Noticias de Yucatán.
Una tarde de enero de 2013, Alejandro Moscú fue bajado de su vehículo a punta de pistola y golpeado en el piso hasta sangrar. Segundos antes, un semáforo en rojo le había marcado el alto al norte de la Ciudad de México, justo en el límite entre el municipio de Naucalpan y la entonces delegación Miguel Hidalgo.
El reloj marcaba las 16:30 horas. Manejaba despreocupado. En el asiento trasero lo acompañaban sus padres. Una motocicleta tipo Cargo se emparejó a su derecha. De pronto, una mano entró intentando zafar la llave del subcompacto Matiz para apagarlo. Por instinto, Alejandro sujetó el antebrazo que se había colado al auto y aceleró. Arrastró al intruso unos metros hasta que el tráfico lo obligó a detenerse. Casi al instante una pistola golpeó la ventanilla del copiloto: “¡Suéltalo! ¡Ya te cargó la chingada, te vas a morir! ¡Bájate!”.
Antes de bajar quitó las llaves y las aventó lejos de los dos delincuentes para que no le robaran su automóvil. Eso los enfureció más. Primero lo sujetaron del cuello, después uno lo golpeó detrás de las rodillas para doblarlo. Ya en el suelo, comenzó a patearlo y a darle cachazos en la cabeza, mientras el otro robaba lo que podía del carro: un iPod, celulares y el dinero de sus padres, que se mantenían atemorizados adentro. Así fue despojado de su cartera, celular y reloj.
Atrás, los otros conductores amagaron con atropellar a los ladrones, pero era una maniobra complicada porque Alejandro estaba en el piso y su sangre formaba pequeños charcos sobre el asfalto. Cuando el semáforo se puso en verde, el ruido de los cláxones se volvió ensordecedor. Los delincuentes decidieron huir. Abordaron su motocicleta y se perdieron en las calles de la capital cargando sus armas y el botín, mientras Alejandro pedía ayuda en el piso, con un esguince en el cuello, rodillas y costillas lastimadas, una ceja abierta y la pérdida de unos 20 mil pesos más documentos personales. Desde ese día no volvió a manejar con la ventana abajo.
Ese episodio tiene seis años, pero hace tres meses le ocurrió algo similar.
“Venía manejando por Constituyentes cerca de Chapultepec como a la una de la mañana. No había ningún otro auto. Me tocó un alto a la altura de la calle Gobernador Montiel y me paré. Una persona a bordo de una moto me amenazó con una pistola. Me pidió el celular. Bajé la ventanilla y se lo di. Luego me pidió mi reloj, sin oponer resistencia también se lo entregué”, cuenta Alejandro.
A diferencia del primer asalto, esta vez no levantó el acta correspondiente ante el Ministerio Público. No tenía sentido, dice, hace seis años no le resolvieron nada.
Los asaltos que sufrió son parte de lo cotidiano en la Ciudad de México y su zona conurbada. Desde hace algunos años los delincuentes encontraron en las motos una manera práctica de delinquir y escapar, aprovechando los congestionamientos viales que detienen a millones de vehículos en las calles.
Entre el 5 de diciembre de 2018 y el 12 de marzo pasado se abrieron cerca de 350 carpetas de investigación por delitos como homicidio, robo y lesiones cometidos a bordo de estos vehículos en la capital; es decir, 3.5 al día, uno casi cada siete horas, de acuerdo con la Procuraduría General de Justicia (PGJ) local.
En entrevista con EL UNIVERSAL, Margarita Vázquez Sánchez, subprocuradora de Averiguaciones Previas Desconcentradas de la PGJ, explica que aunque es difícil precisar cuántos de esos delitos corresponden a cada alcaldía, Iztapalapa es la que concentra el mayor número de carpetas iniciadas: en el periodo citado suman 65 carpetas por robo con esa modalidad en la demarcación, 60% de los atracos fue con violencia y 40% sin ésta.
Sin embargo, la cifra podría ser mucho mayor debido a los delitos que no se contabilizan. En México, 93.2% de los ilícitos no se denuncia, según la Encuesta Nacional de Victimización y Percepción sobre Seguridad Pública, realizada por el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi) en 2017. El robo en vía pública apenas se denuncia en seis de cada 100 ocasiones.
“Este delito es común porque a los delincuentes les resulta más fácil escapar en una motocicleta o motoneta; por ellos este tipo de conducta ha repuntado. Hemos notado cómo entre varios sujetos roban a transeúntes, conductores o cuentahabientes. Algunos han realizado ejecuciones directas”, dice Vázquez.
Generalmente, señala, los delitos de este tipo se cometen a bordo de motonetas que, en la mayoría de las ocasiones, llevan hasta tres individuos que usan gorras para ocultar su identidad. “Para inhibir el delito no sólo nos estamos reuniendo con asociaciones de motociclistas para identificar plenamente las motos que circulan en la Ciudad, también nos coordinamos con la policía capitalina y otras instituciones de seguridad en los estados de México y Morelos”, asegura la funcionaria.
La noche del 15 de marzo pasado, dos sujetos en moto asesinaron a balazos, en la colonia Peralvillo, a una joven de 23 años identificada como Gabriela “N”, quien se presume tenía una relación sentimental con un miembro de La Unión Tepito, ejecutado horas antes.
Crecimiento
Según el Inegi, en 2016 en el Estado de México existían 390 mil 378 motos registradas, superando a Jalisco con 362 mil 303; la capital del país tenía 257 mil 535 y Quintana Roo, con 169 mil 592 unidades. El precio promedio de estos vehículos es de 12 mil 500 pesos.
Los delitos a bordo de motos se han hecho tan habituales que el tema llegó al Congreso de la Ciudad de México. En febrero, Christian von Roehrich y Héctor Barrera, diputados del PAN, presentaron una iniciativa para reducir ese tipo de actos ilícitos.
Proponen que todas las motocicletas que circulen en la Ciudad porten una identificación, tipo engomado, con el número de sus placas en la parte delantera, para que resulte más fácil identificar a los infractores.
Los legisladores aseguran que, con base en cifras de la Secretaría de Seguridad Ciudadana (SSC) capitalina, las denuncias por robo a peatones cometidos por individuos motorizados aumentaron 15% entre enero y agosto de 2017, comparado con el mismo periodo de 2018. Además, expusieron que entre 2010 y 2018 se cometieron 21 mil 620 ilícitos a bordo de motocicletas, motonetas y scooters.
“Ese no es el único problema, también se roban motocicletas que luego usan para delinquir. Según la Asociación Mexicana de Instituciones de Seguros, entre 2017 y 2018, las de marca Honda e Italika [ésta tiene una cuota de mercado de 70% en todo el país] se encuentran entre los 10 vehículos más robados en la ciudad”, señala Von Roehrich en entrevista.
No se trata de estigmatizar a los motociclistas, explica, lo que se busca es crear un padrón único de propietarios y adecuar los trámites para que el conductor sea efectivamente el propietario, con lo que podrá identificarse de manera más ágil a quienes cometan delitos.
“Se deben subir al sistema las denuncias de las motos robadas en tiempo real, para que el delincuente no tenga oportunidad de delinquir en ella”, puntualiza.
En ese sentido, el pasado 20 de marzo, Jesús Orta, titular de la SSC, expresó que ante el aumento de los crímenes en motos se reforzarán los operativos. Los policías, estableció, pondrán su atención en las motos que “presenten alguna irregularidad, como viajar en parejas, las de bajo cilindraje o portar cangureras”.
Es un problema de seguridad pública y es necesaria la regulación, porque un porcentaje importante de los robos a transeúnte se realiza a bordo de una moto, comentó.
Siempre alerta
Pero mientras se combate a ese tipo de ilícitos, ciudadanos como Alejandro Moscú estarán alertas cuando una motocicleta se les empareje en algún semáforo o queden atrapados en el tráfico, bajo un estrés constante por sentirse vulnerables.
—¿Qué medidas de seguridad has tomado después de ser asaltado dos veces?
—Siempre voy con los cristales arriba y trato de no llevar el celular a la vista, porque no importa la zona en la que estemos, en la Ciudad se te puede acercar una moto a robarte. También manejo en el tercer carril, para que si me quieren asaltar pueda dar un banquetazo para librarme o de plano he pensado en aventarles el coche para escapar del atraco”.