No siempre dar un beso largo e intenso es bueno

18 marzo 2016
Un estudio presentado por el Instituto Mexicano del Seguro Social alertó que dar o recibir besos largos, intensos y apasionados, puede traer serias consecuencias a la salud ya que, por medio de la saliva, se transmiten una gran cantidad de virus, bacterias y gérmenes, lo que eventualmente la convertiría en un foco de infección conocido como “la infección del beso” que afecta a cinco de cada 100 personas entre los 15 y 30 años.
El padecimiento más conocido que se transmite a través de la saliva es la mononucleosis infecciosa, denominada popularmente “enfermedad del beso”.
Se trata de un tipo de herpes producido por el virus Epstein-Barr, cuyos síntomas son: fiebre, inflamación de amígdalas y ganglios; afecta principalmente a personas de 14 a 24 años de edad, y su tratamiento es mediante fármacos antibacterianos.
Pero, además, causa fuertes dolores de cabeza, de garganta, inflamación de amígdalas, cansancio, fiebre, manchas rojizas en la piel, inflamación de ganglios en todo el cuerpo e inflamación del hígado y del bazo. No todos, sin embargo, llegan a desarrollar los síntomas de manera grave.
A nivel mundial se estima que el 85 por ciento de la población ha tenido contacto con el virus del herpes oral, padecimiento que hasta el 40 por ciento de pacientes manifiesta con lesiones identificadas como fuegos.

¿Hay que besarse más?

Si bien estudios científicos y médicos demuestran que besar a otra persona estimula la parte del cerebro que libera oxitocina, creando una sensación de bienestar, además de que influye en funciones emocionales que permiten enamorarse y, al mismo tiempo, está asociada con el afecto, ternura y el contacto físico, las personas con problemas bacterianos pueden transmitir enfermedades.
Los especialistas explican que la saliva es un líquido producido por las glándulas mayores (parótida, sublingual y submaxilar) y las menores, muy pequeñas y numerosas. Suele ser transparente, de viscosidad variable y se compone principalmente de agua (en un 95 por ciento), sales minerales, como iones de sodio, potasio, cloruro, bicarbonato y algunas proteínas.
Sin embargo, también es portadora de virus y bacterias, ya que puede transmitir enfermedades como: gripe, escarlatina, herpes, varicela, sarampión, hepatitis tipo B y parotiditis (paperas), entre otras. La saliva tiene una función lubrificante básica para el organismo, porque permite el mantenimiento íntegro de las mucosas, y una correcta articulación de las palabras, al mantener húmedos lengua y labios. Además, protege el esmalte de los dientes y colabora en la digestión de los alimentos, a partir de las enzimas que contiene, como la estaterina, con propiedades antibacterianas y antifúngicas (hongos), asimismo, la cavidad oral y el esófago, ya que, en realidad, la comida nunca toca directamente las células epiteliales de esos tejidos. La saliva también sirve para regular la cantidad de agua del cuerpo, ya que si hay mucha, se produce más; y si falta, se secreta menos. Se estima que la boca está humedecida por la producción de entre 1 y 1,5 litros al día, y durante toda la vida, una persona genera aproximadamente 38 mil litros de este peculiar líquido. Indudablemente, siempre será más sano besarnos que abstenernos de hacerlo, pero no hay que olvidar las recomendaciones de los especialistas, como un adecuado aseo bucal diario; no tener contacto con personas infectadas o que tengan alguna enfermedad, sea gripe o problemas faríngeos, inclusive si tiene caries; y muy importante, abstenerse de los besos prolongados o de aquellos en los que exista mucho contacto de saliva a saliva (los llamados besos profundos), ya que implican mayor riesgo.
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