La primera función de cine en México fue… ¡en una farmacia!

31 mayo 2023
Noticias de Yucatán. 

Teatros, salones y salas de mansiones o palacios fueron los primeros escenarios en los que los hermanos Auguste y Louis Lumiere y sus representantes mostraron su invento, el cinematógrafo, durante los primeros años después de su estreno en París.

En México, luego de ser presumido a Porfirio Díaz y a un selecto grupo de amigos y familiares en un salón del Castillo de Chapultepec, el 14 de agosto de 1896 el cinematógrafo tuvo su debut ante el público mexicano.

La sede fue el sótano de una farmacia: la famosa Droguería “Plateros”, ubicada en la esquina de la segunda calle de Plateros, hoy renombrada como Francisco I. Madero, e Isabel la Católica, a pocos metros del Zócalo capitalino.

Un programa de 12 cortos, que incluían las famosas cintas “Llegada del tren” y “Salida de obreros de la Fábrica Lumiere”, se mostraba al público a cambio de un peso, una suma considerable para la época.

“A este nuevo aparato, que trata, como sus rivales, de entretenernos con la reproducción de la vida, le falta algo también: le falta el color, quizá con el tiempo adquiera el sonido. En su mano está adquirirlo. Puede trabar amistad con el fonógrafo y pedirle auxilio”, señaló el poeta Luis G. Urbina en una de las primeras crónicas mexicanas relacionadas con el nuevo invento.

De acuerdo con crónicas de la época, durante varias semanas, decenas de personas hacían fila por horas para ver un programa que, en su conjunto, no duraba ni 20 minutos, pero que era una gran ilusión por su novedad.

Tras el éxito de las exhibiciones, el negocio del cine superó al de la farmacia y el local se convirtió en el Salón Rojo, considerada la primera sala de cine propiamente instalada en México. El programa también cambió con el paso del tiempo: pasaron de ser los cortos de los Lumiere a producciones nacionales, muchas de ellas protagonizadas por Porfirio Díaz.

Esta esquina del Centro Histórico ha sido histórica por diversas cuestiones. Allí fue donde Francisco Villa, subido a una escalera, “bautizó” oficialmente como Madero la antigua calle de Plateros, durante su viaje a la capital con motivo de la Convención.

Frente a ella está la antigua Casa Profesa de la Compañía de Jesús, hogar de la pinacoteca religiosa más grande del país, y en contra esquina se encuentra el Museo del Estanquillo, formado por la enorme colección de cultura popular acuñada por Carlos Monsiváis a lo largo de varias décadas.

Sin embargo, del local que fue sede del primer cinematógrafo en México no queda sino una humilde placa que pasa desapercibida por las millones de personas que caminan, apuradas, por la calle peatonal.

Las vitrinas que antes mostraban dulces o medicinas de patente, hoy muestran ropa de moda. No cabe duda: en la Ciudad de México lo único que perdura es la memoria.

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