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“¡Gracias por esperarme, Madrid!”, gritó Shakira a la ciudad que no había visitado en largos siete años.
Recuperada de la hemorragia en las cuerdas vocales que en noviembre le hizo aplazar esta gira y que le hizo temer por la continuidad de su carrera, la colombiana puso otro punto y seguido a “El Dorado Tour” ante el aforo completo del WiZink Center de Madrid, con más de 14,000 personas, según los organizadores.
Y eso que, después de su último concierto en el multitudinario estadio Vicente Calderón, quedaba por ver cómo reaccionaría el público a su retorno a la ciudad que durante una época convirtió en epicentro de su actividad en España… hasta que el amor la convirtió en musa del barcelonismo futbolístico.
Apartada durante varios años de los grandes escenarios por su maternidad, hizo un recorrido por sus nueve discos de estudio, con especial incidencia en “Pies descalzos” (1995), su debut, y el que le tomó el relevo, “¿Dónde están los ladrones?” (1998).
Más protagonista aún fue el reciente “El Dorado” (2017), el álbum de mayor repercusión de su carrera en la última década gracias a temas como “La bicicleta”, “Chantaje” o “Me enamoré”, los de su conversión definitiva al “trap” y el “urbano latino” tras flirteos previos como “La tortura” o “Loca”, cuando hablaba de “shaketón”.
Irremediablemente ha habido ausentes destacados en cuanto a canciones ante un repertorio de éxitos muy difícil de concentrar en 1 hora y 45 minutos de concierto. Así, se han quedado fuera títulos emblemáticos como “Ciega, sordomuda”, “Ojos así”, “Las de la intuición” o, lo que es más sangrante para la capital, “Te dejo Madrid”.
“¡Yo pienso en ti, Madrid!”, le gritó a un público muy animado ante los toques electrónicos que le puso a sus temas “Estoy aquí” y “Dónde estás corazón”, en medio de una lluvia de confeti.
Desatada, la barranquillera dejó salir con “Loba” los movimientos coreográficos taquicárdicos de los que ha hecho santo y seña y se ha dado después un primer baño de masas a través de la larga pasarela dispuesta junto al escenario, que contaba además con tres pantallones verticales y dos más con forma de ojo de buey.
“Pensé que no volvería a cantar nunca más, pero los milagros existen y si estoy aquí es por ustedes”, agradeció Shakira como prólogo a dos de los nuevos temas, “Nada” y “Perro fiel”, en el que intervino mediante grabación Nicky Jam, ocasión que aprovechó para versionar su éxito “El perdón”.
En lo estrictamente musical, la cantante y compositora se ha presentado formalmente más cerca del rock que del pop, con una banda clásica de cinco miembros que incluía ocasionalmente violín y sin cuerpo coreográfico, que para mover las caderas está ella.
En el cómputo final, no obstante, el espectáculo se ha quedado entre dos tierras, sin aprovechar del todo las posibilidades escenográficas del material disponible y con excesivo número de elementos sonoros enlatados que hacían que se perdiera naturalidad.
Respecto a la producción, el audio de su voz, demasiado robotizado al principio, mejoró a medida que avanzó el concierto, en el que hubo un duelo de popularidad entre sus canciones “Inevitable” y los más recientes y sinuosos, como “Chantaje”, con Maluma en diferido.
En el repertorio continuó “Suerte” y “Amarillo”, en el que mostró al reverso de su guitarra la foto impresa de su pareja, el futbolista del FC Barcelona Gerard Piqué, y el de sus dos hijos, en medio de una ovación general.
“¡El de Madrid es el mejor público del mundo!”, aseguró al término de “La tortura”, en el que puso a todos los espectadores a bailar, pero en el que se ha echado de menos que, en una cita tan esperada, la presencia de Alejandro Sanz sobre el escenario fuese carnal y no puramente virtual.
El set acústico con “Antología” ha permitido que aflorara algo de frescura, igual que el cambio en “Can’t remember to forget you” hacia una versión más reggae que la original junto a Rihanna, justo antes de plantarse tras la batería y sorprender con un atronador viraje roquero.
“Loca” y “Rabiosa” y las canciones mundialistas (“La La La” y “Waka Waka”) convirtieron el tramo final en una fiesta desatada que, tras la calma de la balada “Toneladas”, continuó con “Hips Don’t lie”, probablemente la mejor descarga de adrenalina de la noche, y, como gran cierre, “La bicicleta”. Fuente:MADRID (EFE).