Premio Nobel de la Paz es acusado de abuso sexual

07 febrero 2019
Noticias de Yucatán. 

Emma Daly, directora de comunicación de Human Rights Watch, contó que Arias la manoseó en el vestíbulo de un hotel en Nicaragua en 1990 cuando trabajaba como reportera en Costa Rica.

Dos mujeres más acusaron al expresidente de Costa Rica y Premio Nobel de la Paz, Oscar Arias, de supuesta conducta sexual inapropiadatras una demanda por presunta violación interpuesta esta semana por otra mujer en la nación centroamericana.

Eleonora Antillón, una conocida periodista y conductora de televisión costarricense, dijo a The Associated Press el miércoles que Arias la agredió a mediados de la década de 1980, cuando ella trabajaba para su incipiente candidatura presidencial.

En otra entrevista, Emma Daly, directora de comunicación de Human Rights Watch, contó que Arias la manoseó en el vestíbulo de un hotel en Nicaragua en 1990 cuando trabajaba como reportera en Costa Rica.

The New York Times reportó que una cuarta mujer, una editora literaria de 53 años, alegó que Arias le puso la mano en la pierna de forma inesperada durante una reunión en 2012. La AP no pudo confirmar ese reporte de inmediato.

Aunque el movimiento #MeToo salpicó a varios hombres poderosos en los últimos años en Estados Unidos, sus efectos ha sido más limitados en Latinoamérica, una región en la que, según los críticos, las actitudes machistas están más enraizadas.

En Brasil, desde diciembre más de 250 mujeres acusaron a un destacado curandero espiritual de agresiones que van desde caricias no deseadas a violación, lo que provocó su detención por varios cargos. En Argentina, se plantearon demandas por agresión o acoso sexual contra un conocido actor, un senador y un alto cargo político.

Pero ninguno tenía un perfil como el de Arias, que fue elegido dos veces presidente de Costa Rica y recibió el Premio Nobel de la Paz en 1987 por su trabajo para poner fin a las prolongadas y sangrientas guerras civiles en Centroamérica.

En la denuncia penal presentada el lunes en Costa Rica se acusa a Arias de tocar los pechos de una mujer, besarla y penetrarla con los dedos en diciembre de 2014 en su casa de la capital, San José. Ella, una activista por el desarme nuclear cuyo nombre no fue revelado, había acudido allí para una reunión relacionada con su causa.

En un breve comunicado el martes, Arias negó la acusación. El expresidente alegó que nunca violó la voluntad de ninguna mujer y que a lo largo de su carrera ha luchado por la igualdad de género. Arias manifestó además que no realizará más comentarios porque el caso estaba abierto.

Ante la aparición de las nuevas denuncias el miércoles, su abogado, Erick Ramos, se hizo eco de ese mensaje y dijo a la AP que "por respeto al proceso que está en curso, no vamos a dar ningún tipo de declaración”.

Según contó a la AP, en la década de 1980, cuando tenía 25 años y trabajaba para una televisora local, se enteró de que Arias estaba interesado en que trabajase para él en la precandidatura que finalmente lo llevó a la presidencia en 1986.

Antillón dijo que mostró desinterés por la política, pero Arias insistió y no dudó cuando pidió un salario tres veces mayor a lo habitual en un intento por disuadirlo.

“Él se rió y me dijo que otras personas estaban trabajando de gratis, que luego se garantizaban un cargo político”, apuntó. “Yo le dije que no me interesaba, que si me quería me pagara, y se rió. Se me quedó viendo y me dijo que me lo iba a pagar”.

Tras cerrar el acuerdo, Arias la citó en un restaurante de San José donde se reunieron en una sala privada, relató. Casi de inmediato, él le puso la mano en el muslo e intentó besarla en el cuello. Antillón dijo que lo apartó y le preguntó que qué pensaba que estaba haciendo.

"'Es solamente para entrar en confianza', me dijo riéndose”, apuntó.

Antillón señaló que se marchó del local rechazando su oferta de acompañarla.

Cuatro días más tarde, añadió, estaba con Arias y otra asesora a la que el político mandó a otra parte.

"Entonces él se puso de pie, estaba en su escritorio, vino a mí mirándome fijamente y me cogió la mano y me la puso en su pene, sobre el pantalón", recordó Antillón. "Yo le dije “¿Qué hace?” y me dijo “¿Usted qué cree que estamos haciendo? Vea que duro que estoy’".

De acuerdo con su relato, lo empujó hacia atrás y tiró una silla, pero él la agarró por los hombros, la empujó hacia un armario abierto y volvió a ponerle la mano sobre sus genitales. Ella se apartó. Alguien hizo ruido en la puerta, Arias se compuso y ella salió de la sala.

Después de eso, Antillón dijo que nunca más volvió a quedarse a solas con el político, a quien describió como una persona con "graves problemas de arrogancia”.

"Él se cree el dueño del mundo, que todos tienen que rendirle pleitesía", señaló. "Se cree un conquistador”.

Desde entonces, la periodista se sentía físicamente enferma cada vez que escuchaba hablar del Nobel de Arias, explicó agregando que experiencia la marcó y que ha intentado vestirse de una forma menos “femenina”, sin mostrar mucha piel.

Esta semana, ante las noticias de la demanda contra Arias, se animó a dar un paso adelante y contar su caso, dijo.

Aunque han pasado más de 30 años desde los incidentes que describió a la AP, Antillón indicó que si algún abogado puede encontrar la forma de demandar a Arias, ella estaría dispuesta a hacerlo.

La AP no suele emplear los nombres de las supuestas víctimas de abusos sexuales, pero tanto Antillón como Daly hicieron públicas sus experiencias.

En una entrevista con The Associated Press en Nueva York, Daly contó que llevaba un par de años en Costa Rica cuando ocurrió su encuentro con Arias en febrero o abril de 1990 en la vecina Nicaragua. En ese momento, ella tenía unos 20 años y trabajaba para un semanario costarricense en inglés y para Reuters.

La recepción de Hotel Intercontinental estaba repleta de periodistas y diplomáticos cuando vio a Arias, con quien había establecido una relación cordial por su papel como reportera política, comentó. Se habían conocido años antes a través de sus padres, que eran diplomáticos, añadió. Ella lo llamó y le planteó una pregunta.

"Y en lugar de responder a mi pregunta, se paró y me miró, se inclinó hacia adelante, puso su mano sobre mi pecho, la bajó entre mis pechos y entonces dijo ‘no llevas sostén’, o palabras similares”, contó a la AP.

Daly dijo que parte de lo que más le molestaba es que el incidente ocurrió en un entorno profesional, rodeado de políticos y periodistas.

"Eres completamente ignorada desde un punto de vista profesional, pero alguien te toca y te hace sentir como si no fueras nada, pueden hacer lo que quieran”, agregó.

Según Daly, Arias nunca había hecho nada similar en sus encuentros previos ni vio que lo hiciese con nadie más. Sintió que el ambiente era en general machista y que si se quejaba no pasaría nada.

Daly se sintió enojada y humillada por “no responder adecuadamente, pero realmente no vi qué podría haber hecho o a dónde habría llevado. Si me hubiese quejado, creo que se habían reído de mí en cualquier oficina a la que intentase quejarme”.

Sí le contó lo sucedido al novio que tenía por entonces, además de a varias personas más. Daly no recuerda haber vuelto a ver a Arias, que dejó el cargo poco después, y más tarde se marchó de la región.

Volvió a pensar en el incidente ante el auge del #MeToo e hizo un referencia indirecta a "incluso un presidente y premio Nobel" en un comentario de una publicación de un amigo en Facebook en octubre de 2017. Pensó en nombrar a Arias en ese momento, pero luego decidió no hacerlo.

Daly contó por primera vez su historia a un reportero del Washington Post que la contactó el martes.

Siente que está en un lugar privilegiado, no va a perder su empleo ni el apoyo de su familia, y que por eso era importante hablar, alegó.

Lo complicado del asunto, agregó, es que Arias hizo un buen trabajo como profesional, con el plan de paz, pero eso no le da un pase para maltratar a la gente.

"Sería realmente maravilloso si esto provocara algún tipo de reconocimiento en Latinoamérica con los hombres que acosan a las mujeres”, apuntó Daly. "Especialmente en el trabajo (...) un momento en el que entiendan que se necesita un cambio sistémico y que no está bien tocar a una mujer porque te apetece”.

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