La aplicación de medidas de confinamiento completo por la pandemia de coronavirus puede suponer para la economía de México un descenso potencial de la actividad del 29%, según las estimaciones de la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económicos (OCDE), que los considera como uno de los países más afectados debido a la composición de su estructura productiva.
En un documento publicado este viernes, la OCDE evalúa el impacto del confinamiento completo para cada uno de sus miembros y algunos otros grandes países emergentes, con importantes variaciones entre ellos.
El que más perjudicado podría resultar sería Grecia, con una caída del 34% de la producción tras la aplicación de esas medidas, seguido de Japón (30%) y luego México, Alemania, España y Suecia (29 por ciento).
En México, el gobierno de Andrés Manuel López Obrador apenas inició esta semana con la llamada Fase 2 de su programa de contingencia. De acuerdo con cifras oficiales al jueves, el país registra 585 pacientes confirmados. La cifra de víctimas fatales aumentó a ocho.
Además, existen 2,156 casos sospechosos y 2,965 casos negativos. Del total de casos confirmados, 58% son hombres y 42% son mujeres. El 90% de estos pacientes son ambulatorios y el 10% se encuentra hospitalizado.
De los casos positivos a COVID-19 que han recibido atención médica, 86% fue de forma ambulatoria o en sus domicilios, el 6% hospitalizado se encuentra en una condición estable, y el 3% en una condición grave.
Otros grandes países desarrollados que también sufrirían caídas de gran envergadura son Reino Unido (26%), Italia (26%), Francia, (25%) o Estados Unidos (25 por ciento).
El impacto es algo menor para algunos de los emergentes, como Argentina (20%), Brasil (20%), India (20%) y China (19 por ciento).
La razón de esas diferencias estriba, en primer lugar, en el peso que tienen para cada país unos y otros sectores, sabiendo por ejemplo que el confinamiento puede hundir hasta un 70 por ciento la actividad turística.
La OCDE no anticipa las implicaciones para la evolución económica en un trimestre o en el conjunto del año, porque eso dependerá del tiempo que dure el confinamiento, de los efectos sobre productores y proveedores y de las medidas fiscales y monetarias que se pongan en marcha.
Pero sí ha calculado que un mes de confinamiento reduce el Producto Interno Bruto (PIB) anual en dos puntos porcentuales y que si la situación se prolongara durante tres meses, el retroceso se situaría entre 4 y 6 puntos porcentuales.
La OCDE señaló que las medidas de confinamiento por la COVID-19 suponen una reducción de la actividad de hasta un tercio en las grandes economías del mundo, que ha calculado que cada mes que se mantenga esta situación restará dos puntos porcentuales del producto interior bruto (PIB) en 2020.
La OCDE advirtió que muchas economías caerán en recesión, algo “inevitable” porque hay que luchar contra la pandemia y al mismo tiempo hacer lo necesario para que la actividad arranque tan pronto como sea posible.
Estas estimaciones las presentó el secretario general de la OCDE, José Ángel Gurría, a los líderes del G20 en su cumbre virtual del jueves, donde insistió en que hacen falta más acciones para absorber el choque económico y una respuesta más coordinada de los gobiernos para salvaguardar a las personas y a las empresas, que saldrán “muy fragilizadas” de la crisis.
La OCDE, que habla de estimaciones más que de proyecciones dada la incertidumbre sobre la duración y efectos del confinamiento, señala que el impacto es diferente para cada país en función del peso relativo que tiene cada sector en su economía y de otras características propias.
La organización señala que países donde el turismo tiene un peso económico importante, dado que ese sector podría sufrir desplomes de hasta el 70 %, se van a ver más perjudicados.
En el otro extremo, los que tienen una actividad muy volcada en la agricultura o en la minería y el petróleo deberían sufrir menos en un primer momento, aunque luego sufrirían el choque de la reducción de la demanda mundial de materias primas.
Gurría subrayó que “el alto costo de las medidas sanitarias que se imponen ahora son necesarias para impedir consecuencias mucho más trágicas y un impacto todavía peor en nuestras economías mañana”.
La razón es que la posibilidad de que haya “millones de muertos” y un colapso de los sistemas sanitarios “nos diezmaría financieramente y como sociedad”. Por eso, afirma que “ralentizar esta epidemia y salvar vidas humanas tiene que ser la primera prioridad de los gobiernos”.
El mexicano ya hizo un llamamiento el pasado fin de semana para poner en marcha “un plan Marshall global”, en alusión al programa masivo de ayuda que puso en marcha Estados Unidos al final de la Segunda Guerra Mundial para ayudar a sus aliados a recuperarse económicamente.
Con información de EFE