La "noche negra" de la Catedral cumplirá 100 años

17 septiembre 2015
Noticias de Yucatán


El pasaje histórico más triste de la Catedral de Yucatán, que se conoce como “La noche negra”, está por cumplir 100 años.
El 24 de septiembre de 1915 el máximo templo católico de esta entidad fue objeto de un violento saqueo en el que se destruyeron altares, retablos e imágenes sagradas.
“Eran tiempos difíciles de la Revolución Mexicana”, recuerda el historiador Ángel Gutiérrez Romero, colaborador de dicho recinto.
El Cristo de las Ampollas —del que en estos días los devotos celebran su fiesta patronal— no se salvó de aquella profanación, añade el experto. “La imagen que se venera actualmente es copia de la original de 1603, que se perdió por ese atentado”.
Ángel Gutiérrez, licenciado en Historia por la Facultad de Antropología de la Universidad Autónoma de Yucatán, explica que los festejos en Catedral en honor al Cristo de las Ampollas tienen un significado especial este año porque de algún modo se conmemora un siglo del atentado que sufrió el templo en tiempos de la Revolución Mexicana, en la cual la situación social y política de todo el país era de violencia y cambios profundos.
Sin precedentes
El historiador indica que del atentado se recogieron testimonios, pues no se pensaba que pudiera ocurrir un acto de tales magnitudes, sobretodo por el gran significado religioso, cultural y social que tenía —y aún tiene— nuestra Catedral.
De acuerdo con lo recabado, la imagen del Santo Cristo fue sacada de su capilla y se intentó destruirla y quemarla, pero no fue posible, posiblemente por las capas de pintura, explica un cronista. Tras el frustrado acto vandálico, se abandonó el Santo Cristo al frente a la Catedral, en la calle 60, donde pasaba el tranvía.
El Santo Cristo de las Ampollas de 1603 fue incautado por la policía y después no se supo más de su paradero.
Tras estos hechos, la Catedral se mantuvo cerrada al culto hasta 1919, cuando se estabilizó la situación política, detalla el historiador.
El Cristo Negro que se venera hoy en día fue mandado construir en Querétaro, tratando de copiar lo más posible la imagen original. El hacendado Rafael Quintero la encargó y la obsequió a la Catedral. El nuevo Cristo de las Ampollas fue bendecito el 24 de septiembre de 1919.
El régimen político
La situación que imperaba en el ambiente político mexicano es de suma importancia para entender el saqueo de la Catedral, opina el historiador, ya que se aplicaban medidas un tanto radicales contra la Iglesia y el clero, como incautar edificios y escuelas religiosas.
De acuerdo con los archivos y lo publicado en la prensa en esos años, los hechos violentos fueron realizados por un grupo de obreros provenientes de los talleres de la plancha, de ferrocarriles y de los muelles de Progreso.
Se presume que esas personas fueron parte de un mitin con una connotación antirreligiosa en la Plaza Grande, en el que, en algún momento, la violencia se apoderó de ellos y realizaron el atentado.
Para ingresar y hacer destrozos, los trabajadores destruyeron la puerta de la calle 61. Eran las 10 de la noche.
“Ahora vemos a la Catedral tan vacía que nos pareciera que así ha estado siempre, pero no fue así”, resalta Gutiérrez. “Como cualquier gran catedral mexicana, tuvo una gran riqueza en arte sacro en retablos e imágenes, muchas de ellas que se remontaban al inicio de la Colonia, como el Señor de la Conquista que perteneció a los Montejo”.
La fatídica noche
Entre los destrozos realizados se encuentran la destrucción de las imágenes religiosas que estaban en los altares, el saqueo de la capilla de San José —que ahora no existe— y el retablo mayor fue arrancado de su sitio.
Para el historiador Francisco Cantón Rosado, la capilla del Cristo de las Ampollas sufrió el mayor de los daños, ya que por la gran devoción que se le rendía, era la más rica y ornamentada de la Catedral. Prácticamente se destruyó todo el interior.
El retablo mayor, que estaba en donde se encuentra hoy el Cristo de la Unidad, fue construido entre 1760 y 1762, ocupaba todo el área del muro trasero, por lo tanto era de grandes dimensiones.
Este retablo contenía diversidad de imágenes relacionadas con la ciudad y el estado de Yucatan, y había también un ciprés o baldaquino construido en 1821.
San José es de las pocas imágenes que se lograron salvar. Fue recogido en partes y reconstruido por un carpintero que la regresó a Catedral. Es la que actualmente está en el recinto.
Ángel Gutiérrez destaca que una de sus molestias radica en que la fuerza pública no evitó el saqueo. Incluso, algunos periodistas que no profesaban la religión católica protestaron por la destrucción del tesoro artístico, independientemente del valor religioso. “Tampoco hubo arrestos ni alguien que pagara por los daños”.
Dichos actos violentos fueron aprovechados por mucha gente para robar las imágenes para luego vender los artículos religiosos, “pero eso no fue documentado”, asegura el entrevistado.
El ataque, ¿ordenado?
En los relatos de este capítulo negro de la historia yucateca, se maneja que un personaje estuvo relacionado. “La participación de Salvador Alvarado en el saqueo a Catedral no es formal”, explica. “En ningún momento el general está en la Catedral físicamente; desde luego la prensa y algunas personas consideraron que fue la parte intelectual, pero formalmente él no participó”.
Aunque se le atribuye el ataque, “no hay documento que diga que fue por órdenes de él”, resalta.
Días después del asalto, la Catedral fue devuelta al cura del sagrario Pablo Ortiz. “Las descripciones que se dieron eran desoladoras, no había pasado por la mente de estas personas entrar y ver en estado de ruina imágenes, ornamentos y vestiduras sacerdotales. Fue muy impactante para las autoridades y población en general”.
Poco tiempo después la cerraron. En el máximo templo católico de Yucatán temporalmente funciona la capilla del Divino Maestro como sitio de reunión del clero de la Catedral.
Hubo signos que reflejaron el sentimiento del clero tras lo sucedido. En los archivos está consignado que los canónigos de la Catedral desde años antes al saqueo —en tiempos de Crescencio Carrillo y Ancona— habían recibido el privilegio de usar el traje prelaticio de color morado, el cual es de gala y de fiesta. Los canónigos se negaron a usar el traje de gala cuando su iglesia estaba en ruinas. “Hasta hace algunos años lo volvieron a emplear”, dice el historiador.
En Catedral hubo retablos posteriores que ya no están, detalla Ángel Gutiérrez.
El arzobispo Martín Tritschler y Córdova mandó a construir retablos, pero debido a reformas del Concilio Vaticano II se decidió retirarlos. En donde estuvo el retablo mayor estuvo el baldaquino de la Iglesia de San juan, y después se regresó a esa iglesia.
En busca de paz
Para intentar dejar atrás ese capítulo negro, en 1967 el arzobispo Fernando Ruiz Solorzano mandó construir el Cristo de la Unidad para hallar la reconciliación. Por eso su nombre, ya que deseaba que con esa imagen desapareciera cualquier tipo de rencor que pudiera existir entre los propios yucatecos.
El colaborador de la Catedral informa que hasta ahora no hay alguna actividad prevista para la efeméride, como en el pasado cuando se celebraba misa de desagravio. Aunque piensa que las misas del día se ofrecerán de manera especial.
“Ya superado desde hace mucho ese momento de enfrentamiento, la Catedral sigue siendo un edificio distintivo de la ciudad, no sólo como punto religioso, sino como un tesoro cultural y arquitectónico. Es interesante conocer la historia; se dice es maestra de vida, es importante conocerla para no caer de nuevo en este tipo de actos de división de la sociedad que no llevan a nada positivo”, finaliza. Megamedia.
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