ser
parte de esto”, señala el informe Se busca Muchacha, la normalización de la explotación
en el trabajo del hogar.
Parvada detectó que existen tres tipos de empleadores de
trabajadoras domésticas:
1) Quienes no tienen ingresos suficientes para remunerar
adecuadamente a las trabajadoras
2) Quienes quieren pagar lo justo y tienen medios para
hacerlo, y
3) quienes no están interesados en pagar un salario justo
incluso si pueden hacerlo.
La mayoría de las llamadas correspondieron al tercer perfil.
Entre las prácticas de discriminación más arraigadas se
detectaron:
La discriminación nominal: la mayoría de quienes
pidieron informes se referían con términos que infantilizan a las mujeres como
“muchachas”, “señorita”, el informe destaca que estas expresiones no denotan
una relación laboral.
Discriminación en prácticas alimentarias: A quienes
llamaban se les sugería “usted no está obligado a darles de comer” o “puede
darles algo que les sobre”. Sólo 4 personas objetaron la propuesta, mientras
que el resto asentía y un par de interesados pidieron que eso estuviera por
escrito en un contrato.
El informe del ejercicio destaca que los patrones que tienen
los medios para pagar salarios justos y no lo hacen son responsables directos
de prácticas de explotación.
“Si la gente está dispuesta a alimentar con sobras a las trabajadoras y pagarles menos de un salario mínimo ¿estamos listos para esperar que cubran una cuota obrero patronal?”, la pregunta todavía queda en el aire.