El amor que tuvieron Yoselín y Max quedó tatuado de por vida y ahora las cenizas del famoso canino descansan en la sala de la vivienda de su mamá humana.
Las llamadas telefónicas a Yoselín de diferentes partes del mundo para mostrar las condolencias por la pérdida de Husky continúan.
"Todos los días reaccionan a la foto que subí cuando se murió, todavía y mucha gente así de que 'ay yo soy de Colombia y apenas acaba de salir aquí la noticia' y me dicen que gracias", indicó.
Fueron tres semanas inolvidables las que tuvo Yoselín con Max, cuya historia conmovió a nivel nacional e internacional, pues ella vendió bollitos en la Plaza Zaragoza para pagar las quimioterapias de su mascota.
Fue muy bonito porque he tenido muchos perros en mi vida y él era especial, no sé si fue por el cuidado que tuve con él, por alimentarlo a cada rato, el tener que darle agua, cuando tuvo la gastroenteritis le tuve que dar en poquito a poquito, fue muy fuerte la conexión con él", destacó.
Yoselín tatuó el rostro del Husky en su brazo derecho y le puso las insignias de "alebrije".
"Nos conoció mucha gente de todo el mundo y nos mandaba decir cosas bonitas, fue algo muy bonito y algo que quiero recordar toda mi vida y luego la manera en que se despidió de mí, fue un perro muy especial", expresó..
SU ESTRELLA
La joven de 24 años rescató a Max porque fue abandonado por un criador de perros, las últimas tres semanas de vida, Yoselín le mostró el amor y juntos emprendieron la aventura de pelear contra cáncer.
"Si tú ayudaste a un animal o algo, el animal va a guiar tu alma al cielo y por eso Max ‘alebrije’, es mi estrella, me va a ayudar a llegar al cielo cuando me muera", explicó.
Desafortunadamente el pasado 2 de febrero el Husky perdió la batalla contra el cáncer y ahora sus cenizas descansan en el hogar de su mamá adoptiva.
Elimparcial