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La violencia ha acorralado a los estudiantes mexicanos en sus aulas. La llama de las protestas estudiantiles se ha encendido en México en la última semana a raíz de un brutal ataque de un grupo de choque en contra de estudiantes de preparatoria en el campus principal de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). El episodio ha dejado en evidencia las fisuras en la mayor universidad de Latinoamérica: los feminicidios, el acoso sexual, la venta de drogas y la inseguridad en las aulas.
Este jueves miles, más de 23,000, según cifras oficiales, de estudiantes de distintas universidades públicas y privadas condenaron la inseguridad con una protesta en contra del miedo. Los organizadores la nombraron la marcha del silencio, exactamente igual a la que protagonizó hace 50 años el movimiento estudiantil de 1968. "Somos herederos de ese movimiento, nos unimos a esta movilización por estar en contra del porrismo. Ahora notamos que la protesta es parte de la conciencia de los jóvenes", comenta David Flores, del comité surgido tras la matanza de Tlatelolco del 2 de octubre.
Antes de marchar, los jóvenes gritaron consignas hasta levantar los puños en alto. Esta señal pide silencio absoluto y se empleó el año pasado durante las tareas de rescate tras el terremoto del 19 de septiembre en México. Los jóvenes la respetaban y solo se escuchaban las aspas de los drones que sobrevolaban la movilización. La afonía se rompía cuando con la cuenta del uno al 43 en honor a los estudiantes de Ayotzinapa. Algunos de los padres de los desaparecidos de Iguala eran parte de la protesta.
"Nos enfrentamos a un país con una seguridad inestable. Estamos expuestas y hartas. Estamos en víspera del cambio de Gobierno, ganó un partido de oposición, estamos buscando un cambio y tener voz", cuenta Daniela Villegas, estudiante de la Facultad de Artes y Diseño. La mezcla de protestas partía desde los asaltos en la periferia de los centros educativos, el acoso sexual, los feminicidios y la venta de drogas en las escuelas.
Marcha del silencio
Un grupo de vecinos de Ecatepec, un municipio del Estado de México manchado por los feminicidios, se unió a las protestas. Cientos de estudiantes realizan día con día una travesía de, a veces, más de dos horas para ir a la escuela. "No podemos salir tranquilas, por lo menos pensaban los padres de familia que sus hijas estaban seguras en la UNAM como cuando yo estudie y no. Igual las están criminalizando", menciona Judith Valdivia, bióloga.
En el silencio, los estudiantes caminaron con la boca clausurada por cinta adhesiva y con los dedos en forma de v de victoria. "Pedimos seguridad en nuestra segunda casa", se leía en uno de los carteles que portaban en el pecho. Algunos jóvenes empezaron a repartir hojas de papel en la que le pedían a sus compañeros escribir sus motivos para marchar.
Durante el recorrido estaban los padres de Luis Roberto Malagón, un estudiante de Derecho que fue encontrado el año pasado al borde de la muerte en el corazón de la UNAM. Cinco días después murió en el hospital. Sus padres señalan que se trató de un homicidio, pero la versión oficial apunta al suicidio. "Queremos que el rector [Enrique Graue] nos dé la cara. No nos ha querido recibir, solo queremos ver los vídeos para esclarecer la muerte de nuestro hijo", reprocha Luis, su padre. "¿Qué tipo de rector es? ¿No sabe lo que pasa a su alrededor?", ahonda su madre, María Victoria.
La UNAM ha informado de la expulsión de otros dos estudiantes pertenecientes a los "porros", el grupo de choque que golpeó a estudiantes de preparatoria del Colegio de Ciencias y Humanidades (CCH) plantel Azcapotzalco la semana pasada. La primer medida de la universidad fue expulsar a 18 estudiantes. Después, reculó porque había acusado sin pruebas a Fernando Tinajero, un estudiante de Derecho que demostró su inocencia.
Los movimientos estudiantiles arden a 20 días de un nuevo aniversario de la matanza de Tlatelolco.
La violencia ha acorralado a los estudiantes mexicanos en sus aulas. La llama de las protestas estudiantiles se ha encendido en México en la última semana a raíz de un brutal ataque de un grupo de choque en contra de estudiantes de preparatoria en el campus principal de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). El episodio ha dejado en evidencia las fisuras en la mayor universidad de Latinoamérica: los feminicidios, el acoso sexual, la venta de drogas y la inseguridad en las aulas.
Este jueves miles, más de 23,000, según cifras oficiales, de estudiantes de distintas universidades públicas y privadas condenaron la inseguridad con una protesta en contra del miedo. Los organizadores la nombraron la marcha del silencio, exactamente igual a la que protagonizó hace 50 años el movimiento estudiantil de 1968. "Somos herederos de ese movimiento, nos unimos a esta movilización por estar en contra del porrismo. Ahora notamos que la protesta es parte de la conciencia de los jóvenes", comenta David Flores, del comité surgido tras la matanza de Tlatelolco del 2 de octubre.
Antes de marchar, los jóvenes gritaron consignas hasta levantar los puños en alto. Esta señal pide silencio absoluto y se empleó el año pasado durante las tareas de rescate tras el terremoto del 19 de septiembre en México. Los jóvenes la respetaban y solo se escuchaban las aspas de los drones que sobrevolaban la movilización. La afonía se rompía cuando con la cuenta del uno al 43 en honor a los estudiantes de Ayotzinapa. Algunos de los padres de los desaparecidos de Iguala eran parte de la protesta.
"Nos enfrentamos a un país con una seguridad inestable. Estamos expuestas y hartas. Estamos en víspera del cambio de Gobierno, ganó un partido de oposición, estamos buscando un cambio y tener voz", cuenta Daniela Villegas, estudiante de la Facultad de Artes y Diseño. La mezcla de protestas partía desde los asaltos en la periferia de los centros educativos, el acoso sexual, los feminicidios y la venta de drogas en las escuelas.
Marcha del silencio
Un grupo de vecinos de Ecatepec, un municipio del Estado de México manchado por los feminicidios, se unió a las protestas. Cientos de estudiantes realizan día con día una travesía de, a veces, más de dos horas para ir a la escuela. "No podemos salir tranquilas, por lo menos pensaban los padres de familia que sus hijas estaban seguras en la UNAM como cuando yo estudie y no. Igual las están criminalizando", menciona Judith Valdivia, bióloga.
En el silencio, los estudiantes caminaron con la boca clausurada por cinta adhesiva y con los dedos en forma de v de victoria. "Pedimos seguridad en nuestra segunda casa", se leía en uno de los carteles que portaban en el pecho. Algunos jóvenes empezaron a repartir hojas de papel en la que le pedían a sus compañeros escribir sus motivos para marchar.
Durante el recorrido estaban los padres de Luis Roberto Malagón, un estudiante de Derecho que fue encontrado el año pasado al borde de la muerte en el corazón de la UNAM. Cinco días después murió en el hospital. Sus padres señalan que se trató de un homicidio, pero la versión oficial apunta al suicidio. "Queremos que el rector [Enrique Graue] nos dé la cara. No nos ha querido recibir, solo queremos ver los vídeos para esclarecer la muerte de nuestro hijo", reprocha Luis, su padre. "¿Qué tipo de rector es? ¿No sabe lo que pasa a su alrededor?", ahonda su madre, María Victoria.
La UNAM ha informado de la expulsión de otros dos estudiantes pertenecientes a los "porros", el grupo de choque que golpeó a estudiantes de preparatoria del Colegio de Ciencias y Humanidades (CCH) plantel Azcapotzalco la semana pasada. La primer medida de la universidad fue expulsar a 18 estudiantes. Después, reculó porque había acusado sin pruebas a Fernando Tinajero, un estudiante de Derecho que demostró su inocencia.
Los movimientos estudiantiles arden a 20 días de un nuevo aniversario de la matanza de Tlatelolco.
Fuente: El Periódico de México