Ante el creciente número de homicidios y de personas desaparecidas en todo el país, “hay un veneno en nuestra sociedad, que se llama indiferencia”, afirmó monseñor Francisco Javier Acero, obispo auxiliar de la Arquidiócesis de México.
En entrevista para el programa La Silla Roja de El Financiero Bloomberg, con los periodistas Enrique Quintana y Víctor Piz, el religioso, quien es sacerdote agustino recoleto naturalizado mexicano, nacido en Valladolid, España en 1973, advirtió, luego de que obispos negociaran con el narco para intentar frenar la violencia en México, que allí “donde no puede entrar el Estado, entra la Iglesia”.
“La Iglesia lo que está haciendo es despertar, que esto no nos parezca normal, no es normal que el incremento en el número de muertos, no es normal que cada vez, una vez al mes, suelo hablar con las madres buscadoras de sus hijos, pues me cuentan un caso más, y que la cifra esté en aumento y den otras cifras”.
“Hay un cierto tipo de población que existe trabajando con ellos porque no tiene otro camino, pero hay otro tipo de población afectada que está muy enojada con la sociedad, con el gobierno, incluso con la misma Iglesia, porque a lo mejor no hemos sabido responder de manera adecuada en el momento”, sostiene.
Monseñor Acero, quien durante 13 años ejerció como vicario parroquial y párroco, acompañante y capellán en la parroquia de Nuestra Señora de Guadalupe de los Hospitales en la colonia Doctores, detalló que la Iglesia organiza “conservatorios” con mil 600 instituciones, con la idea de que si se permea la base se puede llegar más arriba, respetando los organismos autónomos del Estado, siempre que éstos lo hagan bien.
Puso énfasis que la Iglesia no quiere que su labor en favor de la paz se politice, “igual nuestro servicio a los migrantes, el trabajo que se está haciendo con la trata, el trabajo que estamos haciendo escuchando a las madres buscadoras de sus hijos, esto es desde el Evangelio, y lo que no queremos es que se ideologice para un lado o para otro; la Iglesia no es de conservadores y progresistas, izquierdas o derechas, la Iglesias es de Jesucristo”.
Y agregó: “Hay un veneno en nuestras sociedad, que se llama indiferencia, y cuando esto nos parece normal, ahí tenemos que ver qué nos está pasando, cuando disfrazamos las cifras y no escuchamos la realidad, y no pisamos suelo, tenemos que ver qué nos está pasando, y escuchar al pueblo de Dios, y escuchar el llanto de las mujeres que tienen que, con un pico y una pala, cavar a veces en una fosa clandestina (...) están los huesos de sus hijos, esto es algo cruel y no podemos quedarnos indiferentes”.