La perspectiva es positiva, pero marcada aún por la
incertidumbre. Varios analistas lanzaron ayer el mensaje esperanzador de que la
economía yucateca comenzará a recuperarse en 2021, aunque lo hará muy despacio
y de manera irregular: algunos sectores y actividades podrían retornar al
crecimiento y otros tardarán más en salir del coma profundo en que los sumió la
epidemia.
En términos generales las cosas tienden a mejorar, aunque en
el ámbito del Covid 19 toda predicción tiene un enorme grado de incertidumbre,
no se puede disociar la recuperación económica de la recuperación sanitaria,
recalcó Álvaro Cano Escalante en el marco del webinar organizado por el Diario
y “El Economista”.
Buena noticia
Para Yucatán, una buena noticia es que la industria
manufacturera recuperó el dinamismo que había perdido en la primera década de
este siglo y se ha convertido, por mucho, en el principal generador de valor
productivo con 36%, rezagando al comercio, que había tenido tradicionalmente el
mayor peso en el PIB yucateco.
El repunte de las manufacturas es alentador, porque es el
sector que más valor puede aportar, lo que podría permitirle al Estado encender
nuevamente los motores del crecimiento, destacó.
Es positivo, pero sus efectos todavía son limitados, porque
se trata de un comportamiento reciente. La industria yucateca necesita
ratificar ese buen paso, consolidarse.
Cano Escalante, maestro en Economía y Administración
Pública, señaló que de los tres estados peninsulares, Quintana Roo podría
presentar curvas de recuperación más rápidas, debido a que se espera que el
turismo, su principal actividad, regrese pronto a estándares de buena
afluencia. Campeche, en cambio, que tiene una economía atada al petróleo, es el
que correría mayores riesgos de una contracción.
“Año de regalos”
La activista Patricia McCarthy ve el proceso electoral de
2021 como un riesgo para el desarrollo económico y social de Yucatán.
Desde luego que las elecciones tendrán implicaciones
económicas. Como en cualquier año electoral, habrá mayor circulación de
recursos, tanto legales —el financiamiento a los partidos políticos— como
aquellos que se manejan debajo del agua, dijo, para citar enseguida un estudio
del Instituto Mexicano contra la Corrupción que reveló que por cada peso
reportado hay 25 pesos que no son fiscalizados.
“Lo que me preocupa, más que el impacto del proceso
electoral en la economía, es saber cuál es el origen de los recursos que
entrarán en juego, cuál es su destino y cuál es el efecto que podrían tener”.
Es innegable que esos recursos van a activar la economía:
muchas personas recibirán dinero por sumarse a una estructura partidista,
muchos comerciantes van a vender materiales de construcción, enseres
domésticos, alcohol al por mayor, carne por montones, que serán repartidos en
los mecanismos de compra y coacción.
Ese dinero va a reactivar la economía y aliviar la situación
de muchas personas… por un rato. “El destino de los recursos puede estar en
tratar de influir en el electorado, pero el efecto está en algo verdaderamente
trágico: la perpetuación de la pobreza y la desigualdad, porque en lugar de
aprovecharse para generar desarrollo y bienestar, el dinero se malgastará para
mantener clientelas”.
Fuente: Megamedia