Varios ancianos juegan con mascotas robóticas frente a la
televisión, y otros se desplazan con un cinturón motorizado acoplado a la
cadera que refuerza la movilidad en las piernas y endereza la espalda. Son
escenas cotidianas en la residencia especial de ancianos Shintomi, un centro
privado ubicado en el barrio tokiota de Ginza que tiene en marcha un programa
piloto para introducir robots y sistemas de inteligencia artificial (IA) en sus
servicios.
De acuerdo a Excélsior, los resultados son por ahora
positivos. Al principio hubo cierta sorpresa por el uso de robots, pero por
ahora no hemos tenido ninguna reacción negativa de nuestros clientes ni de sus
familiares", explica el presidente de la empresa gestora del centro,
Kimiya Ishikawa.
Su compañía comenzó a aplicar estas tecnologías en 2013 en
tres residencias que operan en Tokio, en cooperación con empresas tecnológicas
niponas y con apoyo financiero del Gobierno Metropolitano de Tokio.
Centenares de centros de ancianos de todo Japón aplican
iniciativas similares desde que el Gobierno central lanzó en 2015 una
estrategia para promover la aplicación de robots e IA, a la que se han
destinado subsidios por un valor cercano a los 10.000 millones de yenes (83
millones de euros/ 92 millones de dólares)
Las principales ventajas de recurrir a las máquinas en el
cuidado de ancianos son "reducir la carga física y mental" para los
trabajadores y "mejorar la calidad de los servicios" para los
clientes, subraya Ishikawa.
La automatización de tareas antes desarrolladas por
cuidadores concede "una mayor independencia" a los ancianos y al
mismo tiempo permite a los empleados "dedicar más atención personal",
destaca el directivo, quien también afirma que no se ha recortado la plantilla
de unos 70 trabajadores desde la llegada de los robots.
Este centro emplea actualmente una veintena de modelos de
robots o aparatos con IA entre cuyas funciones están la vigilancia de los
ancianos mientras duermen, ayudarles a ir al baño, transportarles o mantenerlos
activos física e intelectualmente con distintos juegos y actividades.
Aunque a simple vista no parece un robot, una de las
máquinas más populares entre las usadas en el centro es un camastro capaz de
transformarse automáticamente en silla de ruedas, de registrar los patrones de
sueño de sus ocupantes y de alertar a los cuidadores si éstos se caen mientras
duermen o si se levantan repentinamente.
"Nos ahorra mucho tiempo y esfuerzos a nosotros, y
sufrimiento innecesario a los residentes al moverlos de un sitio a otro",
dice a Efe el trabajador del centro Nobuyuki Yamazaki.
Los robots podrían ser la respuesta al acelerado
envejecimiento de un país donde se prevé que para 2060 el 40 % de la población
sea mayor de 65 años, y en el que hay una grave carencia de mano de obra debido
a factores como la baja natalidad y a las restrictivas políticas
migratorias.
Con información de Excélsior