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Todos estos hábitos tienen consecuencias negativas en tus redes neuronales. Disminuyen la velocidad del pensamiento, reducen la masa cerebral, alteran la producción de hormonas que causan obesidad y provocan un círculo vicioso de inactividad.
Hay tres fenómenos que explican el achicamiento cerebral:
Algunas partes del cerebro diseñadas para la supervivencia se ha dejado de usar.
La poca variedad de comida que nos metemos actualmente no nutre adecuadamente al cerebro.
La vida sedentaria contribuye a la pérdida de masa cerebral, pues el ejercicio estimula la producción de neuronas.
Pero hay cosas que tú puedes controlar y que hacen el cerebro aun más chico:
Inactividad. Utilizar elevadores en lugar de escaleras, pasar ocho horas en el escritorio, manejar otras tres y llegar al sillón.
Mala alimentación. Comer azúcares y harinas refinadas en exceso. Limitar la dieta a pocos nutrientes.
Insomnio. Desvelarse sin motivo…
Histeria. Echando maldiciones a diestra y siniestra sin meditar la causa de nuestra molestia.
Vicios. El tabaco, el alcohol y otras drogas que matan neuronas.
Redes sociales. En exceso, ocasionan que el cerebro piense menos y tenga planes sin esfuerzo.