Más de 25 mil indígenas chontales del municipio de Nacajuca son golpeados por las corrientes del río Samaria, alimentado por descargas de la presa Peñitas.
En Nacajuca, a 35 kilómetros de Villahermosa, 25 comunidades continúan en contingencia luego de 45 días que empezó el temporal con el Frente Frío 4 y 5, y le siguieron el 9 y 11 que trajeron lluvias torrenciales y el incremento de las descargas de agua de la hidroeléctrica Peñitas, que actualmente desfoga mil 200 metros cúbicos por segundo.
Viviendas, escuelas, templos, sembradíos y potreros siguen inundados, “aquí la contingencia no se ha detenido, dicen que están soltando mil 200 de la presa, pero no sabemos si eso es real”, dice Rigoberto Vázquez, delegado de la ranchería Pastal.
El camino del puente Chiflón al puente Pastal está cerrado ante un extenso vado con una profundidad de hasta 60 centímetros, “hoy el nivel del agua subió 20 centímetros no sabemos cuándo volvamos a estar en seco”, señaló.
“Ya habilité el domo de la deportiva como albergue, porque ya no caben en la biblioteca. No tenemos colchonetas y la mayoría de los que están en el refugio padecen infecciones en los pies”, reprochó.
Otras poblaciones como Oxiacaque, Cantemoc, Congregación Guatacalca, Oxiacaque y La Cruz Olcualtitán, en la región chontal, padecen estragos causados por el río Samaria y por sus afluentes El Mango y San Cipriano.
Silvestre May Osorio, de la ranchería El Sitio, mientras nos muestra su vivienda dice: “esta es la verdad de cómo estamos viviendo. Nos tuvimos que salir para alquilar un cuarto, mi esposa se me enfermó y no tenemos ni para la medicina”.
En un recorrido realizado por Grupo Cantón se observó que a la orilla de la ranchería El Sitio, donde se ubica el “maleconcito”, los vecinos se afanan para hacer una casita con láminas y plásticos en la orilla del camino para protegerse del agua que aseguran, ya tienen en las cocinas de sus viviendas.
“Ojalá se acordaran de nosotros, porque escuchamos que están dando despensas, pañales y leche a los damnificados, pero a nosotros no nos toca. Tenemos niños y ancianos y nadie nos apoya”, dijo María del Carmen.
A los vecinos que han tenido que dejar su vivienda y que están albergados en la biblioteca de la ranchería Pastal se les preguntó cuándo retornarían a sus viviendas y Anastacia Pérez respondió: “Eso va para largo. si tenemos suerte, para diciembre regresaremos, porque el agua está en la casa todavía”.
Con información de Tabasco Hoy