Gabriela Gómez era madre de dos niñas de tres y nueve años. Sus hermanas la describieron como una mujer amable y sonriente, que desde hace 10 años viajaba hacia la Ciudad de México, donde vendía tlacoyos; ayer murió en el fuego cruzado durante el atentado contra Omar García Harfuch.
Al momento del ataque, ella viajaba en su auto junto con Tanya —una de sus hermanas, quien resultó herida de bala en una mano—, su esposo y su cuñada. Los tres sobrevivieron al resguardarse de las balas, pero Gabriela, de 26 años, falleció de un disparo en la cabeza.
En entrevista con El Gráfico, Rosa —otra de las hermanas de Gaby— comentó que son cinco hermanos, todos muy unidos porque desde hace dos décadas perdieron a su madre y nunca conocieron a su papá.
Gaby se convirtió en una de las tres víctimas mortales del atentado. Desde hace 10 años ella viajaba de su casa, en la comunidad El Potrero, en Xalatlaco, hacia el metro Auditorio, donde vendía comida junto con sus familiares; no iba todos los días, porque parte de su tiempo lo dedicaba al cuidado de sus hijas.
“Nosotros necesitamos apoyo de todo, económicamente, somos de bajos recursos, no tenemos nada, ni papá ni mamá”, lamentó Rosa.
Ayer, mientras esperaba noticias de las autoridades para saber cómo podrían recuperar el cuerpo de su hermana, llóro porque no se pudo despedir de ella.
El área donde vivía Gabriela muestra que la familia es de origen humilde: el piso es de tierra, las casas de madera y tabique, hay fallas en servicios básicos como el agua y un celular no mantiene su señal por más de cinco minutos.
A las 15:00 horas, vecinos levantaron una lona para velarla, aunque las autoridades ya habían advertido que el proceso de entrega del cuerpo sería lento.