El proyecto, que se realiza de manera conjunta con el Centro Médico Nacional Siglo XXI, incluye a 200 niños de 12 años, 100 de ellos con obesidad y 100 con peso normal.
Con el programa se ofrecen opciones a los niños que tienen sobrepeso u obesidad para que aprendan a comer y las cantidades que deben consumir, pues se les proporciona una dieta y se les da seguimiento cada tres semanas en las que se les pesa y se les cambia de dieta de manera personalizada.
Además, señaló, se otorgan talleres para que los niños aprendan a construir el Plato del Bien Comer pero con inclusión de productos que se producen en la entidad.
Del mismo modo, se les incentiva a visitar los mercados locales donde se encuentra mayor diversidad de estos alimentos y a cultivarlos en casa.
El estudio, explicó la especialista, tiene varios objetivos, entre ellos, está entender la relación que tiene la dieta de los niños, en este caso, oaxaqueños, en la modificación benéfica de la microbiota intestinal.
Además de conocer cómo influyen las mutaciones genéticas para que los niños sean propensos a padecer enfermedades metabólicas y desarrollar obesidad.
"Se ha visto que niños con obesidad tienen menor número de copias del gen de la amilasa lo que provoca que tengan una menor capacidad de degradar el almidón, lo que los lleva a desarrollar este padecimiento", dijo Pérez Herrera.
Explicó que en la actualidad, los niños han dejado de consumir alimentos que antes se consumían más comúnmente como por ejemplo los hongos silvestres, la guayaba, la chia, el cacahuate, el aguacate y el tomate verde de milpa.
Con algunos de estos alimentos como el tomate verde de milpa se trabaja también, de manera conjunta con otros investigadores del CIIDIR, para diversificar su consumo y ampliar el conocimiento de su utilización en la alimentación de los niños, no solo para la elaboración de salsas, si no en snacks y dulces, entre otros.
"Son alimentos subutilizados, ricos en compuestos bioactivos que pueden ayudar a prevenir las enfermedades metabólicas", aseveró.
La experta destacó que en cuanto a la microflora intestinal, se ha visto que dependiendo de su composición bacteriana las personas pueden estar más predispuestas a padecer enfermedades metabólicas y desarrollar obesidad.
Los grandes retos de este proyecto, señaló la especialista, son los papás de los pequeños y las fuentes de financiamiento.
"Muchos papás ya no llevan a los niños porque argumentan que no tienen tiempo de preparar alimentos o porque están renuentes de hacer cambios en casa ya que la familia se debe integrar al plan de alimentación", aseguró.
De acuerdo con la especialista, de mayo de 2018 cuando empezó el proyecto, un 30 % se han salido "pero los que quedan están contentos y se están involucrando", afirmó.
De acuerdo con la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición 2016 (ENSANUT), el 33,2 % de las niñas y niños, entre 5 y 11 años de edad, que cursan la educación primaria, presentan sobrepeso y obesidad.
Por ello la Secretaría de Salud declaró en 2016 una emergencia epidemiológica nacional. Fuente:EFE