02/04/2010
A las 8 de la mañana de ayer, cuando abrió sus puertas la taquilla del parador turístico de Chichén Itzá, comenzaron a llegar los primeros turistas nacionales y extranjeros.
La primera impresión de los visitantes fue de desilusión, ya que un amplia área estaba delimitada por vallas metálicas, como consecuencia del desplome del techo del escenario donde actuará el británico Elton John.
El cierre afectó a “casi la mitad de Chichén”, según ilustró un empleado del INAH.
La delimitación abarca el sector poniente del Castillo, el Juego de Pelota, las plataformas de Aguilas y Jaguares y de Venus, el Tzompantlin y el cenote sagrado.
“¿Por qué no puedo pasar? Quiero ver esa parte de la pirámide”, se quejó un turista alemán, cuando personal de seguridad le impidió el paso al área cercada.
“Si pagué un boleto completo para ver toda la zona, no una parte”, expresó otro visitante.
“Lo que pasó es la maldición de Kukulcán”, consideró un guía de turistas que dirigía a un grupo de turistas alemanes.
Ooh, Kukulcán, es dangeorus (peligroso), respondió una turista.
“No, son travesuras de los aluxes, para que vean que sí existen, que no les han pedido permiso, que están molestos”, agregó un empleado del INAH.
A las 8:20 de la mañana entró a la zona arqueológica el director de Cultur, Jorge Esma Bazán, para constatar los daños en la estructura del escenario. Lo acompañaron Ramón Lee Rejón, coordinador de Cultur en Chichén, y Francisco Torres Rivas, secretario de Obras Públicas.
Durante el trayecto del parador turístico al sitio del accidente, el funcionario hablaba por teléfono y comentaba a su interlocutor su preocupación por el impacto que el accidente tendría en la prensa. Textualmente dijo: “Lo bueno es que nadie tiene fotos”.
Minutos más tarde, Esma Bazán accedió a dar una entrevista a un reportero del Diario.
Amable, aceptó que el accidente “nos duele y lastima, pero primero está la vida de las personas y hay que enfrentar las cosas, hablar de frente”.
“Es un incidente, a veces suceden este tipo de cosas, pero en estadios u otros lugares, no en una zona arqueológica, por eso no se entera la gente. No quisimos hacer nada que violente el proceso de resguardo del sitio, ya que de otra forma en cuatro o cinco horas levantábamos todo y listo”
