(apro).- Activistas indígenas del movimiento peninsular U Je’ets’el le Ki’ki’kuxtal rechazaron el perdón que el presidente Andrés Manuel López Obrador pidió al pueblo maya por 500 años de agravios, y además lo equipararon con Porfirio Díaz.
La campaña U Je’ets’el le Ki’ki’kuxtal (El asentamiento de la buena vida/autonomía) busca difundir “a través de la recuperación de la memoria” el derecho de las comunidades originarias al ejercicio de su autonomía.
“En el marco de las campañas que el mal gobierno realiza allá arriba, nosotros y nosotras, desde aquí abajo, realizaremos esta campaña por la vida digna, por la libertad, por el territorio, por la autonomía”, explicó en sus redes sociales.
En una carta dirigida a López Obrador, el movimiento pone en tela de juicio las intenciones detrás de la petición de perdón que hizo ayer a los mayas –a nombre del Estado mexicano-- “por los terribles abusos que cometieron particulares y autoridades nacionales y extranjeras en la conquista, durante los tres siglos de dominación colonial y en dos siglos del México independiente”.
“¿Qué viene con el ‘perdón’? Porque por una parte habla de pedir perdón, pero por la otra realiza el mismo acto de Porfirio Díaz en ese entonces. Con el perdón trae grandes empresas, fuentes del despojo, acumulación para unos cuantos y miseria para los pueblos.
“Militares: agentes de la violencia y las desapariciones más crueles de nuestra historia reciente. Desarrollo: el progreso desde la visión occidental, riqueza para unos pocos, una forma de explotación y despojo que prioriza a la muerte y que se ha perpetuado durante más de cinco siglos, desde la conquista de lo que denominaron las Américas, y que se impone y destruye otras formas de vida, como las de nosotros y nosotras, los pueblos indígenas, los pueblos mayas que somos”.
De igual manera, expone que el “mal llamado Tren Maya”, igual que muchos otros grandes proyectos, “como las industrias inmobiliarias y turísticas, los parques eólicos y fotovoltaicos, la siembra de transgénicos y las granjas, son la representación de estos elementos”.
Y cuestiona que de qué sirve pedir el perdón de los pueblos mayas, cuando quien lo pide “representa, al igual que Porfirio Díaz, una alianza abierta con las grandes empresas y los militares, la continuación de la devastación de las selvas que nos rodean y que nos otorgan la vida; la contaminación de las aguas que ya no podemos consumir; el despojo del territorio que hemos habitado durante centurias y que nos quieren arrebatar, y la terrible explotación a nuestro pueblo maya a través del llamado ‘desarrollo que esclaviza y mata a nuestros pueblos’.
“De qué sirve pedir perdón a los pueblos mayas, cuando quien pide perdón perpetúa el racismo, la discriminación y el menosprecio a los pueblos: que nos trata como si fuéramos personas sin emociones, sin razón, sin pensamiento, sin posibilidades de decidir por nuestro futuro y el de nuestros pueblos de manera colectiva, horizontal y desde abajo, por fuera de la política partidista que tanto divide a nuestras sociedades”.
Asimismo, aclara que es justamente eso lo que está en disputa: los futuros posibles de las muchas formas de vivir y de organización de los pueblos, de las niñas y los niños, de la naturaleza y la vida misma.
“De qué sirve pedir perdón por los agravios del pasado cuando, en el presente, la colonización de nuestros territorios y de nuestros cuerpos y emociones y pensamientos persiste cada día con más violencia e intensidad; cuando con la imposición de los grandes proyectos se nos arrebata el territorio”.
Y en ese punto denuncia: que “la tranquilidad de los poblados se transforma en el terror que viven a cada momento” en Cancún, Playa del Carmen, Tulum, Bacalar, convertidas “en sedes regionales, nacionales y hasta globales de la explotación laboral, de la inseguridad generalizada, de los feminicidios y asesinatos, del tráfico de drogas y de personas”.
“¿Ese es el Desarrollo del que tanto hablan?”, pregunta, y responde: “¿No acaso es lo contrario? Ese desarrollo del que hablan parece más bien un infierno que se extiende como una plaga de muerte en dirección hacia los pueblos”.
De qué sirve pedir perdón a la Madre Tierra, insiste, “cuando las selvas están siendo literalmente devastadas por el agronegocio, la industria inmobiliaria y turística; por los parques eólicos y fotovoltaicos que sólo producen energía para las propias grandes empresas; por el gran proyecto llamado sembrando vida (que no hace más que sembrar muerte)”.
En su carta, la campaña U Je’ets’el le Ki’ki’kuxtal dice a López Obrador que “pedir perdón tendría sentido si inmediatamente se repararan y compensaran los daños al pueblo maya por los errores del presente”.
“Por las decisiones que causan el desastre medioambiental en territorios mayas: las concesiones para el cultivo de transgénicos e híbridos y el uso de pesticidas que llevaron a la grave contaminación del manto freático y la presencia de glifosato en la sangre y leche materna, la deforestación de la sagrada selva y la muerte de las abejas y otros insectos nativos que mantienen vivos los ecosistemas y son fundamentales para mantener los medios de vida de las comunidades mayas”.
Y puntualiza: “No, señor presidente: ¡no aceptamos su perdón! No un perdón cínico y tramposo”.
“Lo que exigimos y hemos exigido desde hace mucho tiempo, y lo que han exigido de otras formas nuestras abuelas y abuelos en las décadas y siglos pasados, es que se respeten los derechos de los pueblos indígenas, de nosotras y nosotros como pueblos mayas”, recalca.
De igual manera, el movimiento exige al Ejecutivo detener el megaproyecto del “mal llamado Tren Maya; la agricultura transgénica; las granjas porcícolas que contaminan sus aguas; las empresas eólicas y fotovoltaicas que despojan las tierras”.
También frenar las políticas que impulsan las industrias de las inmobiliarias y el turismo masivo “que devasta la naturaleza y nuestras diversas formas de vida que defienden la vida misma, es decir, exigimos que se detenga el desarrollo capitalista en nuestro territorio maya”.
Y como alternativa propone “formas de vida, y no proponemos una, sino muchas, las de los pueblos que somos. Lo que queremos son autonomías que nos permitan vivir bien, en tranquilidad con la naturaleza. Una vida digna.
“No queremos que nos pidan perdón. Exigimos el respeto al derecho de ejercer nuestras autonomías”.
Y lanza: “¡Aquí estamos, señor presidente! ¡Aquí estamos los pueblos en lucha! ¡Aquí estamos y no nos rendiremos!”.