Ante la falta de recursos etiquetados del Presupuesto 2024 para Acapulco, es necesario el apoyo para incentivar el flujo de visitantes.
Luego de reconocer que no estaba enterado del ramalazo que hiciera Capufe al aumentar las tarifas en un 3 por ciento, en las casetas de cobro en carreteras y puentes concesionados por el Fonadin, el presidente aseguró que en la de Acapulco no se aplicará el incremento anunciado y que, seguramente, se trataba de un ajuste por la inflación, pasando por alto que ese incremento inflacionario se hizo el pasado marzo y fue de 7.68 por ciento.
La insensibilidad de Capufe y de los funcionarios de la 4T es evidente con este tipo de medidas que, a todas luces, además de ser obviamente impopulares, inciden en la inflación y afectan a los sectores sociales más desprotegidos y a los damnificados
Veremos si es verdad que se mantendrán las actuales tarifas en las casetas ubicadas en la autopista que va de la CDMX al puerto, aunque lo relevante sería bajarlas hasta que se normalice la situación y ello seguramente llevará por lo menos de dos a cinco años, toda vez que ante la falta de recursos etiquetados del Presupuesto 2024 para Acapulco, es necesario este tipo de apoyos para incentivar el flujo de visitantes.
El desdén del presidente hacia los guerrerenses y en particular a los habitantes de los 47 municipios afectados por Otis, ha sido compensado por la ayuda proporcionada por la población civil, organizaciones de la sociedad activa y la iniciativa privada, a tal nivel que la zona hotelera de Acapulco podrá recibir a los turistas en la temporada de fin de año y ello, de suyo, habla de la labor titánica que están haciendo los acapulqueños y por supuesto el sector privado.
Del apoyo de los tres niveles de gobierno, federal, estatal y municipal, todos ellos gobernados por Morena, diremos que es marginal y ello se deriva de la ausencia de López Obrador en las zonas siniestradas con el pretexto de que le faltarán el respeto a la investidura presidencial y cómo evitar eso, si no se ha mostrado solidario al acudir al puerto de inmediato y menos de ordenar a los diputados federales de Morena, PVEM y PT, etiquetar presupuesto para la población afectada de Guerrero.
Los manuales de crisis ante contingencias mayores, indican en su primera recomendación que el funcionario o el servidor público de más alto rango, debe hacer presencia en el lugar de la emergencia para mandar un mensaje inmediato de que hay autoridad y que la situación está en vías de control y solución, al tiempo de que las personas afectadas serán atendidas con rapidez.
En el caso del impacto de Otis y que devastó principalmente a Acapulco, AMLO hizo lo contrario a lo que debe hacer un presidente ante un siniestro de esta envergadura, no acudió a la zona afectada en apoyo al millón de damnificados, porque se quedó enlodado en la carretera, cuando lo más elemental era llevarlo por aire, es decir, en avión o helicóptero a Chilpancingo o Ixtapa y de ahí volar hacia el lugar de la desgracia.
De hecho, no ha ido ni una sola vez a alentar a la población y a encabezar las tareas de reconstrucción, a lo mejor fue a los cuarteles militares, pero no ha estado en contacto personal con los damnificados.
Acapulco no dejará de ser la nota, mientras no se regularice la situación en torno al restablecimiento del agua potable, la energía eléctrica, internet, la reconstrucción de los inmuebles, así como la creación de miles de empleos y el apoyo al sector empresarial con préstamos sin intereses y exenciones fiscales, entre otros rubros que requieren la intervención efectiva del gobierno federal como es el caso de la seguridad pública.
Acapulco es azotado por el crimen y por las enfermedades y ‘navega’ en montañas de basura, sin embargo, para el principal huésped de Palacio Nacional, las cosas ya se están regularizando y por fortuna los daños no fueron más graves.
Desde luego, el subregistro de fallecidos y personas desaparecidas es evidente ante el surgimiento de otros datos, como por ejemplo, las personas que han sido veladas en las funerarias o casas del puerto y son del rango de por lo menos 150 personas y decenas de desaparecidos.
AMLO debe ir al puerto y recorrer las zonas populosas, esas en donde habita el grueso de la población y vivir en carne propia el nivel de la tragedia, mientras no lo haga, seguirá en ese mundo irreal que contrasta con la cruda realidad y los datos duros.