“En Bellavista no tenemos energía eléctrica y no hay señal telefónica, pedimos auxilio al gobierno federal, necesitamos que venga don Andrés Manuel (López Obrador) a abrazar a los sicarios para que se los lleve de acá”. Así reza una denuncia anónima de un grupo de habitantes de esa localidad ubicada en la Sierra Madre de Chiapas.
Desde el pasado 22 y 23 de diciembre, los cárteles Jalisco Nueva Generación (CJNG) y el de Sinaloa (CDS) han agudizado sus enfrentamientos en esa zona. Incluso, uno de los denunciantes advirtió que el presidente municipal de Bellavista, Fabio López Roblero, citó a todo el pueblo para “darle posesión a uno de esos grupos delictivos”, a través de una supuesta organización social conocida como “Maíz”, reunión a la que sólo llegaron unas 25 personas.
En represalia por la poca asistencia de habitantes a esa junta, los sicarios comenzaron a “castigar” al pueblo con el corte, primero, de servicios como el agua potable, la energía eléctrica y, para rematar, el de internet.
Además, las entradas y salidas de esa localidad permanecen vigiladas, por lo que el paso para pobladores de otros municipios cercanos, como Chicomuselo, Siltepec y La Grandeza, está restringido. Lo mismo para personal del Ejército y Guardia Nacional.
Obligados a ser sicarios
Otro poblador advirtió que, desde hace cuatro días, uno de esos cárteles les cortó la luz como medida de presión para que se unan a las labores del “narco”: hacer guardias, cobrar piso, servir de valla humana para evitar el paso de las autoridades (en referencia el Ejército), participar directamente en los enfrentamientos, entre otras.
“Estamos sin luz, sin comunicación, no tenemos cómo comunicarnos con nuestras familias, pedimos a las autoridades que nos ayuden. Yo vivo ahí, no estamos inventando… no queremos que los cárteles nos quiten la paz”, alertó el informante, cuyos datos se reservan para evitar represalias, pero quien desde hace días está en Tuxtla Gutiérrez, en calidad de refugiado.
En el desamparo
De acuerdo con un documento enviado por pobladores de Bellavista, se advierte que desde hace cuatro meses las clases fueron suspendidas en todas las escuelas de la región ante el miedo que se vive por la presencia de los grupos criminales.
Otra situación que les genera incertidumbre, coinciden quienes firman la carta, es que, a la par de que les cortaron los servicios básicos, también se quedaron sin la presencia de elementos de las fuerzas armadas.
Otro habitante de Bella Vista, quien vive refugiado en otra ciudad de Chiapas, advierte que no se quisiera salir de donde permanece escondido, pero tiene que regresar porque en esa localidad serrana está su familia.
La presencia de los cárteles de la droga se ha extendido en las regiones Fronteriza y Sierra de Chiapas, y sus dominios se extienden por Frontera Comalapa, Chicomuselo, Bella Vista, La Grandeza, Siltepec, Motozintla, Maravilla Tenejapa (ubicada más en la selva fronteriza), La Trinitaria y Comitán, entre otras.
No obstante, en las últimas semanas las disputas se han acentuado en otras zonas, como la Frailesca, en municipios como El Parral, Villaflores y Villacorzo, donde han sido dejado restos humanos con mensajes escritos en cartulinas.
Tanto poder han logrado los cárteles en Chiapas que, el pasado 24 de septiembre, camionetas del CDS, con sujetos armados, fueron recibidos con aplausos, porras y “vítores” en Frontera Comalapa. De acuerdo con la información, la gente fue obligada a servir de valla humana para participar en esa acción que le dio la vuelta al mundo. De no hacerlo, sufrirían las consecuencias.
Desapariciones, al alza
Otro foco rojo en la entidad son las desapariciones, que van al alza desde hace unos dos años. Otra fuente consultada advierte que, sin duda, la mayoría de esas personas, cuyo rastro se perdió, lo más seguro es que hayan sido reclutadas por sicarios. La cifra, dicen, es mucho más alta que las oficiales, como la que maneja el Registro Nacional de Personas Desaparecidas y No Localizadas (RNPDNO): cerca de 1,060 casos hasta la fecha en todo el territorio chiapaneco.
Tan peligroso se ha vuelto Bella Vista que, uno de sus ejidos (Unión Progreso), prácticamente quedó inhabitado, luego de que hace unos días las balas llegaran a decenas de viviendas. Una de las fuentes consultadas comenta que, a partir de ese momento, casi toda la población abandonó el pueblo.
“Antier cayó una granada en la casa de un vecino (en Bella Vista), yo lo viví, mis vecinos se tuvieron que salir, huir”, afirma otro entrevistado.
¿Gobernabilidad?
Pese a que cientos o miles de familias viven agobiadas por la presencia de los cárteles, tanto el gobierno federal como el estatal mantienen su postura: “En Chiapas hay saldo blanco, se vive en paz, hay gobernabilidad”.
Mientras tanto, en Bella Vista la situación se agrava. Además, de carecer de los servicios básicos, también se empiezan a quedar sin alimentos. “¿Cómo le vamos a hacer?”, dice una mujer, quien recomienda a los reporteros no arriesgarse a hacer un trabajo en esas regiones, “porque si van, lo más seguro es que no regresen”.
“Aquí no hay paz, no hay Navidad, no hay nada”, dice otro habitante, quien desde hace 25 años radica en Bella Vista. “Antes podíamos ir hasta Frontera Comalapa de forma tranquila, sin problemas, hasta de noche, pero ahora ya no”.
Para estos habitantes y testigos de la violencia, la presencia del Ejército sería fundamental para inhibir la presencia del “narco”. Incluso, refieren que quienes han corrido a los elementos castrenses son miembros de esos grupos criminales, “porque la gente común, al contrario, le da de comer a los soldados para que no se vayan”.
Casi lo ejecutan, sólo lo reclutaron
En abril de 2022, La Silla Rota dio a conocer el caso de Carlos Chávez Aguilar, quien esperaba a la altura del libramiento del municipio de Frontera Comalapa, Chiapas, cuando sujetos armados descendieron de una camioneta, lo encañonaron con metralletas y se lo llevaron sin motivo alguno.
Durante 15 días, al padre de familia y mecánico de oficio lo mantuvieron secuestrado y amarrado de pies y manos en una casa, pues al parecer lo matarían. Sin embargo, a las 72 horas, sus plagiadores se dieron cuenta de que no era él a quien buscaban y por eso le prometieron soltarlo.
Pese a ello, lo mantuvieron cautivo otros días, lapso que aprovecharon para que Carlos les reparara algunos camiones. Luego, lo dejaron en libertad.
En entrevista, la víctima refiere que su “levantón” se trató de una supuesta confusión, “vieron que no era yo a quien buscaban, pero estaba muy asustado, y al parecer creyeron que yo era de otro grupo delictivo, algo así”.
De hecho, aclara que viajaba a Frontera Comalapa desde hace como seis meses por cuestiones laborales, pues le trabajaba a un arquitecto, “le reparaba unas máquinas, pero me di a conocer con la gente y así le chambeé a más personas que me buscaban”.
Según su testimonio, sus familiares ya no interpusieron ninguna denuncia ante la fiscalía chiapaneca debido a que pudo hablar con ellos al cuarto día de plagiado y, sobre todo, porque había la promesa de soltarlo.
Iglesia levanta la voz
Ante este panorama, la Diócesis de San Cristóbal de Las Casas, mediante un comunicado emitido el pasado 21 de diciembre, lamentó que “las voces de nuestros pueblos están siendo silenciadas por la violencia, las armas y la intimidación”.
Asimismo, expresó su preocupación porque la sociedad civil ha servido de barrera humana en la disputa por el territorio entre esos grupos criminales. En el documento, se advierte que, desde hace al menos 2 años, la región fronteriza sufre una acentuada violencia que se traduce en despojo, amenazas, asesinatos, explotación minera, saqueo, cobro de piso, entre otros delitos.
Además, detalla que a diario se ve a gente armada en camionetas que llega a las comunidades para sacar a las familias de sus viviendas; entre otras cuestiones, esa gente armada, dice, también descarga sus armas frente a las personas como forma de atemorizarlas.
Apenas el pasado 16 de diciembre, la violencia alcanzó al clero. Un pastor evangélico de San Juan Chamula, conocido como Mateo González y su esposa Rocío fueron asesinados por un comando.
Consciente de la violencia que se sufre en la entidad, Esdras Alonso González, pastor de la iglesia evangélica “Alas de Águila, Ejército de Dios”, con presencia en la región Altos de Chiapas, consideró que se tiene que buscar la paz, el acercamiento y el diálogo lo más pronto posible.
Lamentó que el “cobro de piso” u otros delitos contra pastores o sacerdotes se viva en todo el país, “por eso hay que actuar con mucha prudencia; se tienen que atender las causas de origen, de todo, irnos a las raíces de los reclamos sociales”.
Esdras Alonso descartó que, al menos de su iglesia, no han tenido problemas de esa índole, pese a que tienen presencia en otros nueve estados de la República. Una de las preocupaciones, dijo, es que cientos de jóvenes han sido captados por el crimen organizado.
“La prioridad de las iglesias debería ser la pacificación, la armonía, el sumar a la paz social, a construir acuerdos de paz, más que otro asunto”.