En la boda de Eruviel, Rosario Robles agredió con gritos vulgares a Lourdes Mendoza

21 julio 2017
Noticias de Yucatán


Lourdes Mendoza es una periodista que colabora en el diario Reforma y en TV Azteca.
El 14 de febrero de 2017 publicó el artículo “Durmiendo con el enemigo”, en el que decía que “nadie se explica cómo EPN tiene de encargada en el Edomex a Rosario Robles, ya que en todos los estados en los que opera ha perdido, siendo además la única del círculo del presidente que no tiene mérito alguno”.
No solo en las páginas de Reforma criticó la periodista a la secretaria de Desarrollo Agrario, Territorial y Urbano: también lo hizo en Twitter.
En la red social, la señora Mendoza cuestionó a la señora Robles porque esta había sido sorprendida de compras, en horas de oficina, en la carísima tienda Hermés del centro comercial Perisur de la Ciudad de México.
Fue Carlos Loret de Mola, por cierto, el que dio a conocer, en Twitter, que Rosario Robles estuvo un lunes poco después de las once de la mañana en Hermés.
El hecho es que hace no muchos días se casó el gobernador del Estado de México, Eruviel Ávila.
Entre las muchas personas que asistieron a la boda estaban la periodista Lourdes Mendoza y la secretaria Rosario Robles.
Cuando Robles vio a Mendoza, la traicionó su instinto pugilístico y, por lo tanto, lo único que se le ocurrió hacer fue agredirla con insultos bastante vulgares.
Afortunadamente, la secretaria general del PRI, Claudia Ruiz Massieu, intervino para calmar a la exaltada Rosario Robles, que a punto estuvo de pasar de los ataques verbales a las agresiones físicas.
No me sorprende lo que hizo la señora Robles. Hace años la critiqué en la columna que publicaba en Milenio porque me pareció inmoral que ella usara perlas marca Tiffany en sus collares, algo que desde luego no podía pagar con el salario que recibía en el gobierno del Distrito Federal.
Una o dos noches después de que publiqué eso, entré a un restaurante de la colonia Polanco en la Ciudad de México y, la de malas, ahí estaba la señora Robles, que en cuanto me vio me gritó: “¡Mis perlas no son Tiffany, sino de otra marca mucho más cara!”. Pena ajena...

Rosario Robles, por lo visto, no ha aprendido a comportarse. Ni tampoco entiende aquello de Benito Juárez: el funcionario tiene que vivir en la honrosa medianía, es decir, sin lujos.
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