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Al fin ha llegado, sí, la tan ansiada y pronosticada revolución de las máquinas. Y no viene de la mano de un ejercito rebelde de robots con cara de malo y con ganas de pelea nuclear, ¡no!, viene a traernos la paz. Tampoco viene en forma de la tan futurible "singularidad", prometiéndonos a todos la fusión mente-máquina para vivir durante toda la eternidad, ¡no!, viene para traernos el "aquí" y el "ahora". Se trata del mayor artilugio creado por el hombre para la masturbación: llega Autoblow.
Tanto la carrera espacial como la armamentística han quedado atrás. Hacer el amor y no la guerra es nuevo fin filantrópico mundial. Por ello, la gente más pacifista está sumida en la sana competición para encontrar el juguete sexual más moderno y aplicado. Todavía no hay nada parecido al T-1000 de acero líquido que se adapte a nuestros sueños más picantes, pero ya entran a participar en la creación de juguetes sexuales tanto la cibernética como los nuevos materiales de diseño, que aportan expresión y profundidad a las anteriores y frías muñecas hinchables.
Ya existen auténticas virguerías humanoides del mejor y más placentero gel elástico. Aunque todavía parezcan perdidos en su mirada y no nos escriban sonetos antes de entrar a los preliminares, llegan a tener un tacto angelical y reacciones de lo más reconocibles en el acto sexual. Un poco de Inteligencia Artificial y serán ellos mismos los que nos aten a la cama o nos pidan que apuremos el postre porque tienen ya ganas de empezar.
La convergencia entre la I.A. y la creación de fidedignas réplicas de compañeros sexuales ha dado fruto, y para el bien de muchos, se llama Autoblow. Un sofisticado aparato de ciencia ficción que se compromete a replicar la mejor felación posible. Lo hará emulando a la perfección los movimientos de la cabeza, de la boca y de la lengua de la pareja más amable o salvaje que haya practicado sexo oral con 10 modos elegibles por el usuario, de los más candy/love a lo más hardcore).
¿Cómo es posible tal magia por la que en otros tiempo condenarían a la hoguera? Bien, sus creadores consiguieron, en cuestión de muy poco tiempo (véase la urgencia del público) recaudar 50.000 dólares mediante crowdfunding para el proyecto. Después de todo, afirman conocer los 16 movimientos distintos necesarios para recrear el acto de la felación, cada vez de una manera diferente, pero siempre con un final completamente aplaudible.
Hay una mente detrás de este impresionante hito, es Brian Sloan, un ser con inquietudes que imaginó Autoblow como un sueño para los hombres, pero que, aun así, tuvo sus dificultades para encontrar la firma científica que lo respaldara y se encargara de plasmar su proyecto. Una vez conseguido y tras meterse en el cuerpo 109 horas de imágenes de felaciones extraídas de 1.145 vídeos porno, firmaron el ya histórico Blowjob paper, el Artículo Científico de la Felación, un documento en el que narran sus conclusiones tras tal empacho de pornografía. Por supuesto, todo desde el anonimato, no quieren réplicas de padres escandalizados.
Tras el análisis, los involucrados confesaron que "unos cuantos de los vídeos, al principio del proyecto, eran interesantes... pero al final se volvió un poco pesado de ver." Así que sí, uno se puede cansar hasta del sexo oral si lo consume de forma masiva. Pero todo aquella odisea visual les ayudó a consensuar los datos de los que sacarían partido. Tardarían unos tres años. Con ellos lograron los patrones de movimiento, las secuencias de los mecanismos, que en poco tiempo liberarán a muchos de la carga y el estrés del día con su nuevo robot.
El Autoblow que se podrá comprar todavía no es, por decirlo de alguna manera, muy bonito: una boca artificial sujeta a su consiguiente aparataje y que se puede controlar con una mano. Al más puro estilo fleshlight (masturbador masculino). Pero Sloan y su avezado grupo de científicos ya están trabajando en acabados más sofisticados: cabezas y manos roboeróticas que ayuden a sumirse en el sueño más húmedo.
Fuente El mundo