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A Luis Patricio le gusta acudir a la escuela y aprender cosas nuevas. Si en su camino se encuentra un objeto para desarmar, su ingenio lo lleva a mejorar su funcionalidad. Y en el colegio al que acudía en Morelos, hasta hace dos años, hizo grandes amistades.
Pero un día, la directora le prohibió a él y a su hermano la posibilidad de reinscribirse por el hecho de que Luis Patricio padece del trastorno por déficit de atención e hiperactividad, mejor conocido como TDAH, el cual se caracteriza por la dificultad para prestar atención, la hiperactividad y la impulsividad.
Para él, el aprendizaje y su desarrollo requiere de herramientas que le ayuden a canalizar mejor toda la información que recibe desde los círculos sociales en los que se desarrolla, como familia, escuela, amistades.
Maribel Ponzanelli, su madre, inició un juicio de amparo para defender el derecho al acceso a la educación de sus hijos y lo ganó. Sin embargo, la directora ―hasta ahora― ha impugnado la decisión de la jueza para evitar que ambos niños tengan la posibilidad de volver a la escuela.
Martha Eugenia Magaña López, jueza Quinto de Distrito en el Estado de Morelos, señala a Animal MX que el artículo 3 Constitucional establece que la educación debe ser inclusiva.
“Eso implica que todas las escuelas ―incluidas las públicas― se capaciten para recibir niños con ese y otro tipo de trastornos. Los niños deben elegir entre ingresar a una escuela especial o bien, a una ordinaria que debe ser, por ley, inclusiva”, añade.
De acuerdo con la versión pública de la sentencia de juicio de amparo 706/2022, y de la que Animal MX tiene copia, la directora de esta institución privada en el estado de Morelos negó el ingreso de ambos niños a la escuela, evitando que sus padres pudieran reinscribir a sus hijos y continuarán con el ciclo escolar que les correspondía.
Según cuenta Maribel a Animal MX, para la directora de la escuela el TDAH de Luis Patricio es más un impedimento que la oportunidad de capacitar a la comunidad escolar, comenzando por los profesores para que su hijo continuara con su desarrollo en la escuela.
“La directora ya no quiere darle la inscripción a mi hijo, Luis Patricio, porque tiene TDAH. Y no solo fue mi hijo en esa escuela, sino también a una compañera del niño. Los tenía en la mira, la directora es intolerante al TDAH y buscó en otros años, desde que mi hijo estaba en segundo de primaria, la manera de quererlo sacar”, relata Maribel Ponzanelli.
La educación básica es un derecho
Luis Patricio estudió en el Centro Educativo Cocoyoc junto con su hermano, José María, a quien, en consecuencia, también le negaron la posibilidad de continuar con sus estudios y reinscribirse. Dicho colegio se encuentra en Xochicalco y Monte Albán 98, 62739, Fraccionamiento Lomas de Cocoyoc, Morelos.
Negar el acceso a la educación a las infancias es violentar uno de sus derechos humanos. Según el Sistema Nacional de Protección de Niñas, Niños y Adolescentes, las niñas, niños y adolescentes tienen derecho a una educación de calidad que contribuya al conocimiento de sus propios derechos.
Su educación debe basarse en un enfoque de derechos humanos y de igualdad sustantiva, garantizando el respeto a su dignidad humana y el desarrollo armónico de sus potencialidades y personalidad. Además, debe fortalecer el respeto a los derechos humanos y a las libertades fundamentales de las infancias.
Dentro de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, el artículo Artículo 3 también ampara y protege la educación básica en las infancias; así como la Ley General de Educación.
Para la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH), sobre los derechos de las niñas y los niños, la educación es un derecho prioritario. Por su parte, el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef, por sus siglas en inglés) describe que el derecho a la educación es uno de los derechos humanos fundamentales incluido en la Convención sobre los Derechos del Niño (CDN) y en es parte, también, de los instrumentos internacionales de los derechos humanos.
A pesar de contar con instrumentos legales, tanto en México como en el mundo, la directora del Centro Educativo Cocoyoc en Morelos decidió no permitir que tanto Luis Patricio como José María continuaran sus estudios en esa escuela. El diagnóstico de TDAH en uno de los hermanos permeó en su decisión.
La mamá de los menores denuncia que la directora de ese colegio ya había intentado frenar la educación de los niños en otras ocasiones.
“Entonces, llega el momento en que encuentra la manera y decide que no le va a dar la reinscripción al niño. Nosotros como padres de familia buscamos cómo ayudarlo porque, para mí, se me hace una discriminación y una injusticia total que te diga simplemente ‘tiene TDAH y no es una escuela para el niño’, así me dijo”, relata Maribel.
Incluso considera que el argumento de la directora no fue un motivo válido para detener la reinscripción de sus hijos en el colegio.
Además, cuando la directora se negó a permitir las reinscripciones de Luis Patricio y José María, la comunidad escolar no mostró apoyo por la familia.
“Tristemente nos rechazaron. Mis hijos crecieron con muchos de sus compañeros desde los 3 años. Niños que se conocían y fueron creciendo con mis hijos. Es triste darte cuenta que la gente es hipócrita y no es lo que esperas, gente que se decía ser amigos de mis hijos y amigos nuestros, nos cerraron la puerta”, señala la madre de ambos niños.
El Instituto Nacional de Salud Mental de Estados Unidos define el Trastorno de Déficit de Atención con Hiperactividad (TDAH) como un trastorno del desarrollo asociado con un patrón continuo de falta de atención, hiperactividad o impulsividad.
De acuerdo con el instituto, los síntomas en las personas con diagnóstico de TDAH pueden interferir en sus actividades y relaciones diarias. Este trastorno comienza en la niñez y puede continuar hasta la adolescencia e incluso la edad adulta.
Este trastorno se caracteriza por tres síntomas:
Falta de atención, como tener dificultad para prestar atención.
Hiperactividad, la cual se desencadena cuando las personas tienen demasiada energía o moverse y hablar demasiado.
Impulsividad, que se manifiesta al actuar sin pensar o tener dificultad con el autocontrol.
El Instituto Nacional de Salud Mental advierte que el TDAH puede afectar las relaciones sociales y el rendimiento escolar de los niños y los adolescentes. Por ello, es importante un diagnóstico certero realizado por un especialista.
¿Qué resolvió la jueza?
En la resolución de la sentencia del juicio de amparo la jueza Quinto de Distrito en el Estado de Morelos, Martha Eugenia Magaña López, resolvió que pesé a los señalamientos de la directora del Centro Educativo Cocoyoc, tanto Luis Patricio como José María son “niños extraordinarios”.
En el formato de lectura fácil, herramienta que permite hacer accesible la información escrita con el objetivo de asegurar y garantizar la toma de decisiones y su participación con igualdad de condiciones para las demás personas, la jueza decidió que “la directora de su escuela debe recibirlos nuevamente”.
Además, añadió que la directora debe capacitar también a los maestros de dicha institución para que aprendan a ayudar a Luis Patricio a canalizar sus energías y así tener las mismas oportunidades de aprendizaje que su hermano y compañeros.
La jueza resaltó que Luis Patricio tiene un “superpoder” con el cual es capaz de hacer todo posible, solo necesita que sus maestras le enseñen a canalizarlo. Además, recordó a José María como un gran hermano por ayudar a su familia.
Ante el rechazo de la comunidad estudiantil, la jueza también señaló que “todos somos diferentes y eso no es malo, nos hace únicos y especiales y debemos aprender a sacar cosas bonitas de eso que nos hace distintos”.
Finalmente, recordó a ambos hermanos que estudiar en la escuela cercana a su casa con sus amigos es su derecho.
Una familia obligada a migrar por bullying
Cuando la directora negó la reinscripción a ambos hermanos, no solo detuvo su educación, sino que la comunidad educativa del colegio en el que estudiaban también los rechazó.
“Es horrible que después de tantos años te traten como ‘el apestado de la escuela’. Eso es lo que me indigna porque no solo corrió de mala gana a Luis Patricio, José María también sufrió las consecuencias solo por ser su hermano”, denunció Maribel, madre de ambos niños.
El Colegio Educativo Cocoyoc de Morelos se encuentra dentro de un fraccionamiento. De la casa de Maribel a la escuela, bastaban 5 minutos para estar en la puerta del colegio. La mamá reconoce que, además de la cercanía, el instituto cuenta con un buen nivel académico.
“Ella [la directora] no nos quería hasta que vio la oportunidad. Te corre, te señala, te deja en ridículo y señala a tu hijo y ocasiona un problema entre los niños porque eso es algo que nadie ha visto, el problema”, cuenta Maribel.
La madre señala que el conflicto para reincorporar a sus hijos a la escuela no solo trajo bullying entre sus compañeros, sino también conflictos en el núcleo familiar. Con el ciclo escolar perdido, decidió dejar su hogar y migrar de Morelos a la ciudad de La Paz en Baja California Sur.
“Imagínate qué decirle a un niño de 12 años para que entienda que lo corrieron. Él lo decía: ‘a mi me corrieron por culpa de mi hermano y sus problemas me arrastraron’. Eso no me parece correcto porque, al final, todo el mundo nos dio la espalda, todo el mundo nos hizo a un lado en la escuela y en el fraccionamiento”, recalcó.
Maribel Ponzanelli hizo todo lo que pudo para defender el acceso a la educación de sus hijos. El juicio de amparo que inició tenía el objetivo de reincorporar a sus hijos al colegio en el que estudiaban y aunque la jueza Martha Magaña así lo resolvió en la sentencia, la directora decidió impugnar esa decisión.
En la búsqueda de justicia, Maribel buscó ayuda con la Secretaría de Educación Pública (SEP) en Morelos. En ese estado llegaron con el Instituto de Educación Básica de Morelos (IEBEM) para solucionar el caso de sus hijos.
“Buscamos al jefe de sector, después con la SEP y nos dijeron que nos iban a ayudar y a la mera hora nos dijeron que no, que no se podía. Esta decisión la desconocemos cuando, en un principio, habían dicho que sí se podía”, señala Maribel.
Conforme se agotaban las instancias a las que decidieron acudir para resolver que Luis Patricio y José María volvieran a la escuela, el juicio de amparo lo inició la familia y aunque la resolución resultó a su favor, el bullying la orilló a tomar la difícil decisión de dejar su hogar.
Actualmente, Maribel y sus hijos viven en La Paz, Baja California Sur; mientras que, su esposo y su hijo mayor tuvieron que quedarse en el estado de Morelos. Reiniciaron su vida juntos y Luis Patricio y José María se encuentran en una escuela que les motiva a ser creativos.
“Viví el proceso sufriendo y llorando. Hoy, me ha llevado tiempo adaptarme (…) la nueva escuela los ha acogido mucho y eso, al día de hoy, me levanta el que esté aquí. Creo que, el verlos contentos a ellos es lo que me llena a mí”, finaliza Maribel.