Julio César Hernández cambió su cámara fotográfica por una carroza fúnebre. Guardó en el closet sus sacos y corbatas para enfundarse en un equipo de protección para tratar los cuerpos de quienes han fallecido por covid-19. Dejó a un lado las giras presidenciales por el país y el mundo y ahora recorrer distintos municipios del Estado de México que solicitan los servicios de su funeraria.
Hace 17 meses el fotógrafo del presidente Enrique Peña Nieto tomó su última imagen en la Cámara de Diputados, cuando el priista entregó el poder a Andrés Manuel López Obrador. Tras quedarse sin empleo, en junio de 2019 una familiar le pidió que se asociaran para poner una funeraria sin saber que este negocio daría un giro con la pandemia de coronavirus que se presentaría casi 7 meses después.
A penas se inauguró la funeraria en Mexicalcingo en abril pasado, él, junto con tres trabajadores, tuvieron que implementar sus propios protocolos sanitarios para poder trasladar a quienes se convirtieron en los principales clientes: personas fallecidas por covid-19.
El Estado de México es una de las entidades con el mayor número de infectados con el nuevo virus. De acuerdo con datos de la Secretaría de Salud Federal, en esa entidad – hasta el 17 de mayo- se tenían confirmados 8 mil 187 casos y 478 muertes.
Julio César contó a MILENIO que además de ser uno de los dueños de la funeraria, también maneja la carroza que adquirió en Jalisco. Para protegerse utilizan equipo especial además de cubrebocas, guantes, lentes y caretas. Incluso, buscó en internet qué medidas sanitarias utilizan en otros países para retirarse los trajes, sanitizarse y trasladar los cadáveres tanto a crematorios como funerarias.
“También leí como era la forma correcta de retirarte el traje, porque sino te podrías contagiar de covid mientras te lo quitas. Prácticamente lo haces bolita y lo tiras. También leí como era la forma correcta de lavarte las manos, cómo utilizar el desinfectante y el gel antibacterial”, señala.
Afirma que este trabajo es temporal, porque extraña su pasión: tomar fotografías y considera que en este momento está dedicado al ciento por ciento a este proyecto laboral.
En este mes y medio que lleva trabajando en la funeraria se han enfrentado a varios obstáculos, pues señala que debido a la demanda en el servicio algunos crematorios han incrementado sus servicios.
Hasta poco antes de que presentara la fase 3 de contagios, una cremación tenía un costo de 2 mil 500 pesos, actualmente es de 3 mil 200 y el precio aumenta a 4 mil 500 si el servicio se tiene que realizar en la noche.
Menciona que los ataúdes los compra en Tula, Hidalgo también han tenido un incremento, tras la demanda. Por lo que, los precios de algunos servicios aumentaron. Un servicio básico con caja barnizada y los trámites funerarios tenía un precio de 15 mil pesos, ahora podría costar hasta 19 mil pesos.
“Si el cuerpo era cremado se podían utilizar las cajas para otro sepelio, ahora no, todo se tiene que quemar en un lugar específico en Toluca, donde tienen un manejo especial para ese tipo de objetos y así evitar contagios”, menciona.
Julio César se siente orgulloso de haber sido fotógrafo del presidente Peña Nieto desde que fue candidato por el PRI. Hoy dice que no le da pena que las personas se enteren que su profesión dio un giro de 180 grados, pues al final todos vamos a requerir de sus servicios.