(1)Escrito que José Manuel Díaz Rubio, promotor de "Mensajeros de la Paz", envía al caricaturista Antonio Peraza Rivero, colaborador de "Diario de Yucatán", y respuesta de "Tony" al señor Díaz Rubio:
La carta de Díaz Rubio a "Tony" Peraza dice, entre otras cosas, lo siguiente:
En su caricatura publicada el martes 8 de marzo, el símbolo que utilizó en el vaso de cerveza representa a la paz mundial. México lo adoptó oficialmente en 1937.
Debería usted enterarse e informarse del valor de este símbolo y estar consciente de que nuestra ciudad fue distinguida el 5 de enero del presente con este símbolo y su bandera ante el organismo mundial "Pax Urbis", crédito que recibimos por ser en el pasado y en el presente una ciudad de paz.
La sociedad en general, un servidor en particular, nos sentimos lastimados y agraviados por la utilización de este emblema en una caricatura tan violenta.
Le recomendamos ver la página Editorial del 4 de marzo de su mismo periódico, donde la escritora Edith R. Wilson, colaboradora de "The Washington Post", habla en su escrito "Mérida, el otro México" de la "vibrante, pacífica Mérida, ejemplo de las bondades del capital social".
Me asombra la incongruencia: "el día 4 de marzo un extranjero publica un bellísimo artículo de nuestra ciudad de Mérida y cuatro días después usted lo pretende empañar con esta caricatura".
Respuesta de "Tony" Peraza a Díaz Rubio:
De ninguna manera fue mi intención empañar símbolo alguno, sino precisamente evidenciar el contraste entre esa honorable distinción y el mal gusto, la vulgaridad, el ruido, la basura, el desprecio por los espacios urbanos, la comercialización de una fiesta que debería ser de la gente, la promoción de la cultura de la megacantina, la falta de claridad en los recursos y, en este caso, la violencia que se agregó al deplorable escenario de algo que sigue autonombrándose con un forzado tono festivo como Carnaval de Mérida. No es una caricatura la que debería de preocuparles. Más preocupante es que un símbolo digno coexista con una caricatura de festividad que eclipsa, deteriora y devalúa cualquier nombramiento, por más alto que éste sea.
Un cartón político es una opinión, pero también un monitor de la percepción pública. Y en la caricatura que nos ocupa, recojo el malestar de muchas personas que me han manifestado su incomodidad y preocupación por la contradicción que existe entre lo que decimos que somos como ciudad y lo que los ciudadanos perciben de ella más allá de los lindos eventos con jaranas, trova y antojitos regionales.
Agradezco sus palabras. Siempre es sano dialogar las diferencias. Eso, entre otras cosas, nos convierte en mejores ciudadanos, condición básica para aspirar a la construcción y preservación de una mejor comunidad, con títulos o sin ellos.
Le envío un respetuoso saludo.
