El origen del papel higiénico es un elemento imprescindible en nuestra vida diaria. Aunque no se conoce a ciencia cierta cuál es su origen, hay escritos del siglo VI a.C en la Antigua China. Sin embargo, el papel higiénico moderno no se inventó hasta mucho más tarde, a mediados del siglo XIX de la mano de Jospeh Gayetty en Estados Unidos.
Desde entonces, es un producto ampliamente utilizado, e incluso en las épocas más complicadas de la historia se ha convertido en uno de los más demandados. Solo tenemos que recordar lo que ocurrió en 2020 cuando comenzó la pandemia del Covid-19. El papel higiénico voló de los supermercados y encontrarlo era una misión prácticamente imposible.
¿Adiós al papel higiénico?
Existe la creencia generalizada de que es un producto ecológico y, por lo tanto, fácilmente desechable. Sin embargo, esto no es exactamente así.
En los últimos años, organizaciones medioambientales de todo el mundo han mostrado una gran preocupación por el impacto del papel higiénico en el entorno natural, sobre todo en el caso del extra suave.
El papel higiénico está fabricado con papel reciclado y celulosa. El extra suave requiere un mayor porcentaje de fibra nueva para conseguir ese plus de suavidad, razón por la cual tiene un precio más elevado.
A esto hay que sumar que el papel higiénico no consigue limpiar completamente, lo que ha llevado a muchas personas a volver a la forma tradicional de eliminar la suciedad: agua y jabón. De esta manera, también se evitan posibles irritaciones.
¡Y todavía hay más! Científicos de la Universidad de Florida han realizado un estudio mediante el análisis de aguas residuales y la recopilación de muestras de papel higiénico en diferentes zonas del mundo. Y la conclusión a la que han llegado es cuanto menos preocupante.
El papel higiénico podría ser una fuente de sustancias químicas potencialmente peligrosas para la salud. Los expertos han hallado en este producto los conocidos como ‘contaminantes eternos’.
Teniendo todo esto en cuenta, el final del papel higiénico podría estar más cerca de lo que pensamos. Claro que ya hay algunos países en los que no se utiliza este producto. Por ejemplo, en Oriente Medio y en el Sudeste Asiático lo más habitual es lavarse con agua.
En Jordania, Egipto o la India es raro que los baños tengan un inodoro. La costumbre es colocarse en cuclillas en un agujero en el suelo y, al terminar, hay un cubo con agua para enjuagar la zona y una manguera para limpiarse.