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Hace ocho años Sam Ballard, un jugador de rugby y amante de los deportes, estaba bebiendo vino con un grupo de amigos en el patio de su casa en Sidney. Entonces, en el lugar apareció una babosa, y los jóvenes comenzaron a bromear sobre comerla.
Sam no lo dudo y se comió al insecto sin saber que la inocente travesura lo conduciría a la muerte a sus 27 años.
El animal tenía un parásito conocido como gusano pulmonar de rata (angiostrongiliasis) que como su nombre lo dice, es comúnmente portado por roedores, y que en el organismo humano afecta al cerebro y los pulmones.
"Me comí una babosa; podría haber sido eso", confesó el joven de 19 años a su mamá cuando comenzó a sentir dolores en las piernas. Ella trató de tranquilizarlo diciéndole que seguramente no tenía nada que ver, pero en efecto, esta fue la razón que lo llevó a estar 420 días en coma.
Cuando despertó, Sam estaba paralizado del cuello hacia abajo y era totalmenteincapaz de valerse por sí mismo así que desde entonces su madre y especialistas de la salud se hicieron cargo de él.
Aunque con el tiempo su condición fue mejorando y ahora incluso recuperado movilidad en las extremidades, luego de haber pasado los últimos años de su vida superando problemas médicos y tratamientos, él murió.
La mamá de Sam asegura que no culpa a nadie por lo que sucedió y está convencida de que su hijo no hizo nada malo, que sólo fue un juego que tuvo consecuencias inimaginables.
Fuente The Project