“La razón fundamental por la cual México acabará en la lista de los países que peor manejaron la pandemia es obvia: la política se impuso sobre la ciencia. Importó más mantener la popularidad de la presidencia que alertar sobre la severidad del peligro que se avecinaba”, señala la doctora Denise Dresser en un texto en el que habla de los cuatro meses que han pasado después de que se declarara la emergencia sanitaria en México.
La académica resalta en una columna titulada “En México, la política se impuso a la ciencia” que Hugo López Gatell le aseguró al presidente Andrés Manuel López Obrador que la crisis del COVID-19 no sería tan grave, pues desde un principio, el funcionario no creyó en las pruebas como método necesario y le apostó al criticado modelo Centinela.
“No quería gastar en ellas, o temía a que fuera revelar la extensión del problema. Tergiverso el tema, planteándolo como una exigencia de los críticos y no una acción indispensable para saber dónde están los focos de infección y contenerlos”, escribió la profesora del Instituto Tecnológico Autónomo de México (ITAM).
En el artículo publicado este domingo en The Washington Post, la también politóloga explica que el gobierno de López Obrador no está tomando las mejores decisiones durante la pandemia. “Declararon la emergencia sanitaria recién el 31 de marzo, por lo que vendimos cubrebocas a China que después tuvimos que comprar a sobreprecio porque escaseaban en el mercado internacional”.
De igual forma, indicó que “no hubo un proceso de reconversión hospitalaria, entrenamiento del personal de salud o compra de ventiladores a tiempo, a pesar de que México tenía en Asia y Europa lecciones por aprender”.
Dresser describe a Hugo López Gatell como un “hombre telegénico y carismático, pero científicamente poco preparado para el coronavirus, o ideológicamente rendido ante el presidente y su subestimación del problema”.
La también articulista del periódico Reforma es clara y contundente: “López Gatell ha mentido con el aval o a partir de las instrucciones de López Obrador”.
A pesar de que todos los países del mundo tienen subregistros de contagios y defunciones, la especialista en Ciencia Política reitera que México lidio con esos retos de manera “opaca” y “manipuladora”.
“Pasamos de una métrica a otra, del modelo Centinela a las estimaciones, de las muertes anunciadas en la conferencia nocturna a la admisión de que ocurrieron dos semanas antes, del conteo absoluto de defunciones al conteo comparativo por cada millón de habitantes, del argumento del “México excepcional” al argumento de que a nivel global, y dependiendo de cómo se mida, no vamos tan mal”, escribió la egresada del Colegio de México (COLMEX).
Para Dresser el gobierno de López Obrador ahora busca darse palmadas en la espalda porque “lograron lo que interpretan como señal de éxito: la subocupación hospitalaria, ignorando que hay gente que muere sin haber llegado a un centro médico o recibir atención médica”.
Si bien AMLO heredó un sistema de salud colapsado y saqueado a lo largo de los sexenios, Dresser asegura que el mandatario tabasqueño le dio la “estocada final” debido a la política de austeridad que agravó la situación.
Ante este contexto, la columnista retoma los modelos matemáticos de la Universidad de Washington, los cuales pronostican que, el próximo 1 de noviembre, México sumará 98 mil decesos por COVID-19.
Al final, la doctora Dresser señala que detrás de esta pandemia se encuentra la politización y minimización del problema. “México tiene un presidente que no quiso tomar decisiones políticamente costosas o presupuestalmente onerosas, como proteger a los pobres para que pudieran quedarse en casa, en vez de salir de ella y contagiarse y morir”.