Si en esta
primera ola de reactivación económica en Yucatán te ha tocado regresar al
trabajo y tienes miedo de salir, puede que tengas el Síndrome de
la Cabaña.
La psicóloga Andrea Vega
Seoáñez, de El Prado Psicólogos, explicó que no se trata de una enfermedad
mental.
"Se habla de síndrome
cuando una persona experimenta un conjunto de síntomas y reacciones tanto
emocionales, como cognitivas y motoras tras determinada experiencia vital y a
la que están íntimamente ligados", apunta esta especialista.
Tal y como indica Vega
Seoáñez, en este caso, el Síndrome de la Cabaña conlleva una serie de
pensamientos catastrofistas vinculados a lo que se encuentra más allá de los
límites del hogar.
A nivel fisiológico se siente
miedo y todas sus manifestaciones como taquicardia, hiperventilación y sudoración.
También, hay una respuesta
motora en la que prima la evitación, optando así por la reclusión como forma de
vida deseada ante la percepción de seguridad que conlleva, asegura esta
psicóloga especializada en Psicoterapia de Adultos.
Cómo superarlo
Andrea Vega asegura que la
sintomatología que conlleve la emoción de miedo requiere un "patrón
general de gestión" que habrá que adaptar a cada individuo particular en
relación a las propias necesidades, recursos y dificultades existentes.
Dicho patrón general se apoya
en la necesidad de permitir a la persona un nuevo aprendizaje más ajustado tras
entrar en contacto con el estímulo o estímulos en cuestión para,
posteriormente, permanecer frente al mismo sin tratar de huir o eliminar de forma
inmediata el malestar, comprobando experiencialmente y en primera persona como
las reacciones de su cuerpo no se corresponden con la vivencia real.
Es decir, otorgando a la
persona una valiosa oportunidad para reaprender el valor objetivo de la
situación, persona o cosa sin alimentar la sesgada creencia de
"peligro".
"Para llevar a cabo lo
anterior será fundamental, por un lado, tener un objetivo propio, una
motivación personal por la que permitirse involucrarse en tal esfuerzo",
sostiene esta psicóloga.
Agregó que dicha aproximación
a tal estilo de vida elegido ha de ser paulatina.
Es decir, comenzar con pasos
pequeños pero firmes y determinantes. Pasos que comiencen a desarrollar en la
persona la sensación de eficacia, capacidad, fortaleza y satisfacción que, a su
vez, sirvan de base e impulso para el camino que aún queda por recorrer.
La especialista expone que
dicha jerarquía podría basar sus primeros pasos en: bajar la basura al
contenedor más cercano y volver a casa, bajar sin tener un objetivo puntual y
permanecer en la propia acera durante unos minutos preestablecidos, bajar
posteriormente a la acera de enfrente, dando paulatinamente pasos con una mayor
inversión temporal y lejanía con respecto al hogar y zona de confort.