En las primeras horas de este día, fiel a su cita, el sol
llegó sin contratiempos para colocarse ante el Templo de las Siete Muñecas
haciendo que el disco celeste quede al centro de la puerta creando el
espectáculo de luz y sombra en la fachada poniente, fenómeno atestiguado por
unas 1,800 personas que lo esperaban desde las 4:30 de la mañana.
Además de visitantes locales y nacionales, habían personas
de Cuba y Francia que por primera vez viajaron a la entidad para presenciar el
fenómeno.
Elena Martínez, cubana pero radicada en México desde hace
cuatro años, describió esta experiencia como algo significativo dentro de su
religión.
Por su parte, Terry, de Francia, dijo que tenía algunas ideas sobre los mayas, pero luego de estar en la zona arqueológica le gustaría conocer más acerca de esta cultura prehispánica.
“El cielo está de fiesta, tanto la luna, luna llena y el
sol. Es un fenómeno muy bonito”, agregó.
Otra visitante fue Diana Soto Reséndiz, de la CDMX, quien
dijo representar la energía de una mujer huichol de Nayarit y
recomendó a la gente acudir al equinoccio en Dzibilchaltún “para encontrar la
paz, energía, abundancia y amor”.
El comienzo de la primavera en el hemisferio norte pautaba
el ciclo fértil para los pueblos mayas, que crearon Chichen Itzá y Dzibilchaltún,
dos edificaciones para que el Sol les indicara el inicio de la cosecha y la
‘bajada de Kukulkán’ a la tierra.
El equinoccio es el momento del año en que el día y la noche
tienen la misma duración debido a que el Sol se encuentra sobre el Ecuador del
planeta Tierra. La palabra, como tal, proviene del latín aequinoctĭum, que
significa “noche igual”.
El fenómeno se presenta dos veces al año, entre el 20 y 21
de marzo y el 22 y 23 de septiembre y es el evento astronómico que marca el
inicio de la primavera y del otoño, dependiendo del hemisferio en que se está.
Se espera que miles de personas acudan hoy a la zona arqueológica de Chichén Itzá para atestiguar el descenso de Kukulcán.