Noticias de Yucatán
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Jueves, 1 de noviembre de 2012 - Edición impresa
Al caer la tarde, el tránsito por el pasaje ubicado entre el Museo de la Ciudad y el Portal de Granos se intensifica por el paso de trabajadores y estudiantes rumbo a sus hogares.
Pasadas las 10 de la noche el lugar se convierte en rincón de parejas, hotel de teporochos, sanitario de necesitados, comedero y escondite de malvivientes.
La escasa iluminación del lugar, las varias estructuras de metal colocadas ahí para establecer de manera temporal a comerciantes de ropa que se ubicaban en lo que era una antigua área del mercado Lucas de Gálvez, mientras se derribaba y construía lo que hoy es la llamada Pepita, convierten el sitio en escenario ideal para prácticas ilegales.
Si alguien puede dar fe de lo anterior es Teodoro Ríos Badillo, comerciante de ropa típica, reubicado ahí desde hace año y cuatro meses, cuya estructura metálica asignada por negocio ya fue visitada en siete ocasiones por los amigos de lo ajeno.
-Los ladrones cada vez entran por una parte distinta -dice el comerciante-, incluso hasta por el techo ya lo hicieron.
Otros comerciantes también ahí reubicados optan mejor por empacar sus mercancías cada noche y llevárselas a su casa para evitar el robo, pero lo que sí no pueden evitar es la pestilencia que se deja sentir por las mañanas a causa de las muchas personas que aprovechan la protección nocturna que les dan las estructuras para usarlas como sanitarios.
Basta un recorrido por la zona para comprobar las quejas de los comerciantes: cerca de la medianoche, el pasaje se ve en penumbras. Sólo las entradas están bien iluminadas por la ubicación de cuatro vendedores de perros calientes, tres por la calle 65 y uno por la 56.
Las bancas en el interior del pasillo son ocupadas como confidentes de parejas, camas de teporochos o mesa para comida, y los arriates como basureros.
-Un año y cuatro meses llevamos aquí -señala Ríos Badillo- y no tenemos para cuándo cambiarnos, pues al movernos nos dijeron que era sólo por cuatro meses y hasta hoy nada, y, aunque ya esté lista La Pepita, nadie sabe a quiénes van a ubicar en esos puestos tan pequeños -añade.
Por las mañanas el escenario cambia, aunque el número de puestos ubicados originalmente (“entre cinco y siete”, según los comerciantes) se ha multiplicado por la colocación de nuevas estructuras metálicas que exhiben todo tipo de mercancías legales e ilegales, desde lentes, relojes, cinturones y baratijas, hasta comida, aretes, pulseras, peluches y juguetes.- Luis Iván Alpuche Escalante
Pasaje | Puerta a lo ilegal
El pasaje ubicado entre el Museo de la Ciudad y el Portal de Granos cambia.
De todo
Pasadas las 10 de la noche el lugar se convierte en rincón de parejas, hotel de teporochos, sanitario de necesitados, comedero y escondite de malvivientes.
Escenario idóneo
La escasa iluminación del lugar, las varias estructuras de metal colocadas ahí convierten el sitio en escenario ideal para prácticas no muy legales.