Extraña es la justicia en
Yucatán. Nuevo sistema penal (es un decir porque ya tiene algunos años), pero
viejas prácticas, viejas mañas.
Un homicida libró la cárcel
por irregularidades en su detención y en la investigación del crimen. Si bien,
se violaron los derechos de Enrique Lara González, ex presidente del Colegio de
Psiquiatras y señalado de ser el autor intelectual del asesinato de su colega
Felipe Triay Peniche, eso no le quita que haya planeado el sonado crimen, que
fue una de las pruebas de fuego del nuevo sistema… y evidentemente la reprobó.
Otro caso, una mujer que
durante cuatro años ha soportado el maltrato de su marido y ha luchado por
llevarlo ante la justicia, apenas logró que lo detuvieran unas horas solo para
que saliera libre mediante el pago de cinco mil pesos.
Sin embargo, dos sujetos que
robaron varias botellas de whisky en una residencia del norte de Mérida
quedaron bien encerrados en el penal meridano.
Extraña justicia que
privilegia un bien material por encima de la vida de una mujer y su familia.
Aceptamos que el monto de lo
robado (por el precio de las botellas de licor fino) amerite cárcel. Eso no
está a discusión, y aplaudimos que por fin los ladrones ya no libren la cárcel.
Sin embargo, por qué no
aplicar el mismo criterio para proteger a una mujer. Luego nos preguntamos por
qué han crecido los feminicidios.
La impunidad es una autopista
para que aumenten delitos que hasta hace unos años ni siquiera se conocían en
Yucatán, eran cosas que pasaban en otros lugares.
Viejo o nuevo sistema, los yucatecos exigimos que la justicia se aplique sin distinción contra quien cometa un delito, sea rico o sea pobre, sea poderoso o un simple ciudadano.
Yucatán Ahora