Convertido en una prensa vital para combatir la propagación
del coronavirus, el cubrebocas llegó para quedarse en 2020. Tapar el rostro se
volvió un imperativo de salud en todo el mundo. Sin embargo, también se
convirtió en un asunto ético el tener que resolver los costos asociados a
comprar mascarillas de forma recurrente y no impactar más al planeta con los
desechos producidos.
Por ello, de la mano de Miguel Huerta, profesor del
Departamento del Hábitat y Desarrollo Urbano, alumnos del Instituto Tecnológico
y de Estudios Superiores de Occidente (Iteso) desarrollan un cubrebocas duradero
y económico, con mayor capacidad de retención de partículas y que permita leer
los labios y apreciar los gestos y sonrisas.
“Está hecho de silicón, que es uno de los plásticos más benévolos
porque no es de origen petreo y no es tóxico; la idea sí es que sea de silicón
pero no estamos descartando otros materiales. Tenemos una ventaja que no
se desgasta tan rápido como cuando usas un cubrebocas, además el
desperdicio es notablemente menor. En un análisis del ciclo de vida y el
impacto de la huella de carbono que tienen los cubrebocas actuales contra el
que estamos desarrollando, la diferencia es abismal. El silicón, si se le da un
uso adecuado, puede durarte dos o tres años en perfecto estado, dependiendo del
uso que se le dé; y está muy probado en temas médicos”, señala Huerta en
entrevista.
Los involucrados son los estudiantes Andrea Zúñiga
(Ingeniería Industrial), Oliver Mederos (Ingeniería Mecánica), César Velarde
(Ingeniería Mecánica), Michelle González (Diseño) y Paulina Ramírez (Diseño),
que desarrollan el prototipo por medio del Programa de Aplicación Profesional
del Iteso.
Nuestra apuesta es que al público salga en 50 pesos, sin que
esto sea un hecho
El profesor, adelanta que tienen contemplado un precio base
y partiendo de él, buscar contratos con empresas para desarrollarlo y venderlo.
“Nuestra apuesta es que al público salga en 50 pesos, sin que esto sea un hecho
y depende del proceso. Pretendemos que las empresas que se reactiven con esto
tengan una utilidad, pero que no haya un abuso. Creemos que con eso ya habría
utilidad. Incluso, si lo dejamos por debajo de 100 pesos sigue siendo muy
atractivo en comparación con lo que hay en mercado”.
Además, señala que la patente será de la universidad, por lo
que puede otorgar diversos contratos a los empresarios interesados.
El proyecto que desarrolla el Iteso se destaca no sólo por
la durabilidad y el costo, sino que también apuesta por dejar el rostro
visible, algo que con los cubrebocas que hay en el mercado es imposible al día
de hoy. Y lo hacen por diversos motivos.
“Que la mascarilla sea trasparente es para que sea
incluyente y por estética. Permite que las personas que no pueden escuchar
puedan leer los labios y aparte teníamos en cuenta que se vieran las
expresiones y la sonrisas”.
También está pensado para que sea cómodo al uso y no cause
molestias en la cabeza o las orejas. “Tenemos una talla que respeta el promedio
del mexicano, pero no descartamos sacar más tamaños. También tenemos un estudio
ergónomico para definir la mejor manera de amarrarlo, es muy cómodo y no
molesta a las orejas: está sujetado a la cabeza”.
Si bien la mascarilla que se desarrolla en el Iteso cuenta
con el impulso de la comunidad universitaria, aún le falta cumplir con los
protocolos de salud de México. Por ello es que ya comenzaron con los trámites
para tener el producto en tres meses más.
“Queremos que cumpla con los estándares de la Comisión
Federal para la Protección contra Riesgos Sanitarios (Cofepris) y de la
Administración de Medicamentos y Alimentos de Estados Unidos (FDA, por sus
siglas en inglés) y nosotros haremos análisis de la mascarilla en los
laboratorios de Química y de Tecnología para estar seguros que el objetivo se
haya alcanzado. Queremos que retenga 97% de las partículas, no sólo 95%. Con
esa base iremos a que nos lo validen. Estamos buscando algo que se llama
“Aprobación exprés”, por el tema de la pandemia: quizá en mes o mes y medio si
todo sale bien. Tenemos una meta de tres meses para tener el producto en la
calle”, concluye Miguel Huerta.
LA FRASE
“Las mascarilla de grado quirúrgico supuestamente tienen muy buena absorción pero tienen un tiempo de vida de cuatro horas, ese es el gran problema. Después de ese tiempo su retención se reduce. Hay otras desechables y las N95 retienen hasta 95% de partículas y se pueden lavar pero también reducen su calidad.”