El fiscal ALEJANDRO GERTZ MANERO está bajo tratamiento en una clínica especializada en oncología de Baltimore, Estados Unidos. Fue llevado de emergencia en la última semana de diciembre.
Lo sometieron a una operación no programada en la columna y desde entonces convalece en el extranjero. Sus funciones fueron tomadas por el secretario de Gobernación, Adán Augusto López.
La segunda principal “corcholata” de Andrés Manuel López Obrador es quien asumió de facto el control e instruye a Juan Ramos, brazo derecho de Gertz y titular de la Fiscalía Especializada en Control Competencial.
El Fiscal General de la República (FGR) adolece desde hace tiempo de cáncer en el páncreas y se teme que el tumor se haya extendido, de ahí su inmediato traslado en medio de las fiestas de fin de año.
En Palacio Nacional se ha manejado con mucha discreción la situación, lo que ya no puede ser obviado, pues en un país que muchos ven en llamas la FGR no puede estar acéfala ni cooptada por el Ejecutivo.
“No le avisamos a tiempo”, justificó la semana pasada el canciller Marcelo Ebrard la ausencia de Gertz en la reunión de alto nivel con la comitiva del presidente Joe Biden, donde la seguridad fue el tema central.
“El fiscal Gertz tenía una actividad de ayer y de hoy, que no le avisamos a tiempo que venía el fiscal, porque el fiscal de Estados Unidos (Merrick Garland) decidió incorporarse más tarde; entonces solo un tema logístico, no tiene implicación”, argumentó Ebrard.
En el entorno de López Obrador hay expectación sobre la evolución de la salud del fiscal, que no solo estuvo ausente en la Cumbre de Líderes de América del Norte, sino en la detención de Ovidio Guzmán López.
Hasta donde se conoce, el funcionario todavía no retorna a México y nadie sabe a ciencia cierta cuándo podrá reincorporarse a sus actividades.