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El investigador del Centro de Investigación Científica de Yucatán (CICY), Mario Rebolledo Vieyra, fue sentenciado
a dos años, ocho meses y un día de cárcel como responsable de abusar sexualmente de su hija de cuatro años de edad, hechos
que sucedían desde 2014.
La condena mínima fue porque solicitó un procedimiento abreviado, cuyo único requisito es que acepte su responsabilidad
en los hechos.
Este sujeto fue detenido en febrero de 2016, en cumplimiento de una orden de aprehensión expedida por la juez segundo de
control de Mérida, Blanca Bonilla González, por el delito de abuso sexual.
En esa ocasión, al resolver sobre la situación jurídica del imputado, la jueza determinó vincular a Rebolledo Vieyra a proceso penal
y como medida cautelar le impuso el uso de un brazalete electrónico, por lo que enfrentó el proceso en libertad.
En la audiencia de la lectura de la sentencia, realizada ayer en el Centro de Justicia Oral de Mérida, la juzgadora condenó al
investigador del CICY a dos años, ocho meses y un día de prisión, pero le concedió el beneficio que otorga la ley respecto de la
sustitución de la sanción corporal, es decir, con una multa puede evitar ser ingresado en el Centro de Reinserción Social del
Estado.
La jueza Bonilla González también condenó a Rebolledo Vieyra al pago de 20 mil pesos por concepto de la reparación del daño
moral a la víctima y otros 56 mil 586 pesos por el daño material, debido a la atención psicológica y médica a la menor. También se
le prohibió acercarse a la víctima por un lapso de tres años.
Lo descubrió su esposa
En la causa penal se indica que los hechos fueron descubiertos el 4 de diciembre de 2014, cuando aproximadamente a las cinco de
la madrugada, la madre de la víctima escuchó el ruido de la puerta de miriñaque que separa la escalera de los cuartos, y al ver qué
sucedía descubrió a su esposo, quien presuntamente ya se había ido a trabajar, pero al ser interrogado dijo que se le olvidaron las
llaves de su automóvil.
Sin embargo, se percató de que el ahora sentenciado entró a la habitación de la niña y al escuchar que la menor lloraba fue a verla,
pero su hija no quiso decirle nada. Tres días después, el 7 de diciembre, la denunciante bañaba a su hija y ésta le comentó que le
dolían los genitales; le preguntó si alguien la tocaba y la niña contestó que sí, pero se negó a decir de quién se trataba.
Tiempo después la menor cambió su actitud, pues siempre tenía miedo, despertaba llorando por las noches y ya no quería
separarse de su madre, quien decidió llevarla a un psicólogo, el cual determinó que la niña era víctima de ataques sexuales por
parte de su padre. Sipse