La guerra no es un juego, es tan terrible que quienes la padecen buscan belleza dentro del horror para darle sentido a sus vidas y no perder la esperanza.
Así lo ha hecho un padre en Siria que le ha enseñado a su hija a tomar los bombardeos, que caen cerca de su casa, como un juego, la razón: prefiere verla reír que llorar.
Aunque la mayoría de los medios han dejado de dar cobertura y han dejado de informar sobre la Guerra en Siria, es una realidad que en aquellas tierras el infierno continua.
El conflicto bélico, que inició el pasado 15 de marzo de 2011, ha sido calificado, por la ONU y otros organismos internacionales, como ‘la mayor historia de terror humanitario del siglo XXI’. Dicha guerra ha provocado la migración de 900.000 personas que solo buscan huir de ese lugar que antes era su hogar y hoy les ha arrebatado todo.
Ante este panorama tan poco esperanzador, hay quienes hacen uso de su ingenio para robarles una sonrisa o una carcajada a sus hijos pequeños.
Abdullah, un padre de una niña de solo cuatro años, ha conseguido que la pequeña Selva no se asuste con los bombardeos que se escuchan desde su casa.
Por eso ha “inventado” un juego que consiste en adivinar si se trata de un avión o una bomba, si ella adivina entonces los dos ríen estruendosamente para celebrar la victoria de la pequeña.
Con esta táctica, el padre de esta pequeña ha conseguido que el miedo se convierta en risas. Este juego se originó, luego de que un bombardeo cayera muy cerca de su casa, ubicada en Serakib, y provocara en la pequeña una fuerte crisis nerviosa.
‘Busqué soluciones para hacer de estos bombardeos una fuente de felicidad y no de miedo para la niña. Le enseñé que eso no daba miedo y que debía reírse’, detalló el padre de Selva en una entrevista para Independent Turkish.
Le dije que los sonidos de las bombas provenían de pistolas de juguete y que no debía tener miedo. Lo hice porque no soportó ver el terror en sus ojos. Mi hija está feliz jugando. Nos aseguramos de que no se entere para nada que estamos en guerra'.
Todos los eventos, hasta los más terribles, deberían verse bien para una niña como ella, prefiero que piense que todo se trata de un juego. Espero que el problema se resuelva muy rápidamente para volver a casa. Queremos vivir una vida sin miedo’.
A recently displaced Syrian father Abdullah in Idlib taught a game to his 4-year-old daughter Selva: You should laugh when you hear a warplane.
— Ragıp Soylu (@ragipsoylu) February 17, 2020
Now entire family laughs to maintain the pretense, to keep her sipirits high amid a war
Via @alganmehmettpic.twitter.com/NRiSj9NydA