Se salva en prisión… gracias a la cocina

24 octubre 2018
Noticias de Yucatán. Noticias de Hoy
Vivió siete años dentro de la cárcel por un crimen que no cometió. Alonso Valenzuela pudo soportar esa sentencia gracias a que se refugió en su más ferviente pasión: la cocina.

Ahora que se ha demostrado su inocencia en un caso de homicidio, el guaymense de 33 años no pudo encontrar una mejor forma para celebrar su libertad que uniéndose a la séptima temporada del reality show de cocina MasterChef México.

"Para mí (la cocina) significó al principio una actividad. Luego un placer, después se volvió servicio y al final, estando encerrado en prisión, se convirtió en salvación, en distracción, en compañerismo, en amistad. Significa muchas cosas para mí. Quiero dedicarme a esto porque la cocina me ayudó mucho allá adentro, a alimentarme bien y rico que es muy importante. Mis compañeros muy contentos, me felicitaban, me daban buenas críticas y algunos con los que convivía más, les decía que me consiguieran ingredientes para hacerles una comida bien porque no nos conformábamos con los que nos daban en el penal", narró Alonso "Ali" Valenzuela a EL IMPARCIAL. 

"Yo cocinaba para mí y unas cuantas personas más encerrado en prisión. Le cociné al director y al comandante que también estaba en ese tiempo. No me gustaba la comida del lugar y comencé con recetarios, leyendo libros de escuelas de gastronomía que me prestaban. Ahí aprendí ciertos métodos de cocción y cómo se obtienen ciertas proteínas (…) Hice cosas allá adentros que otros no podían comer como postres; preparé flanes, panes, pudín, incluso vendía y con eso agarraba dinerito viviendo tranquilo y a gusto", comentó. 

No olvida la comida en prisión

Alí compartió que muchas veces la comida en prisión es repetitiva, por lo que los reclusos esperan con ansias el fin de semana para recibir visitas de sus familiares quienes les llevan comida preparada en casa. 

"Me gustaría, tal vez, apoyar algún movimiento para visitar a las personas en prisión y llevarles algo de comer. Yo encantado. Siempre he pensado en ir al Centro y llevar una ollita de lo que sea, un pozole o algo. Una comida diferente, que no sea a lo que uno está acostumbrado en el Centro, es una bendición muy grande. Uno a veces espera el fin de semana para que le lleven un caldito de lo que sea", comentó. Fuente:Elimparcial.
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