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Una noche Luis recibió un mensaje de su mejor amiga a través de Snapchat. En un inicio no cedió a la petición del texto, pero tras la insistencia de su compañera decidió enviarle unas fotos de él desnudo. Era un niño, apenas tenía 13 años y lo hizo sin pensar en las consecuencias que hasta el día de hoy arrastra. Él solito se inventó su propia pesadilla.
“¿Qué puede pasar? Es mi mejor amiga”, pensó Luis antes de enviar sus fotografías. Sin embargo, tiempo después la misma cuenta le devolvió su imagen una y otra vez, por lo que el joven se cuestionó si se trataba de una broma.
Cuando por fin se decidió buscó a su amiga para confrontarla, ella no sabía de lo que estaba hablando. Luis pidió a su compañera grabar un video juntos y enviarlo a la cuenta falsapara salir de toda duda. Cuando lo hicieron, el perfil bloqueóal joven y hasta ese momento se dio cuenta del error que había cometido.
No pasó mucho tiempo para que los problemas de Luis se multiplicaran. Poco a poco comenzó a recibir mensajes de WhatsApp de todos sus compañeros de escuela. Algunos en tono burlón y con la fotografía en mano que él mismo filtró por un engaño en las redes sociales.
“El primero que se empezó a burlar de mí fue mi mejor amigo, pero yo pensé que se le iba a olvidar. Toda una clase se burló de mí hasta que le di un golpe y le dije se detuviera. Después de la difusión de mis fotografías supe en realidad quienes eran las personas en las que podía confiar”, señala Luis.
Enviar contenido erótico a través de Internet no es una práctica ajena en los menores de edad. La asociación Guardianes, organización dedicada a prevenir el abuso sexual, indica que 2 de cada 10 adolescentes han practicado sexting por iniciativa propia y sin tener consecuencias por realizarlo.
Sin embargo, el mismo estudio, “Hábitos con las redes sociales”, también indica que los menores de edad utilizan el Internet con miedo a que filtren sus contenidos sexuales. De 200 niños entrevistados, el 52 por ciento aceptó temer que publiquen fotos o videos íntimos de ellos.
Cuando Luis supo que sus compañeros de escuela habían recibido la imagen, no concilió el sueño. El temor de enfrentarse a todos no lo dejaba dormir y con justa razón, pues pasaron años para que las burlas hacia Luis terminaran.
“En donde yo vivo es un lugar muy pequeño y todos se conocen. Tomarte una foto así es un error que te persigue para siempre, porque cuando haces algo bueno te dicen: ‘¡Ah, pero antes hiciste eso!’. Mi rostro y mi cuerpo tuvieron que cambiar para poder convencer a la gente de que ya había pasado tiempo de eso. Sólo así se dejaron de burlar”, comenta.
Una noche Luis recibió un mensaje de su mejor amiga a través de Snapchat. En un inicio no cedió a la petición del texto, pero tras la insistencia de su compañera decidió enviarle unas fotos de él desnudo. Era un niño, apenas tenía 13 años y lo hizo sin pensar en las consecuencias que hasta el día de hoy arrastra. Él solito se inventó su propia pesadilla.
“¿Qué puede pasar? Es mi mejor amiga”, pensó Luis antes de enviar sus fotografías. Sin embargo, tiempo después la misma cuenta le devolvió su imagen una y otra vez, por lo que el joven se cuestionó si se trataba de una broma.
Cuando por fin se decidió buscó a su amiga para confrontarla, ella no sabía de lo que estaba hablando. Luis pidió a su compañera grabar un video juntos y enviarlo a la cuenta falsapara salir de toda duda. Cuando lo hicieron, el perfil bloqueóal joven y hasta ese momento se dio cuenta del error que había cometido.
No pasó mucho tiempo para que los problemas de Luis se multiplicaran. Poco a poco comenzó a recibir mensajes de WhatsApp de todos sus compañeros de escuela. Algunos en tono burlón y con la fotografía en mano que él mismo filtró por un engaño en las redes sociales.
“El primero que se empezó a burlar de mí fue mi mejor amigo, pero yo pensé que se le iba a olvidar. Toda una clase se burló de mí hasta que le di un golpe y le dije se detuviera. Después de la difusión de mis fotografías supe en realidad quienes eran las personas en las que podía confiar”, señala Luis.
Enviar contenido erótico a través de Internet no es una práctica ajena en los menores de edad. La asociación Guardianes, organización dedicada a prevenir el abuso sexual, indica que 2 de cada 10 adolescentes han practicado sexting por iniciativa propia y sin tener consecuencias por realizarlo.
Sin embargo, el mismo estudio, “Hábitos con las redes sociales”, también indica que los menores de edad utilizan el Internet con miedo a que filtren sus contenidos sexuales. De 200 niños entrevistados, el 52 por ciento aceptó temer que publiquen fotos o videos íntimos de ellos.
Cuando Luis supo que sus compañeros de escuela habían recibido la imagen, no concilió el sueño. El temor de enfrentarse a todos no lo dejaba dormir y con justa razón, pues pasaron años para que las burlas hacia Luis terminaran.
“En donde yo vivo es un lugar muy pequeño y todos se conocen. Tomarte una foto así es un error que te persigue para siempre, porque cuando haces algo bueno te dicen: ‘¡Ah, pero antes hiciste eso!’. Mi rostro y mi cuerpo tuvieron que cambiar para poder convencer a la gente de que ya había pasado tiempo de eso. Sólo así se dejaron de burlar”, comenta.