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Los médicos no hacen ningún favor a sus pequeños pacientes cuando les avisan de que les van a poner una inyección: según un estudio de la Universidad de California en Riverside, los niños sienten el dolor más intensamente cuando piensan que algo les va a doler.
Esto es algo que ya se conocía en adultos, pero ahora los investigadores publicaron los resultados en relación con los niños en el diario 'Psychosomatic Medicine'.
La psicóloga Kalina Michalska colocó emisores de calor en la parte interior del brazo de una veintena de adultos y unos 40 niños, la mitad de estos últimos con problemas de ansiedad. Los participantes debían determinar individualmente si su grado de dolor era bajo, medio o alto al sentir distintos niveles de calor entre los 34 y los 47 grados centígrados. Después aprendían a distinguir entre dos tonos diferentes que debían avisar de dolorfuerte o leve.
Durante las pruebas, los participantes escuchaban cada vez solo uno de los dos tonos. Sin embargo, el emisor de calor siempre enviaba la misma señal de temperatura codificada como dolor medio. El resultado fue que en todos los grupos los participantes sintieron más dolor tras escuchar el tono que anunciaba que así sería.
La pediatra y coautora del estudio Adwoa Osei ha constatado esa relación en su experiencia con inyecciones de penicilina, que por su densa consistencia se tiene que aplicar lentamente y es más dolorosa.
"Cuando no digo nada, puede que cojeen un poco cuando se van de la consulta. Pero si les digo que va a doler, despúes dicen: '¡no puedo caminar!'", explicó.
Los médicos no hacen ningún favor a sus pequeños pacientes cuando les avisan de que les van a poner una inyección: según un estudio de la Universidad de California en Riverside, los niños sienten el dolor más intensamente cuando piensan que algo les va a doler.
Esto es algo que ya se conocía en adultos, pero ahora los investigadores publicaron los resultados en relación con los niños en el diario 'Psychosomatic Medicine'.
La psicóloga Kalina Michalska colocó emisores de calor en la parte interior del brazo de una veintena de adultos y unos 40 niños, la mitad de estos últimos con problemas de ansiedad. Los participantes debían determinar individualmente si su grado de dolor era bajo, medio o alto al sentir distintos niveles de calor entre los 34 y los 47 grados centígrados. Después aprendían a distinguir entre dos tonos diferentes que debían avisar de dolorfuerte o leve.
Durante las pruebas, los participantes escuchaban cada vez solo uno de los dos tonos. Sin embargo, el emisor de calor siempre enviaba la misma señal de temperatura codificada como dolor medio. El resultado fue que en todos los grupos los participantes sintieron más dolor tras escuchar el tono que anunciaba que así sería.
La pediatra y coautora del estudio Adwoa Osei ha constatado esa relación en su experiencia con inyecciones de penicilina, que por su densa consistencia se tiene que aplicar lentamente y es más dolorosa.
"Cuando no digo nada, puede que cojeen un poco cuando se van de la consulta. Pero si les digo que va a doler, despúes dicen: '¡no puedo caminar!'", explicó.
Fuente: Milenio